Cap. 31 -. ¿Tu?

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—¿Me llamaras? —pregunta Seiya mientras rodea mi cintura con sus brazos.

—. Lo haré... Cuídate si. Te veré en unos días. —exclame sintiendo mi pecho subir y bajar y no precisamente por estar en los brazos de él... Si no por la impetuosa necesidad de terminar con todo esto de una buena vez.

—. Bien... Te amo cariño. —murmuro dejando un delicado beso en mis labios.

Tome mis maletas y camine en dirección a la puerta de abordaje, cada paso era aún más difícil que el anterior, tenía tanto miedo de volver a aquel lugar en donde todo empezó. Aunque el tiempo ya había pasado temí que el regresar pudiera revivir algún recuerdo de aquellos que tanto tiempo había dejado guardados en lo más profundo de mi corazón. Entregué mi ticket de abordaje y dando un último vistazo hacia atrás sonreí para Seiya que me veía alejarme, recorrí el pasillo totalmente desconectada del mundo que me rodeaba, para no pensar puse música en mi iPod y me dispuse a dejar de pensar en todo y solo tener un vuelo tranquilo...

Darién...

—. Hola cariño, ¿Como dormiste anoche? —pregunta mi madre colocando un plato lleno de frutas frente a mi.

—. Bien, dormí bien... Mejor de lo que esperaba. —respondí tomando un poco de zumo.

—. Después de un breve intervalo de silencio mi madre hablo —¿Alguna vez le dijiste a Serena? —pregunta sentándose justo frente a mi.

—. ¿Decirle que? —pregunto dejando el tenedor de nuevo. —¿A qué te refieres?

—. Ay por favor cariño, ¿Alguna vez le dijiste o le escribiste que...? —la interrumpo.

—. ¡No! Y por favor no quiero que ella lo sepa jamás mamá... —sentencie de manera sería. —ella ya tiene una vida y no quiero arruinarla.

—. Ella debería saberlo Darién... —dice mientras toma mi mano y me mira con los ojos llenos de complicidad.

—. Es mejor que no mamá... —sentencio volviendo a tomar el cubierto determinado a desayunar.

—. Bien cariño, como tú quieras...

El día paso sin mayor importancia, recorrí el lugar y terminé en aquel muelle que traía tantos recuerdos, me senté en la banca y en silencio observé el cristalino lago que apenas y se movía por el viento que soplaba, recordé tantas cosas y al final me quedé sin aliento, mis ojos ardían, mi pecho dolía como antes, aquel viejo sentimiento que por muchos años me torturó seguía aqui. Tan presente como antes, tan doloroso y poco sutil como siempre recordándome que jamás podría dejar de amarla.

Serena...

Llegué al aeropuerto de Tokio después de horas de vuelo, estaba nerviosa y poco entusiasmada, lo único que me tranquilizaba era que Darién no estaría, él vivía muy lejos de aquí, bueno... Y como mis padres no sabían que vendría tuve que tomar un taxi a casa, tuve que hacer fila poco más de una hora, valla realmente lo odie, estaba cansada y hambrienta pero el reto de llegar a casa y contarles la buena noticia me tenía vuelta loca, observe mi anillo de compromiso por par de segundos y recordé a Seiya, ni siquiera lo había llamado en verdad estaba tan muerta del miedo que me olvidé por completo, sin pensarlo dos veces me lo quité y lo guardé en mi bolso, no quería que mis padres lo vieran y no dejarán de preguntarme, quería encontrar el momento exacto para decirles todo.

Al fin llegó mi turno... !Demonios ya era hora¡ Le indique al taxista la dirección y nos dirigimos hacia ella, la tarde ya estaba entrando. De pronto la ví... Mi casa estaba justo frente a mi, nada había cambiado, todo estaba tal cual como cuando me fui, baje del taxi e inmediatamente sin poder evitarlo voltee hacia la casa de Darién y la trizte realidad inundó mi corazón, recordé aquella última vez que nos vimos, cuando nos dijimos adiós, mis ojos comenzaron a arder pero moví la cabeza como desechando aquellos sentimientos. De pronto mi padre salió y corrió hacia mí, lo ví y sonreí y también corrí para darle alcance.

—. Hija estás en casa... —dijo abrazándome fuerte como intentando convencerse de que aquello fuese real.

—. Hola papá, quise darles una sorpresa... —dije soltando un poco el abrazo mirando su bella sonrisa.

—. Pues si que funcionó cariño, me da tanta alegría el verte... —dice tomando mi equipaje. —pero ven vamos, entra para que tu madre te vea, está en la cocina.

Entramos a casa y mientras subía los escalones hacia el pórtico recordé de nuevo aquella vez en la que por primera vez le dije a Darién que él merecía mucho más que a Mina, no lo sabía con certeza aún pero todo cambiaría después, mi madre grito como loca al verme en la puerta de la cocina, lloro de la emoción y me abrazo tan fuerte que hasta los huesos me dolieron, esa sensación de estar de nuevo en casa volvió a invadirme pero esta vez sentí el calor de su amor y fue algo que me fascinó, hacía tanto que no sentía la calidez de sus brazos que deje escapar lagrimas que escurrieron sobre mis mejillas hasta caer sobre su hombro.

—. No sabes lo feliz que me hace el verte aquí cariño. —dijo mi madre soltando el abrazo. —¿Pero porque no avisaste que vendrías? Tu padre pudo ir a buscarte al aeropuerto. —pregunta acariciando mis brazos.

—. No te preocupes mamá, no pasa nada, quería darles una sorpresa y me alegra que hubiera funcionado, los extrañe mucho. —dije volviendo a abrazarla, sonreí por el cariño tan afectuoso que demostraba.

Entre pláticas y risas por las anécdotas que me contaban se nos fue la tarde, ni siquiera había subido a mi cuarto a dejar mis cosas, después de platicar por mucho tiempo me despedí argumentando que estaba cansada y en realidad si lo estaba así que tome mis maletas y subí a mi habitación, mi madre subió conmigo para ayudarme a instalarme, le coloco sábanas nuevas a la cama y trajo un par de almohadas, las cortinas estaban cerradas y preferí que así se quedarán, me despedí de ella y recorrí mi habitación solamente para recordar todo lo que había luchado por dejar atrás, de pronto me ví con los ojos llenos de lágrimas a causa de todos los sentimientos encontrados que luchaban por resurgir de mi interior, me senté en el borde de la cama y pase mis dedos por mis ojos limpiando las lágrimas, el volver a esa habitación donde algúna vez hicimos el amor, donde hablamos tanto, donde nos reíamos y veíamos películas hasta la madrugada era difícil, era lo más difícil... De pronto me di cuenta de que aún me seguía afectando, me dolía tanto que aunque quería no podía ignorarlo.

Mi móvil sonó y lo tome era Seiya, Dios con todo lo que había pasado no había tenido la oportunidad de hablarle, conteste de inmediato intentando sonar normal, limpie mis lágrimas y sonreí al teléfono.

—. Hola... —respondi con voz tierna.

—. Cariño ¿Estás bien? —pregunta con angustiado.

—. Estoy bien, discúlpame por no llamarte es que me quedé platicando con mis padres y se me pasó el tiempo. —dije para tranquilizarlo.

—. Estaba muy preocupado por ti cielo pero que bueno que estás a salvo, y dime ¿ya les dijiste? —pregunto curioso.

—. Aún no... Eh... Es que platicamos de otras cosas y no encontré el momento perfecto para hacerlo pero te prometo que mañana lo haré ok. —dije sonando tierna.

—. Está bien cariño, descansa y hablamos mañana. Te amo —la ternura en su voz me dió tranquilidad.

—. Okay, hasta mañana, te amo descansa... —me despedí colgando el móvil, lo coloque sobre mi buró y abrí mi maleta, saque una pijama, me di un baño y cepille mis dientes al igual que mi larga cabellera.

Me quedé un par de minutos observando hacia mis ventanas, pensé por un par de segundos en abrir las cortinas pero para mí... Era como si abriera de nuevo aquel baúl de mis recuerdos así que desistí, me recosté y después de un rato el sueño al fin me venció llevándome a los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente desperté inusualmente temprano, de muy buen humor y con el valor para hacerlo... Abrí las cortinas de mis ventanas y sonreí, mire al cuarto de Darién e intente dejar atrás todo lo que me lo recordaba.

Darién se despertó por un raro presentimiento que aquejó su corazón, algo fuera de su conocimiento estaba ocurriendo y sin saberlo y esperarlo de pronto al darse la vuelta como una hermosa e inesperada visión la vio... Cepillando su rubia cabellera, se acercó a su ventana colocando la mano sobre el cristal para sentir la textura y así saber que aquello no era solo un dulce sueño como los que tantas veces había tenido, ahí... Frente a sus ojos estaba de pie aquella mujer que había amado por tanto tiempo, ¿Como era posible que estuviera pasando? Acaso esto era un cruel sueño...

Aposte al AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora