Capitulo 27

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Bueno, olvide comentar que los profesores nos dieron el día jueves libre, ósea que no hubo clases. Ese día, Dániel, me invito a ir con él a la tienda de ropa, al parecer se va a comprar un traje para el baile, me dijo que también iba a ir Otome, ¡Ah! de paso me compro el mío. Aunque yo si tengo, quisiera estrenar uno nuevo para ese día, claramente le tenía que pedir dinero a mi mamá, lo que no me esperaba era que ella se iba a pegar a mi como chicle.

No es que no me guste estar con mi madre, es solo que en ocasiones ella puede ser demasiado entrometida. Vi a Dániel en la entrada de la tienda acordada, una muy concurrida puedo decir; mi mamá al ver a Otome le pregunto que si era novia de Dániel, este se sonrojo, a lo que Otome sonrojada contesto que sí. Dániel y yo nos quedamos perplejos.

A diferencia de las chicas, Dániel y yo escogimos el primero que nos pareció, ambos de color negro. Dániel fue el primero en probárselo; al verlo, mi mamá se emocionó y le tomo miles de fotos... Mamá pero que te pasa, él no es tu hijo, yo sí... como sea. Otome se acercó a Dániel, para acomodarle el moño, vaya ellos dos sí que han progresado, bueno, ahora sigo yo, me metí al vestidor y me empecé a probar el traje.

Soy un desastre para acomodar moños; si les soy sincero, yo soy más de corbatas. Una vez salí del vestidor, mi madre me comenzó a tomar cientos de fotos, y a gritar de emoción, ¡Tranquila, la gente está mirando! Dániel se me acerco y me acomodo el moño... tal parece que la ayuda de Otome hace un momento no era necesaria.

— ¿Creí que no sabías acomodar moños? — exclamó Otome al ver como Dániel me acomodaba el moño.

— Solo cuando tú estás cerca mi amor. — exclamó el sin mirarla.

— Que mentiroso. — Otome se cruzó de brazos haciendo una mueca con sus labios, una mueca a la que se le podría denominar como, un puchero.

— Dániel me aprietas demasiado... — demonios, solo desvía la mirada por un segundo y ya me está matando. — sinceramente me gustan más las corbatas.

— Pues confórmate con el moño — dijo mi amigo mientras hacía el toque final, solo para segundos después alejarse y admirar su obra de arte — se te ve bien... — a ambos nos llamó la atención que mi mamá se encontraba discutiendo pasivamente con la señora que nos estaba atendiendo — vaya, tal parece que tu madre está peleando el precio.

— Sí, no la culpa, esto cuesta casi mil dólares.

— ¿Por qué no lo rentas?

— Me gusta tener mis propias cosas. Considero que debería conseguir un trabajo para solventar estos gastos; sirve que dejo de molestar a mi madre.

— Yo opino lo mismo, con respecto a mi — Dániel suspiró — que remedio, creo que tu madre ya ganó.

Mi mamá me lo compro, a pesar de que le dije que mejor escogía uno más barato, por lo menos logró bajarle unos cincuenta dolares; bueno, al menos a ella le gusto. Ella se fue por mi hermanita a la escuela, yo me fui con Dániel y Otome, aunque ahora que lo pienso creo que estoy haciendo mal tercio; el pelo de Dániel es de un azul más oscuro que el de Otome, solo es un pequeño dato que quería comentar... creo saber porque se llevan también.

Me siento raro, tal parece que ahora tengo una especie de trauma con el azul; cada que lo veo, recuerdo a Michel, y lo que paso anoche. Dániel me ha mostrado su apoyo, él es un gran amigo; bueno, considero que es momento de dejarlos solos. Me despedí de ellos, y me dirigí a divagar por ahí, no tengo intención de regresar a casa aun, creo que mejor quiero estar solo por ahora, necesito organizar mis ideas. Y así me la pase, todo el día, de vago recorriendo la ciudad. La tarde llego, y cuando al fin me dignaba a ir a mi casa, recibí una llamada un tanto extraña.

Los Silver ElementDonde viven las historias. Descúbrelo ahora