Capítulo treinta y cinco.

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A pesar de que incordié todo el camino a Niall, no logré que revelara mucho del plan que estaba trazando en su mente, él solo se reía, me evadía o callaba mis protestas con dulces besos... no es como si lo último me molestara, pero realmente mi curiosidad podía más que todo. 

- Ahora como buena niña irás directo al baño y te ducharás - dijo apenas entramos a casa. Él sostenía mi rostro entre sus manos y acariciaba mis mejillas. 

- Me duché esta mañana antes de irme al trabajo - hice puchero, él algo ocultaba.

- Lo sé, pero también sé que soy tu ángel guardián y estás tensa y cansada, una buena ducha lo curará - seguía con su estúpida y hermosa sonrisa que lograba que le hiciera caso. Suspiré derrotada.

- Bien... 

- No te tomará más de quince minutos Callie, no entiendo porqué tanto berrinche - rió. 

- Me estás ocultando algo y me muero de la curiosidad - hice puchero y me gané un beso por eso. 

- Lo sé, pero de eso se tratan las sorpresas, que no sepas lo que son y que te mueras de la curiosidad. 

- Para ser un ángel, a veces eres bastante malo ¿lo sabías? 

- Malo y todo me amas... 

- Eso es algo que no puedo discutir - sonreí y me acerqué a besarlo. 

Me permití que mis brazos se cerraran en torno a su cuello, aunque luego de pensarlo mejor hice que mis manos acariciaran su nuca y se enredaran en su hermoso cabello dorado mientras él emitía un bajo gruñido y envolvía mi cintura en un abrazo apegándome más a su anatomía. 

Los besos que nos habíamos dado antes eran más románticos, dulces e inocentes... pero este escondía pasión, necesidad y algo de deseo.

Niall había comenzado a avanzar para poder apresarme contra la pared más cercana y así apegarse más a mí, pero antes de que eso sucediera se retiró de forma tranquila y examinó mi rostro con sus perfectos ojos azul cielo que ahora estaban cargados de deseo. 

- Ve a ducharte - dijo con voz ronca y su respiración entrecortada. 

- Enseguida - murmuré aún algo ida con nuestro último beso y sin más me retiré a mi habitación para tomar mi pijama. 

Tomé lo que necesitaba de mi habitación, dejé la mochila que siempre me llevaba al trabajo y rápidamente me metí al baño para poder darme una ducha, ahora realmente la necesitaba. 

Los sentimientos que tenía por Niall a veces podían ser algo abrumadores... había besado chicos antes, pero nada comparado a lo que los besos con él me hacían sentir... pasaba de la felicidad al deseo, la pasión y la locura en cuestión de segundos... no sé si se debiera a alguna magia divina por ser un ángel o porque simplemente estaba locamente enamorada de él como no lo estuve de nadie antes. 

Todo el rato que estuve bajo la ducha intentando calmar absolutamente todos mis sentidos por aquel beso con mi ángel, reflexioné mucho sobre todo lo que pasaba. 

Realmente lo mío era un tren de emociones que, estaba segura, en cualquier momento descarrilaría. 

En cuanto no pude posponerlo más, salí de la ducha, me sequé, peiné mi cabello, me coloqué mi ropa interior y mi pijama y me dirigí a la sala donde había dejado a Niall hace un rato. Él estaba más tranquilo y tarareaba. 

- Te has tardado un buen rato - rió y yo me encogí de hombros.

- Tenía mucho que pensar.

- ¿Estás bien? - con rapidez se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos para examinar mi expresión.

En los brazos del Ángel. «Horan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora