Capítulo veintisiete.

786 60 5
                                    

No nos fuimos sino hasta las tres de la mañana de aquel lugar. 

Y a juzgar por las expresiones de las chicas, ninguna quería volver a pisar ese lugar jamás, por mi parte no había ningún tipo de objeción de ser así, aún tenía problemas para sacarme de la cabeza la penetrante mirada de Jason. 

Emma me dejó en mi hogar y me despedí de las chicas. Estaba cansada y hambrienta, había sido tan estúpida que no había comido nada antes de ir al pub. 

Entré en mi departamento con la esperanza de encontrarme con Niall, pero para mi mala suerte no fue así. Suspiré y entré en silencio ya que no quería despertar a mi pequeño gatito que se encontraba ya en el quinto sueño. 

En silencio caminé por el lugar hasta llegar a mi habitación. Me quité la ropa y me puse el pijama, pasé por el baño para poder quitarme el maquillaje y hacerme una cola de caballo. 

Luego volví en silencio para la cocina, me preparé unos sandwichs y serví un gran vaso de jugo frío. No tenía sueño así que me tiré en el sofá a ver la televisión envuelta en una manta y me puse a comer. 

Mi dedo apretaba una y otra vez el botón para cambiar de canal ya que a esa hora, al parecer, no había nada bueno para mirar. Hasta que me detuve en una película, algo era algo. 

Cuando terminé de comer, dejé el plato y mi vaso sobre la pequeña mesa frente a mí y me recosté en el sillón para tener mayor comodidad. Poco a poco mis ojos se fueron cerrando hasta que ya no supe nada más del mundo. 

Desperté un rato después producto de, lo que para mí fue, una pesadilla. 

Me senté sobre el sillón y apagué la televisión que había quedado encendida y descansé mi cabeza sobre una de mis manos aguardando a que mi respiración se controlara un poco. 

La oscuridad se había apoderado de mis sueños, pero había algo que no encajaba... de todos lados salían un par de atemorizantes ojos color carbón, si los miraba fijamente se podía notar como el color cambiaba y se volvían rojos, era como si encendieras el carbón y el fuego se apoderara de él.

Era espantoso. 

Miré la hora y noté que ya eran las 5 de la mañana. Niall aún no había llegado. Suspiré, me levanté y me fui a mi habitación para poder seguir durmiendo. 

En cuanto me envolví entre las sábanas me puse a pensar el porqué había soñado eso, es decir, sabía bien a quién pertenecían esos ojos. Eran los ojos de Jason. 

Aunque le diera mil vueltas al asunto no podía entender porqué había soñado con él, con sus ojos... Había algo que no me daba buena espina de todo esto, solo esperaba que Niall se apurara con lo que sea que estuviera haciendo en el cielo, lo necesitaba a mi lado más que nunca. 

- Te extraño Nialler - susurré abrazando mi almohada para luego quedarme dormida. 

No me desperté sino hasta la tarde del día siguiente y fue gracias a los maullidos de mi gatito. Resoplé mientras me sentaba en la cama. Si Muffin maullaba de hambre eso significaba que Niall aún no había vuelto, ¿qué diablos le habría pasado? ¿habría tenido que quedarse en el cielo? ¿se habría ganado ya sus alas? ¿me habría abandonado?

No, él dijo que solo debía subir a dar unos informes y que volvería... si se hubiera ido de forma permanente él me lo habría dicho... o al menos quería pensar que sería así.

Decidí alejar mi mente de todas esas preguntas. Me levanté y le di su comida a Muffin.

Me hubiera gustado volver a salir con las chicas, pero estaba segura de que estarían cansadas y disfrutando de su domingo para dormir a más no poder, así que decidí que sería mejor ponerme a hacer algunas tareas del hogar. 

Cuando Niall volviera no quería que se encontrara con un basurero.

Me recogí el cabello, puse música animada y empecé quitando el polvo de los muebles de mi hogar, luego barrí y al hacerlo bailaba como una loca y cantaba de forma algo desafinada pero muy divertida. Muffin me seguía de cerca y maullaba acompañándome en la canción. 

Luego de terminar de barrer limpié las superficies de mi cocina y de mi baño, todo había quedado reluciente. 

Seguí con mi habitación, la ordené y aspiré. Había quedado genial. 

Por último pasé un trapo húmedo con un rico líquido limpiador por los pisos de mi hogar finalizando así las tareas del día. Cuando miré el reloj suspiré cansada.

Se habían hecho las seis de la tarde, me había tardado mucho. 

El teléfono sonó sacándome así de mis pensamientos. 

- ¿Hola? 

- Hola Callie - sonreí al oír la voz de Sammy.

- Hola Sammy, ¿cómo estás?

- Bien, algo cansada por ayer, pero bien, ¿tú?

- Igual, ahora más cansada, estuve haciendo la limpieza. 

- Callie, los domingos fueron hechos para dormir - rió con ganas mi amiga. 

- Lo sé, pero bueno, necesitaba tener la casa limpia.

- ¿Por qué? ¿visitas?

- Pues... no exactamente - me sonrojé un poco aunque ella no podía notarlo. 

- Por ese tono, no te creo nada, seguro tiene que ver con Niall - rió.

- Cállate - reí con ella. 

- Lo siento, sabes que no puedo contenerme.

- Lo sé, lo sé. 

- En fin, llamaba para saber como estabas, también quería saber si tenías ganas de tomar un café, pero seguro estás cansada.

- Me tendrás que disculpar, pero realmente lo estoy.

- Me imaginé, no te preocupes, trabajamos en un café así que podemos tomarlo cuando queramos.

- Bien dicho - reí. 

- Te veo mañana.

- Adiós Sammy. 

Al cortar la comunicación me dirigí a la cocina para prepararme algo de comer, estaba hambrienta. 

- ¿Callie? - escuché de repente, mi corazón se detuvo. 

- ¿Niall? - me dirigí a la sala y lo vi entrando del balcón. - ¡NIALL!

Corrí hacia donde se encontraba y me le tiré encima para abrazarlo, él comenzó a reír como un loco y trató de no caerse ya que mi impulso había sido muy fuerte, me abrazó con fuerza aunque muy pronto el agarre se aflojó. 

- Dios, te he extrañado demasiado - me separé de él con una sonrisa. Pero desapareció al ver su ceño fruncido. - ¿Pasa algo?

- ¿Con quién has estado? - preguntó serio.

- ¿Qué?

- ¿Con quién has estado? - su voz se volvió más turbia.

- Con los chicos... 

- Callie, dime la verdad.

- Es la verdad - estaba empezando a inquietarme.

- ¿Sólo los chicos? ¿estás segura que nadie más?

- No... ¿por qué?

- Callie... siento en ti... la esencia de un demonio.  

En los brazos del Ángel. «Horan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora