Capítulo Cuarenta

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<< Nadie se libera de un pasado inconcluso, pude haberle amado por siempre ahora solo quedan los pedazos, solo queda el dolor de un amor interrumpido que murió por falta de valor por exceso de miedo. >>

La escasa luz del día se colaba por las cortinas, llevaba cinco minutos enteros mirando al hombre de su lado, plácidamente dormido, su melena chocolate alborotada en las fundas blancas de la almohada, sus fuertes brazos la tenían sujetada, esas largas pestañas reposando sobre sus pómulos, incluso mientras dormía parecía que se burlaba del mundo, el frio de enero le calaba a pesar de la calefacción, las cobijas quedaron olvidadas por la habitación debido a sus actividades nocturnas, el despertador sonó pero nadie lo atendió, se negaba a regresar a la realidad del día a día, quería permanecer ahí por siempre en sus brazos

—Es hora...—Dijo el con su voz rasposa, la miro en cuanto abrió sus ojos provocando que le saltara el estomago, siempre temblaba cuando la miraba —Si no me equivoco, alguien debe volver a la escuela el día de hoy

—Lo he pensado mucho y quiero quedarme aquí—beso sus labios cortamente con algo de dificultad ya que el dormía sobre su pecho

—¿Estas segura?—Ella asintió divertida—Sabes lo que puede sucederte si te quedas—La miro lascivamente —Así...junto a mi

—Estoy dispuesta a correr el riesgo señor Styles—paso su largo dedo por su espalda

—Querida no sabes donde te metes—un escalofrió los recorrió a ambos —Pero por más que quiera quedarme a tu lado todo el día no puedo, tengo una reunión importantísima —Se levanto colocándose algo de ropa antes de dejar la cama, volvió la mirada para observar a su mujer aun en la cama mirándole como un cachorro —Vamos querida no puedes hacerme esto

—No me voy, he dicho—le sonrió traviesa, él se acerco hasta rozar su nariz con la suya—Vamos a jugar

—Si, es un juego divertidísimo—Le aseguro mientras la levantaba envuelta en las sabanas sin esfuerzo, ella entrelazo sus piernas en su cintura — ¡Es hora de bañarse!

—No es justo, pensé que... ¡Demonios!—La llevaba a cuestas hacia el cuarto de baño — ¡Quiero tomar agua primero!—Hizo un mohín provocando que su marido se desviara hacia la cocina, con mucho esfuerzo abrió la puerta de la habitación porque llevarla cargada no era tarea fácil—Abre el refrigerador —Él siguió su instrucción para que ella tomara una botella antes de ofrecerle un poco

—¡Es hora del baño!—Repitió con un grito sobresaltando a la chica quien seguía siendo cargada por él, camino a toda prisa antes de abrir la regadera donde sin verificar que estuviera caliente la dejo dentro con todo y sabanas, ella le grito un par de maldiciones provocando su risa mientras ajustaba las temperaturas para meterse con ella

Una vez listos, desayunaban cereal en la cocina, Harry lo tomaba con leche de almendras y Daisy con leche sin lactosa, ambos de burlaban del otro por sus decisiones mientras ella llenaba su termo con café y a él le servía un poco de té

—No se como puedes sobrevivir el día sin café—Decía la jovencita vestida con sus usuales pitufos ahora negros y un par de calentadores bajo de ellos

—Querida yo no se como soportas tomar tal abominación, es decir dudo mucho que sea café colombiano lo que llevas ahí—dio un sorbo a su taza — ¿Qué harás hoy?

—Seguro habrá una asamblea, verificaremos las clases, tengo clínica y además en una semana nos darán nuestras asignaciones para la rotación, eso es emocionante y aterrador al mismo tiempo—Hablo con la boca llena de cereal provocando que Harry le lanzara una servilleta con cara de disgusto

The Deal [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora