Capítulo dieciséis.

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Cuando Niall se fue yo apoyé la cabeza en la almohada y me quedé profundamente dormida. 

Soñé toda la noche, o lo que quedaba de ella, con plumas, alas blancas, Niall saliendo de túneles con cegadoras luces, con mis padres y millones de cosas más. No fue hasta el mediodía que desperté por los maullidos de Muffin. 

- ¿Tienes hambre pequeño? - articulé algo dormida. Él solo respondió con más maullidos. 

Me senté sobre mi cama y me estiré para poder desperezarme un poco, miré la hora y vi que el reloj recién indicaban la una de la tarde. 

- Espero que se las hayan podido arreglar sin mí - me dije a mí misma y reí. 

Tomé impulso y me levanté de la cama, me dirigí hacia el baño y me lavé la cara para quitar cualquier rastro de sueño. Tomé a Muffin entre mis brazos y me dirigí a la cocina para poder prepararnos de comer. 

- Buenos días - exclamó Niall al verme. 

- Diría más bien buenas tardes - reí. 

- Bueno, con tantas preguntas te fuiste a dormir muy tarde anoche, o temprano, depende como lo mires. - Imitó las palabras que había dicho la noche anterior, lo que me hizo reír.

- Tienes razón - dejé a Muffin en el suelo. - Hubiera seguido dormida de no ser por este pequeño minino. 

- Ya veo, ¿tienes hambre?

- Bastante y al parecer Muffin también así que voy a preparar algo. 

- No, tranquila, yo me encargo. 

- ¿Sabes cocinar? 

- Por supuesto - rió. - He aprendido muchas cosas estando en la tierra. 

- ¿Cómo cuáles? - pregunté con curiosidad. 

- Bueno, mayormente las que tienen que ver con la comida - carcajeó. - He comido mucho y bastante desde que me mandaron a cuidarte. 

- Oh, tú y yo nos llevaremos muy bien entonces - reí. 

- Debe ser esa una de las razones por las cuales me fuiste asignada como protegida.

- Quizás - sonreí. 

- Antes de que lo olvide - dijo mientras buscaba elementos en mi refrigerador para cocinar. - Llamé a tu trabajo esta mañana. 

- ¿Y qué dijeron?

- Bueno, respondió una chica y se alteró mucho cuando le dije que no irías - rió. 

- Seguramente te refieres a Sammy. 

- No tuve tiempo de preguntar su nombre, estuve tratando de que se calme durante los 15 minutos que estuve al teléfono - rió. 

- Después la llamaré, lo siento Niall. 

- No te preocupes, es bueno saber que hay gente aquí que también se preocupa por ti y te cuida, eso es lo que necesito - sonrió. 

- ¿Te ayudo con el almuerzo?

- Puedo solo, de verdad.

- ¿Y qué harás? ¿cocinaras carne con rayos láser que salen de tus ojos? - Niall soltó una fuerte carcajada. 

- Soy un ángel, no un súper héroe o un mutante. 

- Yo solo decía... - reí. - Déjame ayudarte - exclamé e hice un puchero.

- ¿Podrías hacer una ensalada?

- Seguro. 

La hora de cocinar ya nunca volvería a ser lo mismo, menos teniendo a Niall ahora haciéndome compañía, a mí solo me dejó ocuparme de la ensalada y del resto se encargó él a pesar de que le rogué porque me deje ayudarlo. 

Para ser un ángel, tenía el ego de un hombre común y corriente, pensé. 

Aproveché y le di su comida a Muffin que seguía merodeando por los alrededores con sus maullidos lastimeros. En cuanto tuvo su alimento se calmó y luego de eso Niall me llamó para poder comer. 

- Santo cielo, se ve delicioso Niall - sonreí al ver la comida. 

- Espero lo esté, ven siéntate - corrió mi silla y yo me acomodé.

- Muchas gracias, eres todo un caballero. 

- No es la gran cosa - se sonrojó y se sentó frente a mí. 

Tomó mi plato para servirme un poco de la deliciosa comida que había preparado para luego dejarlo frente a mí, tomé los cubiertos y me llevé un pedazo de carne a la boca, estaba exquisito. 

- No sé quien te haya enseñado estando aquí en la tierra, pero déjame decirte que cocinas de maravilla - admití.

- Gracias, comamos entonces. 

El almuerzo lo pasamos entre risas, chistes y varias preguntas mías a Niall acerca del cielo. En cuanto acabamos recogimos todo y lavamos los platos y los utensilios que habíamos utilizado para cocinar. 

- Quizás debas llamar a Sammy - dijo mientras acariciaba a Muffin. 

- ¿Crees que quedó muy preocupada?

- Yo diría que bastante - rió. 

- Está bien, la llamaré y le avisaré que mañana iré a trabajar. 

- Buena idea - sonrió. 

Dejé a Niall jugando con Muffin y me dirigí hacia el teléfono y marqué el número de Sammy. No habían pasado ni dos timbradas que ella ya había respondido. 

- ¿Sammy?

- ¿Callie? oh Dios, gracias al cielo que estás bien, ¿qué ocurrió? ¿por qué no viniste a trabajar? 

- Cálmate, estoy bien, estaba algo cansada.

- Creí que te había pasado algo malo - exhaló una gran bocanada de aire. 

- No pasa nada, de verdad estoy bien - escuché murmullos. - ¿Son los chicos?

- Si, ellos también estaban algo preocupados, dicen que nos abandonaste. 

- Ponme en altavoz - reí. 

- Listo. 

- ¡No los abandoné pedazo de estúpidos! - reí. 

- ¡Eso dices, pero no te veo aquí! - exclamó Louis tratando de no reír.

- ¡Cállate Tomlinson!

- Oye, dinos algo, ¿quién es el chico que le avisó a Sammy que no vendrías? - preguntó Lilly. 

- ¿Qué? 

- Callie, eres todo una picarona, ¿quién es tu novio? - preguntó Liam. 

- No es mi novio - la sangre se me subió a las mejillas. 

- Sí, claro - rió Louis.

- ¡En serio! es un amigo, ya dejen su estúpido cuestionario - reí nerviosa. 

- ¿Vendrás mañana?

- Claro que sí Sammy, no puedo dejarlos tanto tiempo solos. 

Una ola de gritos se escuchó del otro lado del teléfono y no pude evitar reír como loca, ¿qué haría yo sin estos chicos en mi vida? en cuanto logré tranquilizar y contestar todas las preguntas de los chicos pude cortar la comunicación. 

Volví a la sala con Niall y una sonrisa se asomó en mi rostro al verlo jugando con Muffin, ese par eran realmente adorables. 

En los brazos del Ángel. «Horan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora