Things Of Love |Jackson Wang|

Capítulo Treinta <Parte Dos>

Todos estaban más que sorprendidos con la noticia.

—¿Entonces son novios? —preguntó Youngjae.

Jackson y Katheryn se miraron con una sonrisa.

—Algo así —respondió Katheryn—. Vamos a intentarlo.

El resto los siguió mirando todavía sin creerlo.

—¡Oh vamos! No hagan esas caras —pidió Jackson.

—¿Cómo se supone que debemos reaccionar? —dijo Yugyeom— Suben a la rueda de la fortuna sin querer hablarse y bajan siendo novios. Perdóname pero todavía lo estoy procesando.

—Tampoco lo entiendo pero ¿qué importa? Lo bueno es que al fin Jackson tuvo los pantalones para decir lo que siente ¿No? —opinó Youngjae colocando una mano sobre el hombro del nombrado.

—Sí, es lo que importa —murmuró Ivette con un extraño tono de voz.

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—Buenos días bella damisela, ¿A dónde va tan linda el día de hoy? —preguntó un entusiasmado castaño.

—A la escuela, como todos los días —respondió Katheryn con obviedad.

—Vamos, te llevaré en mi auto —dijo él pasando su brazo por los hombros de Katheryn y guiandola.

—¿Qué hay de tu motocicleta? ¿Sigues castigado?

Jackson la acercó más a él y sonrió.

—Nah, el castigo se terminó hace mucho. Pero si a mi novia le da miedo, puedo dejar la motocicleta y usar el auto.

El corazón de Katheryn latió con fuerza, pudo ser por la declaración de Jackson, su cercanía, su forma de llamarla o la mezcla de todo junto.

Ya estando en camino hacia la escuela, Jackson bajó un poco el volumen de la radio.

—Estuve pensando sobre los posibles nombres por los que podrías llamarme —sonrió viéndola por un momento y volviendo la vista en la carretera—. Me gustaron Cariño, Bebé, Amor...

—Espera ¿Qué? —interrumpió Katheryn conteniendo las ganas de reír— No me molestan las cosas cursis pero ¿Tiene que ser así?

—Te estoy dando opciones, me encantaría que me llamarás por cualquiera de estos nombres.

—Tal vez con el tiempo lo haga, pero por ahora me quedo con Jackson.

A él no le pareció bien la idea. Quería que fueran como una pareja real, de aquellas que se hablan como idiotas, se besan cada tanto y se llaman con ridículos nombres. Pero también tenía que llevar las cosas con calma, quería que Katheryn se sintiera cómoda con él y que su presencia le fuera agradable.

—Bien, entonces ¿qué te parece si salimos este fin de semana? —inquirió sin dejar de sonreír. No había dejado de sonreír desde aquel día en la rueda de la fortuna.

—¿Una cita?

—Ajá. Sólo tú y yo. Será divertido.

Ella lo meditó un segundo y asintió.

—Sí, me vendría bien salir.

—De acuerdo, pensaré en un lugar al cual llevarte —comentó él—. O si hay algún lugar al que quieras ir, puedes decírmelo.