Capítulo 108

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Presente

Estaba en clase, en una de mis favoritas, Historia de la aquitectura: diferencias entre magia y maquinaria cuando la estúpida lechuza entró por la ventana. Por supuesto, primero llegó la queja de la profesora Davies, que no dudó en echarme la bronca cuando la lechuza dejó la carta en mi mesa. Luego se acercó, lista para confiscarla y entonces vio en la parte trasera el sello del Ministerio de Magia. Así fue como todo el mundo se enterró de que tenía cierta relación con el Ministerio y mi apellido real, el que figuraba en los registros del Ministerio de Magia Británico. Tampoco tardaron en darse cuenta de que el pelirrojo que aparecía los viernes a última hora por la universidad era Fred —¿cómo no habían hecho la relación entre el apellido que figuraba en los registros?— y pronto se encuentra siempre rodeado porque todos querían saber sobre la próxima apertura de una tienda de Sortilegios Weasley fuera de Reino Unido. Las noticias del negocio habían llegado a todas partes de Europa con una gran rapidez teniendo en cuenta todo lo que había sucedido en los dos últimos años. Y, por supuesto, siempre le dicen lo mucho que lamentan la muerte de Percy antes de salir corriendo porque me han visto llegar.

Esperaba que me tuvieran miedo en cuanto conocieran quien era en realidad.

La misma noche en la que recibí la invitación, volví a La Madriguera, donde para mi sopresa incluso Hermione y Ginny estaban allí. Probablemente porque McGonagall había considerado que necesitaban un fin de semana en casa, no eran las únicas que habían recibido invitaciones formales del Ministerio y todos ellos habían sido devueltos a sus casas mediante la red flu, en un intento de que se calmasen los ánimos en el colegio. Claro que en las casas tampoco era buena idea estar.

Toda la casa era un completo caos. May y George discutían sobre un trozo de pergamino —más tarde conseguí entender que era de Kingsley que le pedía a May que, por lo que más quisiera, fuera a Azkaban a hacer las fotos para El Profeta y me presenté en el Ministerio de Magia con George y un montón de polvos pica-pica listos para metérselos en los pantalones por atreverse siquiera a sugerirlo—, Fleur y Bill hablaban con la cabeza de Charlie que estaba en la chimenea mientras que Molly estaba intentando ser calmada por el señor Weasley. En otro lado teníamos a Ron y Hermione, los dos mirando el sobre como si fuera el fin del mundo —¿cómo habían conseguido Hermione y Ginny volver a Hogwarts después de todo?— mientras que ignoraban a Ginny, que no dejaba de moverse por todo el salón hablando y gesticulando sin parar mientras que Harry contestaba con un tono bastante sarcástico que, si le hubiera oído, sin duda estaría con Dodee en el gallinero.

— ¿De qué va todo esto? —le dije a Fred mintiendo—. ¿Qué hacen aquí Hermione y Ginny? ¿No deberían estar en el colegio?

— ¿No has recibido la invitación?

— No tengo ni idea de lo que me estás hablando —dije y me giré para intentar que Molly dejara de estar llorando sin parar.

Mentir no estaba bien, claro que no, pero no iba a ir y era la mejor forma de librarme de ello. Al menos hasta que volvieran, pero no iba a ir. No podía ir cuando, para lo único que servía hacer algo así, era volver a tener pesadillas. Así que me había quedado en mi apartamento después de salir de la universidad para poder estudiar tranquilamente. 

Pero no podía concentrarme porque no dejaba de mirar la chimenea, esperando a que Fred apareciera. Porque iba a aparecer y probablemente estaría enfadado. Estaba claro que no iba a poder estudiar, así que lancé los libros contra el sofá y fui directa a la cocina. Quizá algo de cenar y unas velas en la habitación podrían funcionar para distraerle. 

— ¿Por qué has mentido? —es lo primero que sale de su boca cuando aparece por la chimenea unas horas después. La celebración había comenzado tan solo media hora antes y, a pesar de que no me giro, sé que tiene el ceño fruncido. 

Primavera [Fred & George Weasley] [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora