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Sábado 26 de diciembre, 2009
Mi madre observa con una extensa sonrisa en su rostro el cuadro que sostiene con sus manos. Sus ojos azules viajan por todos los rincones en los que hay color, y en los que no también. No ha dicho ni una sola palabra desde que le mostré una de mis nuevas y últimas obras, aunque en realidad son sólo dibujos que hago en mis cortos tiempos libres.
Hace un par de semanas descubrí el sótano. Allí me instalé una pequeña base con mis pinturas y mis lienzos, a veces cuando no puedo dormir bajo y pinto, también cuando estoy sola en la casa.
Ninguno de los chicos baja aquí, por lo tanto es un lugar tranquilo. Dudo que recuerden tener este espacio en esta gran mansión, creo que yo también lo olvidaría después de tanto tiempo viviendo aquí. Me tomé el tiempo de ordenarlo, tenía algunas cajas desparramadas por cualquier sitio, ahora están apiladas una al lado de la otra contra las paredes.
—Esto es precioso, Lexie —jadea haciéndome sonreír.
A ella siempre le gustaron mis pinturas aunque no consiguiera entenderlas. Recuerdo que al inicio me fastidiaba que no pudiera ver lo que yo veo pero luego entendí que hay personas que no entienden el arte de la misma forma que uno mismo. Desde entonces, dejé de hacerme problemas y comencé a prestarle más atención a pequeños (pero grandes) detalles como, por ejemplo, sus expresiones.
Cuando una de mis pinturas le gusta, sus ojos brillan a más no poder, llega a lucir como si estuviera llorando. También, estos se abren sin ser ella consciente. Por último, sus dedos se deslizan con tanta delicadeza, como si fuera a romperlo.
—Gracias, mamá.
Un ruido estrepitoso se escucha detrás de nosotras. Nos giramos de inmediato, yo con mi ceño fruncido, y vemos a Trent mirando el suelo donde una caja se cayó.
—Yo no fui —levanta sus manos con inocencia. Ruedo mis ojos divertida.
—Espero que no sea nada importante —expreso. No quiero tener problema después con los Kings.
—No lo es —le resta importancia y se acerca a nosotras, mira por encima del hombro de mi mamá a la pintura y asiente—. Está bonita. —Traslada sus ojos oscuros hasta mi y sonríe.
—Gracias.
—Bueno, subamos que voy a preparar el pastel de fresa —dice mi mamá sonriendonos y comienza a caminar hacia la escalera.
—Adoro ese pastel —asegura Trent entre risas y la sigue sin dudarlo. Una sonrisa se instala en mi rostro aunque pronto se borra dejándome confundida.
No le doy importancia al tema, ¿a quién no le pasó eso de sonreír y dejar de hacerlo al segundo? Dudo ser la primera y última persona a la que le sucede. Así que sigo el camino que hicieron mi madre y mi novio hace unos pocos segundos.
Al estar en la sala, veo que Ian, Lion y Trent están viendo un partido de básquet. Me acerco para verlo también, desde que llegué no pude ver ningún partido porque los chicos utilizaban la televisión a cada momento para ver fútbol o programas de chimentos (los favoritos de Alex y Sam).
—Vean cómo les salvo el culo —espeta Trent con su cuerpo inclinado hacia adelante, sus codos están apoyados sobre sus rodillas y su cabeza sobre sus manos hechas puños. Una extensa sonrisa surca su rostro.
—Ya lo hemos visto —señala mi hermano con diversión. Ian ríe sin meterse en la discusión de los dos hermanos.
—No sabía que habías jugado en ese partido —mascullo sentándome en el borde del sofá. Trent me mira y se corre un poco hacia el otro lado.
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Viviendo con los Kings [VCLK]
Teen FictionLexie Eastwood quiere marcharse lo más lejos posible de su ciudad natal en los Estados Unidos, y Londres parece ser el lugar perfecto. Consigue una vacante en una fraternidad de la universidad de Cambridge que no llega a conocer ya que los miembros...