Primavera [Fred & George Weasley] [EN PAUSA]

Capítulo 49

Presente

La Navidad es extraña. A pesar de todo lo que está pasando ahí fuera, los Weasley consiguen que esta Navidad esté apartada de todo lo demás. Por supuesto no se olvida que Harry, Ron y Hermione están ahí fuera luchando por salvarnos a todos. O que Percy sigue muy enfadado con su familia y no quiere ni verlos. Tampoco se olvida que Bill y Fleur han rechazado la invitación de venir a cenar esta Nochebuena a La Madriguera porque querían pasar su primera Navidad como recién casados. Yo no olvido que April sigue por ahí fuera, sola, después de todo lo que ha pasado. Tampoco olvido como salió corriendo una vez más, pero Fred si olvida sus ganas de recordar, lo cual me alivia en cierta forma.

Fred y George hicieron muchas bromas relacionadas con la ausencia de Bill y Fleur, lo cual hacia que todo fuera más divertido ya que las caras de la señora Weasley eran todo un poema. Ginny reía, a pesar de las heridas que tenía causadas por los Carrow en su última semana en Hogwarts y que seguía en su intento de aceptar a Fleur en la familia -aunque por mucho que ya no le gustase, era su cuñada, así que no le quedaba mucho por hacer que no fuera aceptarla, algo por lo que trataba de luchar todas las noches-. Ginny me había estado contando como era la situación allí, y me comprometí a ayudarles con comida, bebida e información. Incluso podría ayudarles con multitud de hechizos y pociones sanadoras. Lo único que tenía que hacer era llegar hasta Cabeza de Puerco y Aberforth Dumbledore haría todo lo demás por mi. Al menos eso me había dicho Ginny. Y ya que no podía hacer ningún tipo de misión para la Orden -porque no dejaban de insistir en que era demasiado reconocible, ya que no podía salir de La Madriguera había vuelto a mi rubio natural después de mucha pelea con distintos hechizos ya que el tinte muggle no había quien lo sacara, y mucho menos al haberme teñido de pelirroja-, me conformaría con hacer eso a escondidas de todos.

Durante la cena estuvimos riendo y comiendo todo lo que la señora Weasley iba haciendo llegar con un movimiento de varita. Esta vez ni siquiera me había molestado en intentar ayudarla ya que había estado ocupada tratando de ayudar a decorar el árbol de Navidad. Lo habían dejado para el último momento ya que era cuando Charlie iba a estar también en La Madriguera. Él, al igual que los gemelos y el señor Weasley si que contaban con distintas misiones para la Orden, por lo que salían y entraban de La Madriguera de forma constante. Siempre tenían que tener un cuidado excesivo ya que estaban vigilados por mortifagos, además de que tenían que seguir fingiendo ir a sus trabajos. Fred y George iban todos los días a la tienda para asegurarse que todo seguía en orden y traer más material para guardar en la habitación de Percy, que se había convertido -a pesar de las quejas de la señora Weasley- en un almacen para los artículos de broma que posteriormente enviaban vía lechuza. Todo el trabajo había cambiado y ahora solo se respondía a pedidos que venían con una contraseña que tenían los clientes más fieles, es decir, todo el alumnado de Hogwarts. Cuando llegaban a su destino, la misma contraseña valia para poder abrir el paquete -porque los gemelos no eran tontos, el paquete se dividía en dos partes, una para inspección que pasaría los filtros de los hermanos Carrow y otra con el verdadero pedido, de esa forma las pociones de amor seguían entrando en Hogwarts, al igual que las bombas fétidas, las orejas extensibles o los surtidos saltaclases-. Una vez que el cliente recibía el paquete se le informaba de la nueva contraseña y la nota se autodestruía, dejando un bonito rastro de confeti.

Por su parte, Charlie acudía a la reserva de animales mágicos de Reino Unido, donde mantenía el contacto con la reserva de Rumanía y sus compañeros allí. Había conseguido convencerles de enfrentarse al Señor Tenebroso cuando llegara el momento, al igual que había conseguido la ayuda de Francia, Alemania, España, Noruega y Suecia. Seguía en conversaciones con gran parte de los países europeos, como los italianos, que parecían estar a punto de aceptar según lo que contaba Charlie.