Capítulo Doce

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¡Maldición!

La alarma no sonó. ¿Por qué no le avisaron que se estaba haciendo tarde? Perdería la primera clase y no quería darse mala fama. No debió quedarse hasta altas horas de la noche hablando con sus amigos, en definitiva, el celular era un mal amigo.

—Katheryn, creí que no irías a clases, ya es tarde —dijo su madre desde el sofá al verla bajar de la planta alta—. Tu padre se ha ido, también pensó que no irías a la escuela.

—Nunca me ha gustado faltar —murmuró Katheryn dirigiéndose a la cocina—. No importa si es tarde.

Sacó un par de manzanas de la canasta de frutas, guardó una en su mochila para la hora del almuerzo y la otra comenzó a comerla mientras salía de casa.

—Nos vemos al rato

—Con cuidado —dijo su madre—, Date un poco de prisa, quizá alcances a llegar a tiempo.

Katheryn no respondió. Cerró la puerta y colgó la mochila en su hombro. Dió unas cuantas zancadas hasta avanzar un poco, pero su poca estatura sólo significaba una cosa: piernas cortas. Generalmente todo le molestaba de su estatura, se le dificultaba alcanzar cosas que se hallaban muy alto, se perdía fácilmente entre las multitudes y sobre todo, cada vez que quería llegar rápido a algún lugar, no lo conseguía. Odiaba aquello, pero no podía hacer nada al respecto, sólo intentar aumentar su estatura con algún deporte como el baloncesto.

—Se te pegaron las sábanas al cuerpo ¿cierto? —dijo una voz burlona detrás de ella.

Katheryn desvío la vista al instante en el que reconoció a aquél molesto chico rubio.

—No eres quién para burlarte —dijo ella—, a ti también se te hizo tarde.

—No era una burla —se indignó él—, sólo era la observación. Estamos en la misma situación, ¿no crees que es el destino?

Katheryn soltó una risa sarcástica.

—Sí, seguro es eso.

—Vamos Kate, no seas tan seca. Puedes ser más profunda con tu forma de expresarte —el chico hizo exagerados ademanes con los brazos—. No te verías tan gruñona.

Katheryn le frunció el ceño y golpeó su frente con la palma de la mano.

—Te he dicho que no me llames Kate —espetó.

—Pero es un lindo nombre —se defendió él—. Me encanta el nombre de Katheryn, pero eso de Katy no me agrada —confesó con una leve mueca de desagrado—. Kate te queda mucho mejor, porque soy yo quien te lo dice.

—Sabes, ni siquiera sé porque sigo perdiendo mi tiempo contigo —agregó fastidiada y trató de ir más rápido.

—Okay, okay. No te enojes —dijo él alcanzandola—. Sólo quiero ser tu amigo como en los...

—¡No! —reclamó interrumpiendo lo que iba a decir—. No quiero ser tu amiga por muchas razones —él la miró sin dar crédito a lo que escuchaba—: No te conozco, no me agradas, no somos iguales y el que seamos vecinos y estemos en la misma clase no quiere decir que debamos ser amigos ¿bien?

El chico la vio con la mirada decaída, ahora sabía que ella no lo recordaba. No debería culparla pero ¡Demonios! ¿Por qué lo trataba así? Ella no era de esa forma ¿por qué había cambiado tanto?

—Te equivocas —musitó él—. Con el tiempo se darán las cosas y verás que tan equivocada estás.

Katheryn notó aquella mirada de tristeza en él. ¿Había sido tan dura? Se dijo que ella no tenía la culpa, él era el idiota que seguía insistiendo cuando ella le dijo que no le hablara.

Things Of Love |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora