Capítulo veintiocho. {Maratón}

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Mi cuerpo se congeló al escuchar la oración que salió de su boca, el miedo comenzó a invadirme, palidecí por completo y la cabeza comenzó a martillearme. Mis piernas flaquearon y me derrumbé. 

Niall fue rápido y me tomó entre sus brazos para depositarme con suavidad sobre el sofá. 

- Callie, tranquila, cariño tranquila, estoy aquí - me abrazó con fuerza y yo lo apreté contra mi cuerpo. - Cariño, estás temblando, tranquila.

- ¿Tranquila? - lo miré con lágrimas en los ojos. - ¿Tranquila? Niall, me acabas de decir que un demonio ha estado acechándome, ¡¿cómo diablos puedes pretender que esté tranquila?! - grité. Él solo me abrazó. 

- Escucha - acarició mi cabello mientras yo dejaba escapar las lágrimas. - Ahora estoy aquí Callie, nadie y menos aún un asqueroso demonio se acercará a ti mientras yo esté en los alrededores, no dejaré que te dañen.

- ¿Y cuándo vuelvas a irte? - lo miré. 

- Les haré saber a los Arcángeles sobre esto, no te dejaré más sola - su pulgar recorrió mi rostro con suavidad secando algunas lágrimas. - Sé que esto es shockeante y que tienes miedo, pero necesito que me digas que fue lo que hiciste estos días, con quien estuviste, ¿podrás?

Asentí y sequé las lágrimas restantes. Tomé una gran bocanada de aire y le conté todo lo que había hecho en los días que él estuvo ausente. 

Daba miedo lo serio que estaba, asentía cuando era necesario y escuchó con suma atención cada palabra que salía de mi boca.

- Y eso fue todo - concluí.

- Entonces... ¿cómo puede ser? si estuviste con tus amigos, ¿por qué tienes la esencia de un demonio? - revolvió algunos de sus rubios cabellos tratando de encontrar la respuesta. 

- No lo sé... ¿pudo haber entrado aquí? - pregunté espantada.

- No, yo lo sabría... ¿estás segura que no te juntaste con nadie más? - busqué entre mis recuerdos tratando de recordar algo extraño. Y sus ojos vinieron a mi mente. 

Palidecí. 

- Jason - dije en un susurro. 

- ¿Qué has dicho? - el cuerpo de Niall se tensó. 

- Hubo un chico... en la heladería y el pub... un muchacho de ojos negros, su nombre era Jason.

- Descríbemelo - exclamó con voz algo lúgubre. Yo le di toda la información de la que fui capaz.

Cuando terminé de hablar, Niall se paseó nervioso por la sala, murmuraba por lo bajo y sus ojos azules hervían de rabia. Yo solo me limité a observarlo en silencio, estaba tenso... estaba asustado como yo. 

De un momento a otro soltó una gran palabrota y le atinó un puñetazo a la pared, yo me llevé un buen susto y abracé un cojín con fuerza mientras cerraba los ojos. 

Sentí como unos segundos después él se sentó a mi lado y me acunó entre sus brazos.

- Lo siento - susurró entre mis cabellos. Lo abracé con fuerza. 

- No es nada, entiendo que quizás estés frustrado.

- ¿Sólo eso? - me miró. - Estoy más que frustrado, estoy enfadado, nervioso, molesto... si te hubiera pasado algo yo... - negó con la cabeza y volvió a unirnos en un abrazo. - Simplemente jamás me lo perdonaría. 

- ¿Y qué harás a partir de ahora? - lo miré.

- Me las arreglaré - me apretó contra su cuerpo. - Tendré que solicitar la ayuda de un ángel mensajero.

- ¿Puedes hacer eso? - lo miré con curiosidad.

- Solo en emergencias... ésta es una. En cuanto estés dormida me comunicaré con los Arcángeles para avisar de tu situación. 

- ¿Por qué no ahora? - él sonrió y besó mi frente. 

- Tu mente ya está repleta de información celestial, hay cosas que aún deben quedar en secreto. 

Fruncí el ceño por un momento y luego suspiré asintiendo con la cabeza. Él tenía razón, yo sabía ya demasiadas cosas, más que cualquier otro humano y Niall ya había traspasado muchos límites con el simple hecho de haberme revelado que él era mi ángel guardián.

Sería mejor no insistir, no quería que se metiera en problemas. 

- ¿Te irás pronto? - pregunté cambiando de tema. - No es que quiera que te vayas, todo lo contrario, es solo que mi vida ha mejorado bastante, ¿aún no te dan tus alas?

- No, aún no, cuando subí los Arcángeles me advirtieron que quedaban un par de cabos sueltos... que no debía distraerme - el tono de su voz pareció apagarse un poco al decir lo último.

- Jason en uno de esos cabos sueltos, ¿no es así?

- Así parece ser, pero no me suena su nombre, sé que es un demonio por la descripción que me has dado, pero no sé quién será... generalmente los demonios no tienen nombres tan humanos, debió de mentirte. 

- No supondría mucho problema para él teniendo en cuenta que es un demonio.

- No es tan así... los demonios son demonios, pero no pueden mentirnos a nosotros, los ángeles. A nadie que pertenezca al ejército del cielo, mucho menos a Dios... y por supuesto, no pueden mentirle al señor rojo.

- Lucifer - murmuré.

- Exacto - me apremió con una pequeña sonrisa. - Pero dejemos todo eso a un lado, ¿por qué no vas a darte un relajante baño?

- ¿Tan mal huelo? - reí y él igual.

- Apestas a hedor de demonio - dijo divertido al tiempo que hacía una pinza con sus dedos y agarró su nariz con la misma.

- Tú sí que sabes como hacer sentir bien a una chica - ironicé mientras golpeaba con suavidad su hombro. 

- Lo siento - sonrió y besó mi mejilla - te prepararé algo bueno de cenar a modo de disculpa. - Utilizó su irresistible cara de cachorro y me derretí.

- Más te vale que mis papilas gustativas toquen el cielo.

- Haré lo mejor que pueda - prometió con una sonrisa.

- Entonces iré a ducharme... ¿Niall?

- ¿Si?

- Me alegra que estés de nuevo en casa.

- A mí también - sonrió y besó mi cabello mientras me rodeaba con sus brazos. 

Besé su mejilla y me retiré al baño para poder ducharme y 'quitarme el hedor a demonio' de encima. Estaba cansada por el largo día de limpieza y mis músculos estaban tensos por la noticia que me había dado Niall acerca de Jason.

El agua caliente me relajó por completo y quitó todo rastro de dolor o malestar en mí. 

Al terminar de asearme, me sequé y me vestí con mi pijama y fui directo a la sala para encontrarme a Niall poniendo la mesa.

- ¿Te ayudo?

- No es problema, según veo estuviste todo el día ocupada, deja que lo haga yo - sonrió mi ángel.

- Niall... realmente no me molesta...

- No - puso un dedo en alto para cortar mi oración. - Deja que lo haga yo, siéntate en el sofá con Muffin y cuando esté todo listo yo te llamaré a cenar.

- Muy bien don mandón - reí y él igual.

Me di la media vuelta luego de sacarle la lengua a Niall y me senté en el sofá como me había pedido mientras esperaba que la cena preparada por mi ángel estuviera lista.

Era bueno volver a tenerlo cerca de mí.

En los brazos del Ángel. «Horan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora