Capítulo Treinta

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<<Oscuros pensamientos nacen dentro de mi, mis demonios reclaman su salida con la simple duda de perderte>>

La mañana de aquel viernes estaba impregnada de olores de la cena del día anterior, bajo la escalinata casi a pesar de sus deseos pero Edna había ido a tocar la puerta avisando que él desayuno estaba listo, quiso ignorarle pero su suegra insistió tanto que se vio obligado a responderle que bajaría enseguida, ajusto su sweater negro que le quedaba demasiado grande, sus pesadas botas rechinaban en las escaleras de madera, sus suegros estaban ya sentados al igual que Kelly y Darren quienes ya habían comenzado a degustar los alimentos, desde la distancia vio el menú, no era broma todas esas quejas de los americanos con las sobras del pavo, entro al comedor profiriendo una saludo para todos

—¿Cómo han dormido? La temperatura bajó considerablemente espero no hayan pasado frio—Comentó Edna mientras servía una taza de café a Harry quien agradeció con una de sus ensayadas sonrisa— ¿Dónde esta Thomas? Abrí su habitación porque saben lo pesado que puede tener el sueño y no se encontraba ahí, es imposible que fuera de compras tan temprano—El inglés dirigió su mirada al espacio vacío de Daisy pronto notarán su ausencia, después miró a su suegro quien de repente se había puesto tan tenso como un tronco—¿Y Daisy? ¿Aún duerme Harry?

—En realidad...—Necesitaba inventar una excusa pero estaba tan molesto que no había tenido tiempo de pensarla, sin embargo la estrepitosa llegada de los dos hermanos le ahorro la mentira puesto que ellos mismos se habían dejado en evidencia, tras de ellos llegaba la abuela Regina y la tía que por alguna extraña razón nunca podía recordar su nombre

—Pero ¿Apenas llegan?—Pronunció enfadada la madre de aquellos chicos quienes la miraron apenados— ¿En qué momento salieron de la casa?—Su esposo la tomó de la mano para tranquilizarla —Pero es que son casi las nueve ¡Las nueve!—Regina río tomando asiento para después servirse un poco de jamón en el plato—Madre pero de qué te ríes si esto es inaudito, ya me he de imaginar que hacen en la ciudad ustedes dos, Madre deja de reírte

—Mamá tranquila...—le quiso empezar a explicar Thomas quien se sentaba en su lugar obligando a Daisy a hacer lo mismo a lado del ingles quien parecía ignorar deliberadamente a su esposa

—Ustedes dos deben aceptar que no son horas de presentarse en casa, ni siquiera supimos a qué hora se marcharon—Habló el padre dejando a todos en silencio, sus azules ojos miraban con escrutinio a su hijo por los antecedentes del mismo

—Thomas sabes muy bien que no debes someterte a ese tipo de tentaciones, lo sabes o no lo sabes—Le reprendió su madre con severidad a lo que el muchacho se limitó a asentir avergonzado sabiendo exactamente a lo que se refería su madre si bien ella solo sabía una parte de la historia era la necesaria para que pudiera recriminarle— y en cuanto a ti Daisy Marie—La chica quiso esconderse tras su marido pero este se rehusaba a servirle de barrera—Eres una mujer casada, te eduque mejor que eso ¿Qué crees que piensa Harry? Que te dabas todas esas libertades ¡Por supuesto que no! Y no se como es que se arreglan entre ustedes dos pero no está bien visto que no llegues en toda la noches así sea con tu hermano

—Lo siento madre—Profirió la jovencita sonrojada por la vergüenza

—Si vas a salir toda la noche que sea con tu marido querida—Se mofo la abuela agregando vodka a su jugo de naranja—Es una pena que tremendo ejemplar duerma solo en una noche de otoño

—¡Madre!—Todos escondieron sus sonrisas ante el comentario mordaz de la abuela—Con toda razón Harry bajó con ese semblante desencajado pensé que había pasado frío o algo pero en realidad su esposa estaba afuera divirtiéndose con el irresponsable de su hermano

—-Mamá ya han dicho que lo sienten—Hablo Kelly intentando salvar a sus hermanos—Desayunamos en paz que necesito ir a las tiendas antes de que se acabe todo lo bueno

The Deal [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora