Capítulo treinta y seis.

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El viaje prometía ser un poco largo, no sabía cuanto tiempo estaríamos surcando el cielo junto con mi ángel. Niall cumplió con su palabra y me dejó tocar las nubes, era una sensación muy graciosa a decir verdad. 

- Deberías descansar un poco - susurró contra mi pelo. 

- ¿Cuánto tardaremos?

- Solo un par de horas, pero debes dormir, haz tenido un largo día. - No me había dado cuenta de lo cansada que me sentía hasta que él dijo eso. 

- Está bien - murmuré acurrucándome entre sus brazos - despiértame cuando lleguemos, por favor. 

- Duerme - susurró riendo por lo bajo y no discutí. 

Apenas cerré los ojos caí rendida arrullada por el sonido del batir de las alas de mi ángel. 

Soñé tonterías, muchas no podía recordarlas, solo había una imagen en particular, no muy agradable a decir verdad. Niall, con sus hermosos ojos azules apagados, alejándose de mí. Yo lo llamaba pero él no volvía, por cada vez que gritaba su nombre, él se alejaba cada vez más de donde me encontraba. 

- Callie... ¡Callie! - Me desperté exaltada en los brazos de Niall. - ¿Te encuentras bien? - sus ojos irradiaban preocupación. 

- Lo siento - respiré hondo - tuve un sueño extraño. 

- Ya veo... no iba a despertarte, pero me preocupé un poco, comenzaste a retorcerte y me llamabas... ¿acaso yo hice algo en tu sueño que te disgustara?

- No lo recuerdo... lamento haberte preocupado... 

Niall me miró con ojos entrecerrados pero no discutió, sabía bien que él podía intuir mi mentira, pero no deseaba preocuparlo por un sueño estúpido que seguramente no significaría nada. 

Volví a acurrucarme entre los brazos de mi ángel, pero aunque lo intenté, no pude volver a dormirme. 

- ¿Aún sigues despierta? - preguntó en un susurro. 

- Sip - murmuré, escuché como él suspiraba. 

- Tenía la esperanza de que hubieras vuelto a dormir. 

- Lamento decepcionarlo, caballero. 

- ¿Podrías cerrar los ojos, entonces?

- ¿Para qué? - reí. 

- Quiero darte la sorpresa, ya hemos llegado. 

- Está bien - sonreí, cerré mis ojos y los cubrí con mis manos para que Niall no creyera que hacía trampa. 

De forma suave sentí como íbamos descendiendo, de un momento a otro una fría brisa golpeó mis mejillas. 

Pero Niall no me bajó.

- No abras los ojos, ¿estás lista? - se oía emocionado. 

- Sí - reí. 

Suavemente me deslizó hasta el suelo y me extrañé al pisarlo, no era sólido como el pavimento, ni mucho menos se parecía. Me quedé unos minutos pisando una y otra vez mientras sentía las suaves carcajadas de Niall detrás de mí. 

- Abre los ojos - dijo con suavidad. Yo obedecí. 

Mis ojos se abrieron lentamente y no pude creer lo que veía... estábamos rodeados de nieve. El suelo, los árboles, todo estaba cubierto de blanco, era precioso, realmente creí que estaba soñando. 

- Dios... - susurré sin despegar la vista del hermoso paisaje, pude divisar una pequeña y acogedora cabaña, donde intuí nos quedaríamos ese fin de semana. - Niall, esto es hermoso. 

En los brazos del Ángel. «Horan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora