Sinopsis

3.2K 149 38
                                    

Mis padres y yo nos estábamos despidiendo de sus amigos, íbamos a visitarlos de vez en cuando, vivían en un pequeño pueblo que quedaba a una hora y media de la ciudad, preferían un sitio más tranquilo a diferencia de nosotros.

—Volved cuando queráis, os estaremos esperando. —Nos dedicó una sonrisa gentil.

Su nombre era Nathalie, una hermosa mujer con una larga melena dorada, piel pálida y unos brillantes ojos miel, siempre tenía una mirada amable y una sonrisa angelical. Su marido, Genry se colocó al lado de su esposa para despedirse, a diferencia de ella su pelo era de un castaño oscuro y sus ojos eran de un verde intenso, pero algo que sí compartía con ella era la misma expresión en su rostro.

—Claro, nos veremos pronto, en cuánto tengamos algo de tiempo libre. Incluso podemos ir a algún lugar a cenar los seis. —Mi madre le devolvió una sonrisa cálida.

—Por supuesto, y estoy seguro de que conseguiremos sacar a nuestro pequeño gamberro de su cuarto. —Genry soltó una pequeña risa, el resto no tardamos en unirnos.

Se refería a su hijo Daniel, dos años mayor que yo, aficionado a las bandas de rock, comics y videojuegos. Entrar en su cuarto era todo un espectáculo: lleno de luces led, todas las paredes llenas de posters, estanterías repletas de sus comics favoritos y videojuegos, y por supuesto, su gran colección de consolas donde pasaba las horas muertas tratando de ganar cada juego que podía.

Cuándo vengo aquí con mis padres normalmente voy a su cuarto y nos ponemos algún juego de peleas mientras escuchamos música. Era un buen chico en realidad, simplemente odiaba que lo sacaran de su cuarto, mientras no lo forzaras a salir de su zona de confort era un encanto.

No bajó a despedirse, pero tampoco me iba a dejar ir sin antes hacerme un berrinche. La ventana de su cuarto se abrió de golpe.

—¡La próxima vez será la revancha! —Me gritó con algo de diversión.

Le saqué el dedo del medio mientras le dedicaba una dulce sonrisa. Se empezó a reír mientras negaba con la cabeza y me devolvía el gesto con la mano, posteriormente cerró su ventana, probablemente para seguir sumergiéndose en sus video juegos o quizás practicando para ganarme de una vez por todas cuando vuelva aquí.

—Estos chicos y las nuevas tecnologías. —Suspiró mi padre.

—Oh, deberíamos irnos ya antes de que empiece a anochecer. —Mi madre comentó mirando el cielo por unos segundos.

—Sí, tienes razón. —Asintió mi padre. —Nos vemos, cuidense. —Le sonrió amablemente a sus amigos antes de darnos media vuelta.

—¡Id con cuidado! ¡Y espero que os gusten las magdalenas caseras! —Se escuchó despedirse a lo lejos a Nathalie.

Siempre nos regalaba algo para comer cuando veníamos, era muy amable y atenta. Una vez llegamos al coche me senté en el asiento trasero y coloqué las magdalenas a mi lado. Mi padre arrancó el coche y nos pusimos en marcha, la carretera por la que íbamos pasaba por un bosque, era genial poder hablar de temas triviales con mis padres mientras por la ventana veías los pájaros, árboles e incluso con suerte alguna ardilla. El paisaje era hermoso.

Eso es justo lo que pensé antes de que sufriéramos un accidente.

Un ciervo había aparecido sin previo aviso cruzando la carretera, mi padre giró el coche con rapidez para evitar atropellarlo, sin embargo, el resultado fue fatal para nosotros: El vehículo se salió de la carretera mientras daba un vuelco.

Todo pasó a cámara rápida, el ciervo, el coche volcándose... No recuerdo muy bien como todo había sucedido, no sé si cerré los ojos o simplemenete no me fijé, es como si mi mente estuviera en blanco. Comencé a reaccionar, estaba boca abajo, a duras penas me desabroche el cinturón de seguridad y caí contra lo que sería el techo del vehículo. Solté una queja de dolor, también había cristales rotos dónde caí, la ventanilla de mi puerta estaba rota pero no totalmente por lo que no podía salir por ahí. Traté de abrir la puerta pero era imposible. Con las pocas fuerzas que me quedaban rompí el resto del cristal de la ventanilla haciéndome cortes y heridas en los nudillos y palma de la mano.

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora