Capítulo 4

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Presente

Me sigue ardiendo el brazo. Quiero arrancarlo. Me siento terriblemente sucia. Cada vez que levanto la varita la veo, recordándome la traición a mi hermana. Que ahora está a salvo con los Weasley.

Mulciber, el antiguo prometido de mi hermana no deja de seguirme siempre por la masión Malfoy, atosigándome a preguntas que no le respondo. Él también tiene la marca, y se piensa que tiene derecho alguno sobre mí. Pero yo no soy como May.

—Si vuelves a acercarte a mí te mataré —le amenazo, dejando que la manga de mi túnica caiga. Él no sabe que la tengo. Pero ahora sí.

—Me gustan las chicas con carácter —dice, y no puedo evitar pegarle una patada en los huevos.

Sus ojos se abren de par en par, sorprendido por mi acción. Cae al suelo, sin poder respirar del dolor. Y no puedo evitar sonreír. No soy como May, nunca lo he sido ni nunca lo voy a ser.

Por un momento pasa por mi cabeza la idea de huir. De seguir con el plan que le había contado a May. Y a Fred.

Pero desecho el pensamiento en cuanto me acuerdo de la mirada agradecida de George. Sabía parte del plan, principalmente porque tenía que sacar a May del pueblo muggle cercano a nuestra casa cuanto antes mejor. Y tenía que convencer a George de que la sacara de allí lo más rápido posible. Unas pocas mentiras y todo había funcionado a la perfección. May estaba a salvo y yo podría seguir protegiéndola. 

  — April, ¿has visto a Draco? —me dice Cissy, que mira nerviosa a su alrededor. Como si no quisiera estar aquí—. Me dijo que la reunión solo tomaría unos minutos. 

  — Cuando he salido de allí todavía estaba dentro, tía Cissy — le digo, y ella me sonríe amablemente. Sé que prefería a May, no por nada es su madrina.  

— ¿Quieres un té? Podemos esperar a Draco juntas, seguro que tu padre también sale pronto y os podéis ir pronto a casa— dice, y asiento rápidamente, acompañándola a la cocina. —Sé que no soy tu madrina, pero Deméter no puede salir de casa y... si necesitas algo estoy aquí. 

  — Estoy bien, Cissy, no necesito a mi madrina, entiendo que está muy ocupada con Daphne y Astoria — digo, y bebo rápido el té que me acaban de traer. Tiene leche y miel, es de canela y además está a la temperatura perfecta. 

  — Con lo que ha pasado con May yo... pensaba que... 

— May tenía otros intereses tía Cissy, no podía dejar que mancillara el apellido familiar  — la interrumpo rápidamente, no quiero que nadie sepa la verdad. Ni si quiera la madrina de mi hermana. Porque no sé a quien le debe lealtad —. ¿Tú no harías lo mismo por tu familia? 

  — Por supuesto — me contesta rápido, tanto que por un instante pienso en contar la verdad sobre donde esta May. Apoyarme en ella para salir de aquí corriendo—. Y por el Señor Tenebroso, le debemos todo. 

Tan rápido como ha aparecido la idea de contar todo a Cissy lo olvido. No puedo confiar en ella. Su lealtad es únicamente a su familia y no va a arriesgarse por nadie más. Ni si quiera por su ahijada. O la gemela de su ahijada. 

— Vaya, ya es tardísimo, creo que esperaré en casa a padre, no quiero dejar más tiempo sola a madre. 

No dejo que tía Cissy me diga nada más y me levanto rápidamente del taburete, tirándolo por el camino para que los elfos domésticos lo recojan. Tengo que meterme en el papel de heredera de los Avery. De mortifaga.

Voy directamente a la chimenea, murmurando Mansión Avery antes de que vuelvan a llamarme. No quiero estar ahí para lo que sea que quieran. Cómo recompensa por haber matado a May, me han dejado elegir mi zona. Y ha sido vigilar el callejón Diagon. Mentiras y más mentiras han bastado para que me den ese lugar, no en exclusiva pero es algo por lo que pelearé más adelante. La excusa de ellos llevaron a May por el mal camino, el de amar a los sangre sucia y adoptar sus costumbres bastó para que El Señor Tenebroso me diera lo que quería. Poder vigilar a los Weasley.

—Madre, ya estoy en casa —digo nada más salgo de la chimenea, a pesar de saber que no me va a contestar. Lleva sin hablarme días, no va a empezar a hacerlo ahora.

Subo directamente al cuarto de May, sabiendo que volverá a estar en la cama de mi hermana. Quiero decirla que está viva, que está bien. Pero no sé si está bien.

—¿Madre? —pregunto a la oscuridad del cuarto de mi hermana, no ha corrido las espesas cortinas que May adora y no entra ni un solo rayo de luz. Por lo que voy y las abro, para encontrarme a mi madre con una botella de whisky de fuego en la mesilla—. Ojalá pudiera decirte la verdad.

Mi susurro se lo lleva el viento, madre no se mueve y por un segundo temo que se haya intoxicado hasta la muerte. Me acerco lentamente, y entonces es cuando la veo respirar. Despacio, pero lentamente. Cojo la botella y le doy un trago, me quema la garganta según baja, pero no puedo más. Dejo la botella y empiezo a toser, sin poder parar. Nunca bebo, y no estoy acostumbrada a hacerlo, pero ahora lo necesito.

Cojo la botella y la llevo a mi habitación, para dejarla escondida. Hoy no tengo que hacer nada y pienso bebermela entera. Vuelvo a la habitación de May, y entonces miro. El armario está vacío, se ha llevado alguno de sus libros y las fotos que tiene en la mesilla. En una sale con George, durante nuestro sexto año, cuando empezaron a salir y eran felices sin saber la que se nos venía encima. La hice en la salida de San Valentín a Hogsmeade, a la que fui engañada por mi hermana y en la que acabé volviendo a pelear con Fred por la cámara.

—Madre —la llamo, sacudiéndola. No quiero seguir por el camino de los recuerdos—. Madre, vamos, no deberías estar aquí.

—¿May? —dice, abriendo los ojos lentamente. No distingue nada, y no puedo evitar seguirla la corriente.

—Si mamá, soy May —susurro, como solo mi hermana sabe hacer. Cómo solo yo sé hacer cuando estoy con ella. Ella es la única que puede verme débil, sin defensas—. Estoy bien, estoy a salvo, tenía que venir a avisarte.

—Pero April trajo tu cuerpo —dice, y yo aumento la mentira. Solo eso puede animarla ahora.

—Eso es lo que cree ella, es sólo una chica muggle que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. April cree que soy yo y tienes que dejar que lo crea, no puedes decírselo, ¿lo entiendes mamá?

Madre asiente, y entonces me abraza. Lleva sin hacerlo años, igual que yo llevo sin abrazarla años. Llevo sin un abrazo desde que se fue May. Y quiero llorar. Y como soy May me permito hacerlo.

—Oh mi niña, no llores —dice madre, consolandome, y yo la abrazo más fuerte—. Tu hermana se dará cuenta de que está haciendo las cosas mal e irá contigo.

—Tengo que irme antes de que vuelva, recuerda que cree que estoy muerta y que me ha matado ella. Tienes que dejar que se lo crea, mamá, estoy bien de verdad, no te abandones —le digo, sujetándola las manos a la vez y ella asiente—. Cuida de April, mamá.

La vuelvo a abrazar y entonces me levanto de la cama para salir de la habitación y volver al salón. No voy a dormir hoy en casa. No puedo hacerlo.

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¡Cuarta semana de Primavera! Diría algo, pero... Ña, no tengo nada que decir ;-;

Primavera [Fred & George Weasley] [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora