Cap. 19 -. Siempre juntos

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Desperté sintiendo una felicidad que no tenía comparación, sin pensar en nada más, ni en el tiempo, ni en los problemas solo en ella... En esa mujer que yacía plácidamente dormida a mi lado, sonreí por la felicidad que desbordaba de mi queriendo salir y gritarle a todo el mundo lo mucho que la amaba, acaricie su espalda desnuda mientras sentía crecer mi exitacion por debajo de las sabanas y es que con solo verla así me pone, la veo sonreír y removerse lentamente por el cosquilleo de mis dedos sobre su piel.

Me acerco a ella y comienzo a dejar millones de besos sobre su espalda haciendo que su piel se eriza y los bellos de su cuerpo se levanten, subo mis manos acariciando su cuerpo sin dejar de besarla, mis labios llegan a su cuello y mi mano acaricia su pecho desnudo, ella jadea aún con los ojos cerrados, me coloco detrás de ella, la tomo de la cintura y subo su trasero dejando a la vista sus hermosas nalgas. —oh. Por Dios ella me pone... —pienso para mí.

—Quiero hacerte mía nuevamente... —siseo en su oido por detrás.

Tomo mi erección y poco a poco me hundo en ella haciéndole soltar alaridos llenos de placer, ella arquea su espalda dejando ver como goza, mis manos toman su cadera y la penetró una y otra vez sintiendo en mi pene la humedad de su sexo, ella gime por lo alto y eso me exita cada vez más y más, las embestidas aumentan una a una hasta que ambos nos corremos en un glorioso orgasmo que recorre como electricidad todo mi cuerpo.

Cai a su lado abrazando su cuerpo y pegando su piel a la mía, sonreí al verla y la bese en los labios con ternura.

—. Darién no nos cuidamos, yo... Tengo miedo de que algo pueda pasar. —comenta sentándose en la cama cubriendo su cuerpo solo con las sábanas.

—. Me incorporo también y la abrazo haciéndole sentir seguridad. —tranquila, se de unas pastillas que podemos comprar para prevenir un embarazo, pasaremos a la farmacia de camino a casa.

—. Pero... No puedo llegar contigo, eso no se verá bien y mis padres me matarían si se enteran de esto. —su rostro se entristece por imaginar que ah hecho algo malo y comienza a temblar.

—. Oye... Oye... Tranquila, no pasará nada, te dejaré a dos esquinas de tu casa si lo prefieres, no hicimos nada malo, solo nos amamos, pero... Si te arrepientes pues es que yo... No sé qué decir en ese caso... —baje tristemente la mirada.

—. Ella volteo hacia mí de inmediato y sostuvo mi rostro entre sus manos. —jamás me arrepentíria de esto, de ser tuya, esta noche ah sido la mejor de mi vida y te amo por hacerla realidad, es solo que me aterra que algo malo pueda pasar.

—. Sonrió tras escuchar sus palabras. —no te inquietes, te prometo que nada pasará, yo siempre cuidare de ti, te amaré siempre amor de mi vida.

—. Te amo también pero... Tengo mucha hambre. —dice sonriendo y me hace sonreír a mí también y darme cuenta que al igual que ella muero de hambre.

Me pongo de pie y la cargo en brazos hasta el baño donde la ayudó a limpiarse y lavar su cuerpo, la beso bajo las gotas de agua y ahí la ame nuevamente es que el solo ver su cuerpo desnudo me pone loco de deseo por ella, salimos de la ducha y mientras ella se viste yo preparo el desayuno, hago una tortilla de papa, preparó ensalada de frutas, café y jugo, coloco pan dulce en una canasta y pan tostado con mantequilla para acompañar la tortilla, todo huele delicioso.

—. Valla, todo se ve riquísimo, perdón que no ayude amor. —dice abrazándome.

—. No te preocupes, ven y prueba de todo, tienes que alimentarte bien...

Devoramos todo sin dejar ni una miga en los platos, entre pláticas y risas nos dimos cuenta que el tiempo se nos había terminado debíamos volver a la vida real, aunque no lo deseábamos debíamos hacerlo, el tiempo que habíamos pasado no había sido suficiente, ame este hermoso fin de semana porque ahora ella era mía y yo suyo.

Arreglamos las valijas y nos subimos al auto, la ví triste y cabizbaja, sabía que el que nuestro tiempo solos se terminará le dolía como a mí, tome su mano y le di un tierno beso haciéndola sonreír.

—. Se que como a mí también te duele regresar...

—. Así es... Quisiera pasar todo el tiempo aquí y que nada ni nadie interrumpierá nuestro amor...

—. Sonreí —estaremos juntos en cualquier sitio cariño, primero que nada quiero hablar con tus papás se que no se opondrian o al menos eso espero.

—. Estaré a tu lado pase lo que pase amor.

El camino se hizo rápido, conforme el auto avanzaba y el camino pasaba de largo podía notar su nerviosismo, llegamos a una farmacia y baje a comprar las pastillas, tome una botella de agua y una bolsa de frituras, volví al auto y la observe temerosa.

—. Tranquila amor, nadie nos vera aquí nadie nos conoce, cálmate si, aquí está la pastilla tómala.

—. Perdón es que todo esto es nuevo para mi...

—. Lo sé, igual para mí pero todo saldrá bien amor, solo confía en mí, toma agua.

—. Me siento tan tonta por estar tan nerviosa. —dijo poniendo la pastilla en su boca y con dos tragos de agua la ayudó a bajar.

Le entregué la bolsa de frituras para que calmara sus nervios mientras comía un poco, avanzamos nuevamente y parecía más tranquila, la deje como le dije a  dos esquinas de casa, al llegar a casa me senté en el porche notando que sus padres no estaban en casa, la ví llegar en un taxi y sonreí por sus ocurrencias, ella bajo y antes de entrar a su casa me miró y me guiño uno de sus bellos ojos.

Este fin de semana será el mejor de mi vida y jamás dejaré que nada ni nadie arruine nuestra felicidad.

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