Cap. 25 -. La ultima noche

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—En algún momento tendrás que decirme que rumbo llevamos... —exclama Serena mirando por el cristal de la ventana del auto que recorre el camino.

—. Sonrió divertido por el rostro incrédulo que mi hermosa novia me regala. —se pasiente cariño.

—. Eres realmente sorprendente amor y quiero que sepas que... —su voz se entrecorta —aunque muy pronto estaremos lejos yo... Jamás te dejare de amar, tú eres el amor de mi vida y lo serás por siempre. —exclama recostáda sobre mi pecho.

El corazón se me encoge por la tristeza que desborda cada palabra que sale de sus hermosos labios, suelto un leve suspiro tratando de contener el llanto que exige salir, me trago las lágrimas buscando demostrar fuerza frente a ella, la abrazo y dejo un dulce beso sobre su cabello bien peinado, volteo a mirar por el cristal buscando un poco de voluntad para poder seguir con todo lo que me espera y es que es tan duro y difícil tan solo imaginar que me tengo que alejar de ella, pues se ah convertido en la única razón por la cual sonrió, amo a esta mujer con todo mi ser y solo quiero ser lo mejor que pueda ser por ella...

Llegamos al lugar que ya está listo, saco del bolsillo un pañuelo con el que lentamente cubro los ojos de Serena mientras ella sonríe, bajo del auto y la ayudó a hacer lo mismo, el chófer tiene ya sus instrucciones así que inmediatamente después de descender el auto se aleja.

—. ¿Lista? —pregunto tomando su mano.

—. Contigo para lo que sea... —exclama ansiosa.

Me coloco detrás de ella y lentamente safo el pañuelo de sus ojos dejando ante ella un camino de antorchas que marcan el rumbo que debe tomar, levanta la mirada y se da cuenta que estamos en aquella misma cabaña donde fue nuestra primera vez, sin poder contener la creciente emoción que su cuerpo genera se lleva las manos a su boca tratando de contener la torrencial lluvia de lágrimas que se asoman por sus ojos azules, voltea y me sonríe, me sujeta de la mano y camino detrás de ella solo observando maravillado lo bella que ella es, llegamos al pórtico y levantó una maceta que esconde la llave, abro la puerta lentamente y ahí... Una hermosa y romántica escena la hace por fin... Llorar... Llora por los millones de pétalos blancos de rosa que decoran toda la estancia, por las velas blancas que arden sobre la encimera, la mesa de centro, el comedor y las mesas esquineras, baja la mirada y voltea hacia a mi y me abraza... Y ahí... Mis lágrimas resbalan por fin, libres de expresar el único y mágico amor que ambos sentimos uno por el otro, la magia que existe en cada uno de nuestros besos, la complicidad que siempre habrá en cada mirada y la locura que encierra este lugar...

—. Esto es hermoso... —murmura volteando para admirar mejor la decoración que se me ah ocurrido. —¿Cómo hiciste todo esto tan rápido? —pregunta curiosa entrecerrando los ojos.

—. Sonrió divertido por la expresión en su mirar. —cuando fuiste al baño le llamé al dueño y le pedí que me hiciera este favor y él... Bueno accedió, quería que todo fuera especial. —¿Te gustó?

—. Ella sonríe. —!me encanto¡

Entonces como si así estuviera escrito se lanza a mis brazos para devorar mis labios, mi cuerpo se enciende al simple toque de su piel, mis ancias locas por tenerla me envuelven sin poder controlarlas, el deseo insesante de arrancarle el vestido me está devorando la poca cordura que aún conservo cuando estamos solos, su olor... Sus labios... Sus manos... Sus ojos... Su cuerpo... !Todo¡ Toda ella me estruja el cuerpo entero demandando pasión.

Elevo mis manos hacia su rostro tomando sus mejillas ardientes en ellas dejando que mi lengua penetre hasta el último rincón de su boca, mientras sus manos suben a mis brazos los tocan y presionan con fuerza y desesperación, bajo el cierre de su hermoso vestido dejandolo caer al suelo, ella desabotona mi camisa y arroja por los aires el moño de mi cuello como en cámara lenta, eso me hace soltar una ruidosa carcajada, baja hasta mi cinturón y también se deshace de el de un tirón, admiro su bellísimo cuerpo, su maravillosa figura que no deja de estremecer a mil todas las células de mi ser, ese hermoso juego de lencería color rojo con encaje tan bello y ligueros sobre las medias que suben sigilosamente por sus piernas me provocan devorar cada centímetro de ella...

—. Eres la mujer más bella que existe... —siseo sobre sus oídos.

—. Me mira directo a los ojos y me regala una bella sonrisa. —te amo con todo este corazon... —levanta mi mano y la posa sobre su pecho a la altura de su corazón. —este corazón que si lo sientes... Late solo por ti.

La abrazo totalmente embelesado levantandola en brazos, camino hasta la recamara que al igual que la estancia está llena de velas y pétalos de rosas, la recuesto sobre la cama y poco a poco me subo sobre ella besando desde la punta de sus pies hasta llegar a su pelvis, ella cierra los ojos disfrutando el toque de mis labios, bajo sus bragas dejando solo las medias, hundo mi boca en su parte íntima haciéndola soltar un enorme gemido agudo que me excita aún más, Serena toma mi cabello con sus manos y me marca el ritmo a seguir subiendo y bajando sus caderas mientras mi lengua entra y sale de su pubis, momentos después subo nuevamente dejando rastros de mis besos sobre su abdomen que sube y baja acelerado por el ritmo de mis besos, llegó a sus pechos y los libero de la prisión del sostén, los tomo entre mis manos y devoro cada uno como si fuera la última vez, me deleitó al ver como ella goza de todo esto, su rostro es mi mayor motivación para seguir haciendo cada movimiento con mi lengua, sus manos rasgan mi espalda y aunque duele no me importa, es una clara señal de que algo estoy haciendo bien y me encanta... Me encanta ver cómo se deshinibe estando en la intimidad conmigo, pues ella se vuelve una fiera indomable incapaz de racionar.

Lleno de besos su cuello, su clavícula, sus orejas, sus mejillas hasta llegar a sus labios, me mira completamente excitada, abre sus piernas para darle paso a mi pelvis, rozo mi miembro en su intimidad dejando que sienta la dureza de mi excitado pene que late por el deseo intenso de yacer dentro de ella, bajo mis boxers y juegueteo un poco con su húmeda vagina, ella mueve su pelvis buscando introducir mi erección pero yo adoro que su humedad se quede en mi miembro... Al fin me hundo en ella, los gemidos no se hacen esperar, la hago mía nuevamente, la devoro centímetro a centímetro amándola por completo sin ninguna restricción, las embestidas son lentas pues quiero disfrutar y alargar lo más que pueda este momento.

En un movimiento rápido se coloca sobre mi, me mira sonriente y traviesa, mis manos toman su cintura disfrutando el movimiento que está produce, después las elevo hasta sus pechos desnudos que rebotan arriba y abajo por la forma en la que disfruta de hacer el amor conmigo, baja su pecho y me besa nuevamente dejándome sin ninguna defensa, devora mis labios y yo los suyos, sin poder contener más aquel orgasmo que hace tiempo ah deseado desbordar por todo mi cuerpo, me dejó ir y ella conmigo... Nos dejamos envolver en un espasmo tan placentero que nos entrecorta la respiración haciendo que nuestros cuerpos se queden sin fuerza alguna, Serena se separa y se recuesta a mi lado sonriendo feliz.

—. No puedo respirar... —confiezo casi sin aliento.

—. Esto fue hermoso... Y yo tampoco puedo respirar... —exclama colocando una de sus piernas sobre mi.

—. Lo fue... Está ah sido la noche perfecta, todo es perfecto estando contigo, todo es mejor si te tengo a mi lado... —murmuro volteando para quedar frente a frente.

—. ¿Porque lo dices cómo si te  estuvieras despidiendo? —pregunta acariciando mi mejilla.

—. Eso es exactamente, una despedida pero no quiero decirle, se que la veré de nuevo pero aún temo que todo cambie cuando me valla... —no lo es... No importa donde esté tú siempre estarás ahí, en los recuerdos, en los hábitos, en las canciones, en el aire, en el cielo, en las estrellas, en la luna... Y aún más... —levanto su mano y la coloco en mi pecho a la altura de mi corazón como ella lo hizo antes. —aun más aquí dentro...

—. Temo perderte, perdernos... —susurra apenas audible. —te amo demaciado, tan fuerte y tan grande que aunque no pueda verte en mil años se que siempre volveré a ti...

—. ¿Siempre lo harás? —pregunto.

—. Si, siempre volveré a ti...

Aposte al AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora