Capítulo treinta y cuatro.

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- Llegas temprano - sonreí al mirarlo. 

- Es que si debo ser sincero, te extrañaba - ¿podía comérmelo por favor?

- Haré que te preparen tu café y tu muffin - dije haciéndome la tonta y anotando su nombre en uno de los vasos de cartón.

- ¿Y mi beso? - dijo con tono de reproche y un puchero.

- Te daré los que quieras en cuanto mi turno termine - sonreí.

- Eso suena maravilloso - dijo y me devolvió la sonrisa. 

En cuanto acabé de tomar y cobrar su orden, me regaló un guiño acompañado de una bella sonrisa y se dirigió del otro lado de la barra para poder retirar su pedido. 

- Hoy llegó temprano - dijo Emma con una sonrisita. 

- Sip, lo he notado. 

- ¿Por qué no sales ya?

- Aún me queda un rato - me encogí de hombros. - Puedo esperar y él también.

- Oh vamos, son solo quince minutos restantes, yo te cubro.

- ¿Estás segura? 

- Completamente, anda ve.

- Gracias Em, te debo una y... - me acerqué para susurrar. - Quiero que me cuentes todo acerca de esa cita con Zayn ¿oíste?

- Dalo por hecho - guiñó un ojo. Yo sonreí y volví a agradecerle mientras caminaba hacia los vestidores. 

Me cambié con una rapidez increíble y cuando salía, Niall recién estaba recibiendo su pedido, me miró con sorpresa. 

- ¿No te faltaba un rato? 

- Emma se ofreció a cubrirme - sonreí. 

- Dios bendiga a esa chica - ambos reímos. 

- ¿Quieres que vayamos a casa? 

- No, quedémonos un rato, te compraré lo que quieras, debes tener algo de hambre. 

- No hace falta Niall...

- Insisto... y además quiero mis besos. 

- Los que tú quieras - besé su mejilla. 

- Y quiero que comas algo - dijo en un tono un poco más severo. Yo suspiré. 

- No tengo opción ¿cierto?

- Nop - dijo con tono angelical. - ¿Qué vas a querer?

- Sorpréndeme - lo reté. 

- Muy bien, tú ve a sentarte y yo iré con todo, ¿si?

- Deja que lleve tus cosas así no estás tan cargado. 

- Gracias pequeña - se acercó y depositó un suave beso en mis labios antes de volver a la fila.

Miré a mis amigos que se encontraban revoloteando por ahí y todos tenían esas miradas y sonrisas de gato de Chesire que no pude evitar reír antes de sentarme, en poco rato ellos también saldrían y lo primero que harían sería venir a molestarnos. Pasaríamos una tarde divertida.

Me dirigí a una de las mesas vacías al lado de la ventana, me senté y dejé las cosas de Niall mientras suspiraba. No pude evitar pensar en como tenerlo en mi vida había significado un cambio radical para mí... todo se lo debía a mi ángel. 

- Frappe de chocolate y galletas - su voz me sacó de mi pensamiento. 

- Delicioso - sonreí mientras se deslizaba a mi lado en el asiento. 

En los brazos del Ángel. «Horan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora