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—No te tengo miedo.
—¿No? ¿Acaso sabes quién soy yo? —inquiere Sam con un tono sombrío, y a la vez divertido— Tengo mil años.
Me gusta estar actuando así, supongo que el tener a Teen Wolf en común me facilita las cosas.
—Nop, tú eres solo Sam —suavizo mi voz sin darme cuenta. Sam no responde absolutamente nada del otro lado, trago saliva, creo que lo arruiné.
Me quedo en silencio esperando que Sam responda, cosa que no sucede, pero no me doy por vencida. Me siento en el piso apoyando mi espalda en la puerta, no puede quedarse lo que resta de la noche allí, en algún momento tiene que salir, tiene que cenar aunque se encargue de que sea en algún momento en que yo no estoy. No puede pasarse la vida allí dentro, o eso creo.
Greys viene a acostarse y acurrucarse sobre mis piernas, cada vez está más obeso, tengo la sospecha de que Nate le da de comer cualquier cosa que encuentra. También sospecharía de Alex pero él es muy meticuloso con su comida, no la usa para idioteces o para darle de comer a las mascotas, aunque también es un poco contradictorio porque hace unas horas me tiró con dos papas fritas.
Sonrío con nostalgia mirando a mi gato naranja. Me hace acordar al día en que llegó de Estados Unidos con el remitente a nombre de Trent Dempsey, por un lapso corto de tiempo mis pensamientos vuelan a él mientras acaricio a Greys. Lo extraño un poco, a veces pienso que hice mal en terminar todo tan mal entre nosotros, y luego recuerdo que él tampoco hizo algún movimiento para que nos arregláramos así que vuelvo a mi estado neutro.
En una relación de dos, uno solo no puede dar.
De repente, dejo de sentir esa superficie de madera detrás de mi espalda y paso a sentir la fría cerámica del cuarto de Sam, al mismo tiempo en que Greys corre asustado hacia otro lado y el castaño estalla en risas. Aún desde el piso, lo miro con mi ceño fruncido, la risa de Sam es suave, es linda, y termina por contagiarme.
—Oye, ¿qué tal está el piso?
—Ah, pues —chasqueo la lengua encogiéndome de hombros—, ya sabes, como siempre.
—Demasiado frío, ¿eh?
—Sí.
Sam vuelve a reír y me extiende su mano para ayudarme a poner de pie, la tomo impulsándome también con la otra y, nada más quedar frente a él, suelto todas las palabras una detrás de otra, mi vómito verbal reaparece. Sam me mira atento, con un ápice de diversión en sus ojos marrones, y escucha todo mi discurso sin interrumpirme.
—Sentí que no era importante para ti —confiesa sentándose sobre su cama.
—Sí lo eres, y demasiado —agrego sentándome a su lado y apoyo una mano sobre su hombro acariciándolo. Él ladea su cabeza hacia mi con una expresión de tristeza y yo, simplemente, le sonrío—. A ti te debo todo.
—No me debes nada, Lexie.
—Si no fuera por ti, mi estadía aquí hubiera sido una tortura —alardeo sin sacar mi mano de su hombro. Sam sacude un poco su cabeza, lo sabe, sabe que tengo razón—. Perdón por no haberte contado.
—Ya me has dicho eso más de cien veces en un minuto —menciona divertido y me río.
—¿Entonces me perdonas?
—Claro que sí —suelta y enseguida rodeo su cuello con mis brazos haciendo que caiga hacia atrás en la cama y, por consiguiente, yo arriba suyo.
Los dos nos damos cuenta de la posición en la que estamos y nos miramos con nuestras mejillas teñidas completamente de rojo. Salgo de encima suyo deslizandome hacia el costado, al mismo tiempo en que diviso a Cameron de pie en la puerta que aún sigue abierta.
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Viviendo con los Kings [VCLK]
Genç KurguLexie Eastwood quiere marcharse lo más lejos posible de su ciudad natal en los Estados Unidos, y Londres parece ser el lugar perfecto. Consigue una vacante en una fraternidad de la universidad de Cambridge que no llega a conocer ya que los miembros...