Capítulo 88

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Presente

May me abraza tan fuerte que me deja sin aire. No deja de llorar y de insultar al tribunal. Ya sabía que iba a pasar esto, Kingsley también lo sabía y por eso había permitido que la sesión fuera a puerta cerrada. Nuestra única oportunidad era que lo contara todo, las torturas, las cicatrices físicas y psicológicas que me habían dejado y no quería que nadie más lo supiera. No quiero su pena, su lástima. El tribunal había sido otro distinto al que habían tenido Draco y Cissy, uno mucho menos benevolente y al que no le importó nada de lo que había hecho a favor o en contra del régimen del Señor Tenebroso.  Supongo que haberle llamado así más de una vez no había ayudado.

—May, sueltame —le digo, pero ella niega y me abraza aún más fuerte—. Por favor, May.

—No te vas a ir otra vez —no sé como consigo entenderla entre tanto llanto, pero lo hago y supiro—. Me iré contigo.

—No seas boba —la digo, pero ella sigue sin soltarme—. Por favor, May.

—¡No!

Sé que no se mueve por voluntad, al igual que yo no me quedo en la silla queriendo. Las cadenas salen por todas partes y May chilla aún más. Mi varita la tiene el tribunal, así que tampoco puedo alejarla de aquí, no puedo dejarla inconsciente para que no vea esto. Sabía que no tenía que haber venido, tenía que haberse quedado en La Madriguera, como todos los demás.

—Se ha presentado un recurso. La acusada irá a Azkaban mientras que se resuelve.

—¡Déjenla fuera! —vuelve a chillar May, y decido cerrar los ojos e intentar ignorar sus gritos. Su llanto. No puedo seguir escuchandola.

—Por favor, abandonen la sala —dice Kingsley y dudo que les de tiempo a hacerlo porque a los pocos segundos se oye como las puertas se cierran de golpe—. La acusada será llevada a Azkaban hasta que se resuelva el recurso. Una vez se dicte sentencia se volverá a traer a la acusada y se le informará.

Abro los ojos en cuanto noto como me están tocando y quiero chillar, pero cuando veo que es Kingsley me tranquilizo. Es amigo, no enemigo, no hará nada que pueda hacerme daño. Supongo que entiende más por lo que he pasado porque su agarre es realmente suave y solo me dirige por la sala. Hermione, Harry y Ronald siguen dentro, mirando el espectáculo que está ocurriendo ante sus ojos.

Me sacan de la sala con las cadenas puestas y, en cuanto cruzamos la puerta, vuelvo a oír los gritos de May. Que intenta lanzarse hasta mi, pero George consigue sujetarla a tiempo. Ginny intenta sujetar a Fred, pero no llega a tiempo y él sí que llega a mi lado. Kingsley me suelta y levanta la mano para que los aurores que nos acompañan no le frenen.

—Vamos a concederles una breve despedida —dice, rápidamente y todos parecen acatar sus órdenes sin más.

—Nos vamos, tú y yo, a nuestra casa, todavía no he levantado el encantamiento Fiddelio y solo George sabe donde está, no dirá nada, él nos conseguirá comida —me susurra al oído y no puedo evitar reírme entre las lágrimas. Ni siquiera sabía que estaba llorando—. Le daré un papel para que se lo de a May y ella también pueda venir a vernos, estaremos bien, vámonos.

—Dile a May que la quiero y que no se preocupe por mí —respondo en cambio y él niega.

—No, no es una despedida.

—Y a ti también te quiero, lo siento por no haberlo hecho mejor, díselo también —insisto y él vuelve a negar—. Cuida de ella, por favor, cuida de May.

No sé que va a decir porque entonces parece que los aurores se cansan y le apartan a la fuerza. May sigue chillando y ya solo puedo mirarla a ella. La he roto más por no ser lo suficientemente buena con la defensa. Por no ser mejor. Ni siquiera puedo decir nada más porque las cadenas aprietan y me llega un hechizo silenciador. Por mucho que abro la boca no puedo gritarle nada a May, no puedo decirle que no se preocupe por mí. No puedo decirle que viva su vida, que disfrute al lado de George. Tengo lo que me merezco, lo que he provocado yo sola por haberme unido a los mortifagos y no haber huído.

Primavera [Fred & George Weasley] [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora