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Capítulo 1. Adiós, Hola.

Faltaban 20 minutos para que saliera el tren en dirección Barcelona y yo llegaba tarde. Había pasado toda la noche discutiendo con Alex. Alex es mi novio.

Ahora, eran las 7:40 de la mañana y tenía los ojos rojos e hinchados de haber estado llorando toda la noche. Alex no entendía que me fuera a Barcelona a estudiar Bellas Artes. Me habían dado una beca y siempre había soñado con vivir allí. Hacía un mes que lo hablabamos, yo  le repetía una y otra vez que se viniera conmigo a Barcelona. Yo podría trabajar a media jornada, él podría encontrar otro trabajo y juntos podríamos,quizás, alquilar un piso. A Alex no le gustó la idea desde un principio, teníamos una rutina y él no la quería romper, y si lo hacía yo, entonces no le quería, según él.

Ahora mismo tengo muchísimas dudas pero creo que no confía en mi y no acepta la vida que quiero vivir. Esta noche me había dado un últimatum: Si me iba a Barcelona, no volvería a saber nada más de él.

No podía creer que me lo dijese en serio. Llevabamos dos años juntos, habíamos pasado muchísimas cosas y nos queríamos con locura. En ese momento, empecé a llorar de la impotencia de ser incapaz de hacerle entender a mi novio de que quería vivir mi sueño junto a él, y que eso no significaba un cambio malo en nuestra relación. Pero él fue incapaz de entenderlo.

Eran las 7:00 y yo tenía que salir corriendo para coger un taxi hacia la estación, que estaba bastante lejos de casa de Alex. Él me repitió una y otra vez que no lo hiciera, y me amenazaba con romper nuestra relación.

“- Alba, te juro por mi vida que como salgas por esa puerta y cojas el tren no vas a volver a saber de mi en tu vida.”

Yo, cansada de sus amenazas, me encerré en el baño llorando, me desplomé en el suelo. Estaba sin fuerzas, llevábamos toda la noche discutiendo, pero yo tenía clara una cosa: era mi vida, mi sueño, y lo iba a vivir con o sin él.

Me dolía tanto lo que había pasado que salí del baño con rabia, cogí mi maleta y me dirigí a la puerta para salir. Miré atrás con la esperanza de que cambiara de opinión y decidiera venir conmigo, pero eso no sucedió y finalmente, me fui.

Ahora, estaba en el taxi apunto de llegar a la estación, mirando por la ventana todos esos edificios y árboles que no volvería a ver en mucho tiempo. De repente, sonó mi móvil y me asusté. Era una notificación de whatsapp, no esperaba que nadie me hablará a esas horas. Era Marina, mi hermana.

“Alba, acaba de venir Alex al piso, nos ha dejado una caja llena de cosas tuyas, dice que no quiere formar parte de tu vida nunca más… Me tienes que contar muchas cosas nena, que vaya muy bien el viaje. Te echaremos de menos.”

Después de leer el mensaje se me volvieron a llenar los ojos de lágrimas, no quería contestarle en ese momento, así que la dejé en leído y fui a la conversación de Alex para preguntarle por que había hecho eso pero no pude. Alex me había bloqueado, y probablemente borrado. Entré en todas las redes sociales para comprobar si podía contactar con él de alguna forma y tampoco me aparecía. Me había bloqueado de absolutamente todo y empecé a sentir una necesidad inmensa de hablar con él, así que decidí llamarlo. Tampoco podía llamarlo, había incluso bloqueado mis llamadas. No podía hacer nada. Definitivamente, se había convertido en mi exnovio.

Llegué a la estación a las 7:55, pagué rápido al taxista y me dirigí corriendo hacia el tren. Pasé por el control y conseguí subir al tren. Eran las 8:00. Por los pelos.

Me quedé dormida durante todo el trayecto hasta que uno de los trabajadores de la estación me despertó, indicándome que habíamos llegado a Barcelona.

Tenía una sensación extraña. Por un lado, estaba triste y dolida por lo que había pasado con Alex y por otro lado, estaba alegre y excitada por comenzar mi nueva vida en Barcelona. Decidí que no podía empezar así esta nueva etapa, iba a olvidar a Alex y a centrarme en mis nuevos estudios. Había cerrado la puerta al amor, Alex me había hecho mucho daño.