Capítulo veintiuno.

870 63 4
                                    

Me preguntaba en dónde habría quedado el sueño, lo único que podía hacer en mi cama era dar vueltas, me senté sobre la misma mientras resoplaba con frustración. Ésta no era mi noche. 

Caminé hacia mi ventana y miré por la misma. Una fina llovizna se podía notar gracias a las tenues luces de la calle, era extraño, por la forma que los truenos habían sonado antes habría jurado que una tormenta eléctrica se desataría, pero al parecer no fue más que una falsa alarma. 

Un escalofrío me recorrió la espalda, pero no quería apartar mi vista de la ventana así que solo me abracé a mí misma y sobé mis brazos para sentir un poco más de calor.

Me hubiera gustado salir de la habitación para poder buscar un vaso de agua o algo para tratar de que el sueño llegara a mí, pero no quería ver a Niall en esos momentos y como él no dormía, si yo salía iba a ser imposible no encontrarme con mi pequeño ángel. Volví a suspirar y concentré mi vista a las finas gotas de lluvia.

El tiempo de la nada me pareció algo inexistente mientras veía danzar el agua que caía del cielo. Estaba muy concentrada. Sentí una presencia detrás de mí.

Lentamente me fui dando la vuelta y me llevé un gran susto al ver a Niall parado tan cerca de mí. 

- ¡Mierda Niall! - me llevé una mano al corazón. Éste palpitaba con rapidez.

- Lo siento, ¿te asusté?

- ¿Y a ti qué te parece? - dije con sarcasmo. 

- Lo lamento, no era mi intención - se disculpó.

- No hay problema - respondí mientras mi respiración se iba normalizando.

- Deberías estar dormida.

- Ya lo sé papá - reí. - No podía dormir. 

Me di la vuelta nuevamente para poder ver por la ventana y sentí como los brazos de Niall rodearon mi cintura mientras apoyaba su mentón sobre mi hombro derecho. 

- ¿Y por qué no me dijiste? 

- ¿Por qué te lo diría?

- Porque así quizás podría hacer algo para que logres dormir. 

- A menos que tengas algún potente somnífero celestial, dudo que lo logres - reí y él me siguió. 

- Puedo quedarme contigo hasta que tengas sueño - me ofreció.

- Está bien, pero ¿podríamos quedarnos viendo la lluvia otro rato?

- Lo que tú desees cariño - sonrió y besó mi mejilla. 

Unidos en un abrazo seguimos viendo la lluvia caer, era muy relajante y lindo, a este paso podría pronto quizás conciliar el sueño... ¿o tal vez no? Al parecer Niall había empezado a aburrirse pues mi cintura comenzó a sentir las caricias que me proporcionaban sus manos, eran relajantes y a pesar de que debía hacer que me quitara las manos pues no era algo bueno para mi cordura, dejé que continúe. 

Un húmedo beso en mi hombro descubierto fue lo que sentí después, luego otro y otro, iban en fila ascendiendo por mi cuello. 

- ¿Qué haces? - pregunté en un hilo de voz. 

- Algo - respondió y siguió en su tarea. 

- Niall - me separé bruscamente de él y me di media vuelta para mirarlo a los ojos. 

- ¿Sucede algo?

- ¿Me hablas en serio? ¿qué haces? se supone que eres mi ángel, ¿a qué quieres jugar? ¿al amante seductor? enserio, no sé que estará pasándote por la cabeza pero sea lo que sea... 

Tenía más palabras por soltarle, pero él cortó mi oración... con un beso. ¿Podía él hacer eso? ¿podía besarme? quise oponerme, sabía que no era bueno. Luché pero perdí, ya no podía seguirme negando el corresponder tan embriagador y hermoso beso. 

Mis manos subieron con desesperación hacia su nuca para poder alborotar su hermoso cabello. Niall colocó las suyas con suma delicadeza en mi cintura atrayéndome más hacia él, el beso tomó un rumbo más desesperado, era algo que los dos habíamos estado necesitando con urgencia, ambos nos necesitábamos el uno al otro. 

Los truenos quebraron el silencio, la lluvia se intensificó, rayos comenzaron a iluminar el cielo, una tormenta eléctrica se desató con una furia equivalente a la de nuestros besos.

- ¿Esto es correcto? - me atreví a preguntar con la respiración entrecortada. 

- ¿Por qué no lo estaría? - dijo él falto de aire. 

- Eres un ángel, ¿tienes permitido hacer esto?

- No lo recuerdo - dijo con sinceridad. - Es este momento solo estoy accediendo a los deseos de mi corazón. 

- Creo... - miré la violenta lluvia golpeando con furia mi ventana. - Creo que esto no está del todo bien.

Él me miró y besó mis labios.

- No puede ser que esté mal... no debería... después de todo esto es... 

El despertador sonó antes de que pudiera saber 'qué' era. Todo había sido un sueño. Un maldito sueño. 

Mi respiración seguía entrecortada, mi piel se encontraba cubierta de una capa de sudor, el cabello se había adherido a la piel de mi nuca y mi corazón palpitaba a mil por hora. Todo por un maldito, estúpido e irreal sueño. 

Cubrí mi rostro con las manos y tomé unas buenas bocanadas de aire, esto no era bueno, nada bueno. Había soñado con un encuentro bastante fogosito con mi ángel guardián, ¿cómo demonios era eso posible? habiendo millones de personas en el mundo, yo tenía que venir a sentir cosas fuertes por alguien que ni siquiera era humano y además que no podría quedarse a mi lado por siempre. 

Y hablando del rey de Roma... Niall apareció en mi puerta con el desayuno. 

- Buenos días - sonrió, yo temblé por dentro. 

- Buenos días.

- ¿Cómo dormiste anoche? - preguntó mientras entraba y se sentaba a mi lado. 

- Realmente no lo sé, no sé cuando fue que me quedé dormida.

- Pues pasé anoche por un momento para ver como te encontrabas - mi corazón se paró. - Dormías como un tronco - se burló. 

- Lo siento señor 'soy un ángel y no duermo' - lo golpeé con mi almohada. 

- Paz y amor, te traje tu desayuno.

- Gracias Nialler, eres un encanto. 

- No hay de que, come tranquila y arréglate, recuerda que hoy me llevarás de paseo con tus amigos.

- Es cierto - lo había olvidado completamente. - Hoy pasarás un día memorable, lo prometo. 

- Estoy ansioso - volvió a sonreír y besó con ternura mi mejilla. - Desayuna tranquila, yo iré a darle de comer a Muffin. 

- Déjalo, yo lo hago cuando termine.

- No me molesta hacerlo. 

- Pero...

- Callie, de verdad, tú come tranquila, te veo en un rato.

No me dejó decir nada más pues se retiró del lugar. Toqué mi mejilla y luego, de forma instantánea, mis labios mientras recordaba el sueño que había tenido. Me tiré sobre mi cama, apoyé mi cara sobre la almohada y solté un grito ahogado.

Sabía exactamente lo que estaba pasando y esto era malo, muy malo.

Me estaba enamorando de Niall. 

En los brazos del Ángel. «Horan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora