Cap. 40 -. La propuesta

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Después de un par de días y de aquella bella noche que pasamos, al fin debemos regresar a nuestra realidad, una realidad que trae consigo nuestro futuro entre sus manos obligándome a pensar en el pasado que antes decidí dejar atrás, no eh sabido más de Seiya y para ser sincera pienso constantemente en él... No porque desee volver a su lado si no porque intuyo el dolor que probablemente esté pasando.

Mis padres y los de Darién están felices por la noticia que les dimos con respecto a nuestro compromiso, ellos sabían desde que éramos niños que lo más seguro era que nuestro amor terminará así... En matrimonio, todo parece haber pasado tan rápido que apenas y eh tenido tiempo para asimilar las cosas, la noticia llega hasta londres donde mis amigas me felicitan y me obligan a jurar que ellas serán mis damas, sonrió ante su petición... Realmente no había pensado en ello aún, estoy anciosa pues esta noche Darién me invitó a salir, estoy esperando con ansias que llegue el momento, deseando verlo de nuevo...

Darién

La observó a través de mi ventana, tan hermosa que aún no puedo creer que de nuevo sea suyo, la felicidad embarga cada poro de mi piel y ahora solo quiero estar junto a ella, sin perder más el tiempo, sin dejar pasar ni un segundo sin poder decirle cuánto la amo y cuan feliz soy a su lado.

De pronto un par de toques en la puerta me obligan a salir de mi ensoñación, es mi madre quien entra un poco seria lo cual me sorprende...

—. ¿Qué sucede? ¿Porque esa cara mamá? —pregunto sonriendo mientras volteo sentado sobre mi silla giratoria para verla de frente.

—. Alguien... Te busca hijo... —murmura apenas audible —es el ex prometido de Serena... —suelta bajando la mirada.

Puedo sentir que mi rostro se descompone en una mueca de absoluto desconcierto, me pongo de pie algo titubeante y coloco sobre el escritorio a mi izquierda una pluma que yacía en mi mano, no digo nada más, solo salgo en busca de saber que es lo que Seiya quiere... ¿Porque ah venido a mi?. Bajo las escaleras lentamente intentando contener el aliento de incertidumbre que emana de mi cuerpo, llegó hasta la sala y lo veo ahí de pie frente al ventanal y noto inmediatamente su semblante demacrado y triste.

—. Hola... —hablo para llamar su atención.

—. Seiya voltea a verme y sonríe nerviosamente, suponiendo que su visita tal vez no sea tan grata —Hola Darién...

—. ¿Qué haces aquí Seiya? —pregunto guardando mis manos en los bolsillos, me acerco a paso lento hasta quedar a una distancia que considero razonable.

—. No quiero que te preocupes... No eh venido en busca de problemas, solo quiero decirte algunas cosas. —sentencia soltando un pequeño suspiro.

—. En realidad no me preocupa... —suelto vacilante admirando su rostro confundido —no quise sonar pretencioso es solo que... Bueno... Serena me contó lo que paso y me pareció muy grato escuchar que la entendiste. —aclaro para evitar una discusión.

—. No... No fue pretencioso, en realidad es de ella de quién eh venido a hablar... —afirma con seriedad.

—. Dime... —exigo con la misma seriedad.

—. Yo... Solo quiero pedirte que la hagas feliz, yo... Me equivoqué antes por mentirle cuando le llamaste, realmente crei que podría llegar a enamorarla como tú lo hiciste —de pronto guarda silencio bajando la mirada. —...Ella siempre te ah amado y yo... Siempre lo supe, jamás me miró de la misma forma en la que lo hacía contigo y sin embargo me aferre al poco amor que ella podía ofrecerme... Pero hoy, eh comprendido que tú eres su felicidad y bueno... Quería pedirte una disculpa por todo lo que te hice y más que eso... Decirte que la cuides y la ames como ella se merece...

—. Sonrió al escuchar sus palabras y me acerco extendiendo mi mano hacia él... —te aseguró... Qué mi intención siempre ah sido hacerla feliz y amarla como ella bien dices... Se lo merece, te agradezco tus palabras y tu sincera disculpa y quiero que sepas que la cuidare siempre...

Seiya titubea un poco para tomar mi mano pero al final lo hace, me sonríe levemente y se despide deseandonos la mayor de las suertes y toda la felicidad del mundo, lo aprecio mucho y sonrió porque lo haya hecho.

La noche llega y salgo en busca de mi prometida, llegó hasta el pórtico de su casa y llamo a la puerta y entonces ahí está, tan hermosa con un vestido en color rosa que hace lucir sus bellos hombros descubiertos, le pedí que se arreglará para una cena y al verla me quedé estupefacto por su asombrosa belleza la tome de la mano y dejé sobre sus nudillos un dulce beso.

La conduje hasta el auto que esperaba por nosotros y le vende los ojos con un pañuelo de seda color rojo, objeto al principio pero después se alegró y entendió lo que yo quería lograr con ello. Mientras el auto avanzaba su curiosidad iba en aumento, después del largo recorrido al fin llegamos al lugar que había dispuesto para ella y para mí, le ayude a descender del auto mientras sostenía su mano entre la mía, el camino era un poco rocoso y se le dificultaba el andar pero segundos después nos detuvimos, me coloque detrás de ella y retire la venda de sus ojos.

Sus mirada se clavó en aquel muelle al que siempre acudíamos que yacía decorado con luces en los barandales y pétalos de rosas blancos desde el principio hasta el final donde una mesa pequeña para dos nos aguardaba, antorchas en las esquinas para hacer más tibio el lugar, una botella de champagne, velas sobre la mesa y flores en los costados, el lago brillaba por la luz de las antorchas y las luces que adornaban el muelle, las estrellas en el cielo y la luna enorme que acompañaban nuestra velada se veían hermosas.

Serena volteo a verme con el mirar cristalizado debido al llanto que tanto se esforzaba por ocultar, me abraza y me besa en los labios llena de felicidad, la conduzco hasta la mesa que nos aguarda, retiro la silla y la invitó a sentarse lo cual hace, yo la imitó y así comienza la cena, entre risas y la confesión de la visita de Seiya.

—. Todo esto es perfecto... —murmura admirando el esplendor del lugar. —gracias por hacer algo así de bello para mí es el momento perfecto.

—. No... —la interrumpo mientras me pongo de pie —el momento perfecto es este... —murmuro sacando del bolsillo una cajita en terciopelo color rosa, me arrodilló frente a ella y sostengo su mano entre la mía ante su mirada llena de asombro. —Serena... Yo... No puedo darte riquezas pero... Puedo darte amor, cariño, comprensión y fidelidad, yo... Te eh amado desde aquel primer día en el que te ví por primera vez bajar del coche de tu padre, parecías un hermoso angel y entonces supe que siempre te seguiría adonde fuese, te adore cada instante después de eso y aunque me equivoqué mi corazón no lo hizo y hoy estoy aqui... Para pedirte que te cases conmigo... Qué me dejes hacerte feliz... —exclamo deslizando sobre su dedo una sortija con un diamante en color rosa.

—. Ella se cubre la boca con su mano y solo mueve la cabeza en aprobación, las lágrimas resbalan por sus mejillas y sus labios por fin sonríen para mí. —si... Yo... Si quiero ser tu esposa, ¡Oh por dios! Jamás imaginé que todo esto fuera por esto... —sonrie para mí admirando la sortija en su dedo. —te amo tanto... Ya no puedo esperar para ser tu esposa, eh sido tuya desde siempre y lo seré hasta mi muerte...

Me pongo de pie y ella igual, me abraza y yo la beso tan feliz por saberme dueño de su corazón, todo esto parece un sueño, un bello sueño que me devuelve cada vez más aquella felicidad que jamás creí poder sentir de nuevo, la amo y aunque un día aposté el amor hoy se que nunca podría dejarla ir pues ella siempre ah sido la dueña de mi vida...

Aposte al AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora