Cap. 8 -. Un dulce beso

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Orgulloso de mí mismo llegué a casa sintiendo paz interior por haber salvado a Serena de las garritas de Seiya, ahora ¿cómo podría decirle todo lo que descubrí de él? Para decirlo tendría que contarle toda la verdad pero me aterra lo que pueda pasar.

—Darién; Serena está abajo... Quiere verte —entro mi madre y pensé ¿y ahora que? ¿Que hago?

—. Me levanto de golpe de la cama y le pido a mi madre que le indique que suba a mi habitación, Serena y yo hemos sido amigos por siempre y es una petición que a mamá no le sorprende. —esta bien cariño.

—. Hola, ¿cómo estás? —entra y se deshace de sus zapatos, se sienta en mi cama y sube sus piernas poniéndose cómoda como siempre lo ah hecho.

—. Pues... Bien y a ti... ¿Como te fue en tu cita? —intento calmar mis nervios.

—. Mmm... Fue un desastre, bueno... Al principio todo iba bien pero después algún niño comenzó a tirar palomitas y Seiya se levantó totalmente loco y grito cosas estúpidas... Dios fue un desastre, me mostró esa personalidad que tanto odio.

—. Lo siento... Oye ¿Quieres dar un paseo? Te debo algo lindo por haberte abandonado hoy. —sonreímos al unisono.

—. Ella se reacomodo en la cama y emocionada me dijo. —esta bien, llévame a dar un paseo para que se me olvide la estúpida cita que tuve con Seiya... —la tome de la mano y salimos corriendo de casa.

Subimos al Jeep y mientras conducía ella puso música, escuché sonar una de sus canciones favoritas “Movimiento del corazon” sonreí al escuchar como la cantaba a todo pulmón, era hermosa cuando sonreía sin medir, bailaba como poseída y eso me daba aún más ánimos, reíamos a carcajadas mientras la gente nos veía extrañada al pasar pero no nos importaba, ella y yo éramos felices así... Solo estando juntos.

—. ¿Donde estamos? —me pregunta al notar que estamos entrando por un camino rocoso, el aire se refresca y los árboles comienzan a parecer más frondosos, el follaje cada vez más alto y hermoso, sus ojos llenos de asombro y su sonrisa aún más especial.

—. Es un lugar que conozco desde pequeño, me gusta venir aquí a pensar de vez en cuando, mi padre me traía aquí de pequeño, veníamos a pescar. —ella sonríe y asiente con la cabeza.

—. Jamás me lo habías contado, creo que aún existen cosas sobre ti que no conozco, a pesar de ser amigos desde siempre parece que jamás terminas de conocer a las personas. —tenía razón, yo tampoco conocía cosas de ella que ahora eh comenzado a ver y me encantan.

Llegamos a un enorme lago, había un muelle desde donde podías pescar, como era un lugar escondido nadie llegaba y eso lo hacía aún más perfecto, bajamos del auto y Serena corrió al muelle, se sentó y se quitó los zapatos metiendo los pies en el agua, parecía una chiquilla y eso era hermoso, baje del coche los caramelos y papitas que habíamos pasado a comprar, jugos y agua para tomar, me senté a su lado y le ofrecí una bolsita de bollos de canela.

—. Es hermoso... Muchas gracias por traerme aquí, a veces quisiera escapar a un lugar como este. —dijo observando todo con admiración sin dejar de juguetear con el agua.

—. Pues te lo comparto, solo guarda el secreto si... —sonreí con dulzura.

—. Está bien... lo prometo, Darién... dime algo ¿Porque te gusta tanto Mina? ¿Que tiene ella de especial? —pregunto mirando el esplendor del lago.

—. Me di cuenta con esa pregunta que en realidad jamás había pensado en eso, en principio me gustaba por su belleza pero jamás me di a la tarea de saber más sobre ella y por lo poco que eh conocido en verdad no me a quedado ganas de volver a verla, es una persona muy engreída y déspota y eso no me gusta para nada... —la verdad, lo único que me gustaba era su belleza pero... Ahora que eh pasado tiempo con ella me eh dado cuenta que no es como yo la imaginé, no es... — hice una pequeña pausa — No es como tú...—sonreí mirando su rostro.

—. Ella me miró sorprendida por la comparación. —¿Como yo? ¿Porque lo dices? —pregunto dudosa con el rostro evidentemente ruborizado.

—. La mire a los ojos, directamente a sus bellos y grandes ojos azules y me sumergí en ellos. —tu... eres generosa, eres dulce y alegre, no te importan las cosas lujosas ni los autos y tampoco la moda y eso me gusta, no estás obsesionada con la ropa que te pondrás, tu solo entras en tu closet y lo primero que tomas es lo que usas y es perfecto, es genial que sonríes con todo, una simple bolsita de papas te emociona. —Serena sonríe por lo que le digo y se acerca un poco más a mi hasta dejar su cabeza recostada en mi hombro. —aquello me causa escalofríos y mi piel se eriza al contacto.

—. Es lo más bello que me han dicho, nunca creí causar esa sensación en una persona. —sonreímos a carcajadas.

—. Eres un caso Serena, en verdad... Pero amo tu forma de ser. —ella levantó la mirada y me observó directo a los ojos sonriendo como solo ella podía hacerlo.

Sentí que mi piel se erizo de nuevo por completo al sentir sus ojos penetrando los míos, nos miramos por varios minutos y entonces como si de un par de imánes se tratara nuestros rostros se fueron acercando un poco más a cada segundo, veía sus bellos labios rosas y sentía un deseo inmenso de probarlos, nos acercamos un poco más hasta que en un momento fugaz nuestros labios se tocaron, cerré los ojos para sentir su textura, mi mano derecha subió por su espalda y la de ella a mí rostro acariciando mi mejilla haciendo un poco más íntimo ese momento que por tanto tiempo se había postergado, fue un dulce y cálido instante, infinitamente bello y lleno de calides, nos separamos después de un par de segundos y juntamos nuestras frentes con los ojos entrecerrados recobrando el aliento, no sabíamos cómo había pasado aquello pero había pasado y había sido bellísimo.

—. ¿Que es lo que acaba de pasar? —pregunto Serena separándose de mi mirando fijamente el agua bajo sus pies, nerviosa por mi respuesta.

—. No lo se... Yo... Lo siento Serena es que, te juro no se lo que me pasó, perdóname. —dije esperando alguna respuesta de su parte.

—. Darién... No sé qué es lo que pase, pero eres mi mejor amigo y... Bueno, dime... ¿Tú sientes algo por mi? —pregunto girando su rostro para verme a los ojos.

—. No sabía que decir, no quería perder su amistad, no quería que ella me odiara si no funcionaba y entonces hize la estúpides más grande. Lo negué... —yo, te quiero Serena pero igual eres mi mejor amiga, no quiero arriesgar nuestra amistad, solo fue un beso... Dejémoslo así, ¿Está bien?.

No pude notar que aquellas palabras la destrozaron por completo, fui un idiota y no pude ver que ella sentía algo más por mi, algo que estoy tan seguro existía en su corazón desde siempre, que tonto había sido que jamás pude ver el amor que yacía junto a mi, aún lado para ser más específico, ahora la eh lastimado y más tarde me arrepentiría de ello, lloraría por ella y en ese momento aún no lo sabía.

—. Tienes razón... Es... Solo un beso, olvidemos todo. —dijo intentando ocultar su enorme tristeza.

Nos quedamos solo un poco más pero el momento se volvió incómodo, antes de lo imaginado nos retiramos de aquel lugar en completo silencio, no sabía que decir y solo conduje en silencio, ella miraba por la ventana triste y llena tal vez de sentimientos encontrados, hundida en sus pensamientos... Pensamientos que me gustaría haber podido leer.

Llegamos a casa y aparque, ella me miró y sonrió tímidamente abriendo la puerta del auto.

—. Gracias por el paseo, nos vemos mañana. Descansa. —se despidió sin siquiera mirarme, ella solo se alejó de mi.

Como un completo imbécil solo asentí con la mirada y sonreí levemente para ella observando cómo se alejaba, me odie por haber hecho aquello pero si de algo estaba seguro era que no me arrepentía de haber por fin podido sentir la suavidad de sus labios sobre los míos, me estaba volviendo loco con todos estos sentimientos que inundaban mi mente y que no sabía cómo controlar.

Aposte al AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora