¡No puedo creer que lo he hecho! ¡Para ser sincero no sé cómo expresar lo que siento! Yo, solo grite, llore, no savia como expresar el dolor que yo sentía, solo, abrase el cuerpo inerte de Sahionje, mientras lloraba, y le pedía perdón en repetidas ocasiones. En ese momento hubo una onda expansiva, la cual culmino en barias burbujas de colores, las cuales, reflejaban escenas aleatorias de lo que habíamos vivido ella y yo, formando un hermoso espectáculo de luces.
¡No puedo soportarlo! ¡¿Por qué a mí... no lo entiendo?! Ya no sabía qué hacer, no me quería ni alejar del cuerpo de ella, estuve aferrado a ella por más de diez minutos; mirando su rostro, cada facción del mismo. Me destrozaba el hecho de que, jamás volvería a ver su hermosa sonrisa, sus ojos color miel, su llanto de dolor. No quería apartarme de ella; sin embargo, tuvieron que apartarme de ella, tarde o temprano las autoridades entrarían al parque. Siendo sincero, no pude dormir esa noche, creo que ni siquiera estuve consiente de lo que hice esa noche, aunque todos trataban de consolarme, era inútil, en ese momento estaba destrozado.
A la mañana siguiente, no me sentía mejor, pero al menos ya no lloraba desconsoladamente, al menos disimulaba mejor. Dormí en casa de Makoto, aunque a dormir solo es una expresión, porque no dormí nada, solo estuve llorando, pensando en todo, tratando de mitigar el dolor que sentía en el pecho. Cuando mis lágrimas se secaron, me percaté de que ya era de día, no me sentía nada bien; pero, de alguna manera, sabía que, si me quedaba en esa cama todo el día, me sentiría mucho peor. Me levanté de la cama, y me dirigí al jardín de Makoto, me dispuse a observar todo el jardín, hasta que llegue a un pequeño huerto, en me detuve a observar los frutos del mismo.
Estuve ahí como por media hora, mirando un árbol de peras como idiota, y justo cuando me disponía a irme, Makoto llego al huerto, supongo que a ver como estaba, pero antes de que él llegara hasta donde estaba, yo decidí hablarle.
— ¿Recuerdas cuando nuestro maestro comparo la vida con un árbol de peras? — pregunté aún con la vos destrozada.
— Recuerdo que le dije que porque no manzanas. — contestó él algo melancólico.
— El maestro solo sonrió.
— Pero tenía razón... cada uno de nosotros crecemos con los nutrientes necesarios, las flores, son nuestras aficiones y los frutos son nuestras obras, pero también hay frutos malos. Los cuales debemos de arrancar para que no infecten a los buenos, pero... a veces, estos no se pueden quitar solos, a veces necesitas la ayuda de un amigo.
Él me miro con admiración, sinceramente, no sé por qué.
— Makoto, no me siento nada bien; me siento como la peor basura del mundo.
— Esteban... no lo eres, no digas esas cosas — después de eso suspiró — yo... yo sé que no puedo comprender tu dolor... pero... solo espero que logres superar esto... — no sé qué contestarle — bueno, supongo que quieres estar solo, así que, yo me voy por acá.
— Makoto, — él detuvo su avance al escucharme — no creí que diría esto, pero... eres un gran amigo... creo que... hasta eres mejor que Dániel... no se lo digas ¿Sí?
— Demasiado tarde — Dániel hace su aparición en la entrada del huerto. — ¿Cómo estás?
— Nada bien — contesté con sinceridad.
— Si te soy sincero amigo, no sé qué decirte... lo cual me duele porque, se supone que yo sea el que te apoye en todo; pero, al menos, recibe esto de mi parte — él se abalanzó contra mí y me dio un gran abrazo; esto me hace sentir un poco mejor.
Sin embargo, nuestro momento se tuvo que detener, ya que, al otro lado de la mansión, se escuchó una explosión, creo saber quiénes son.
— Esos idiotas... eso me causará problemas... supongo que mejor, los dejaré solos. —Makoto se retiró.

ESTÁS LEYENDO
Los Silver Element
Genç KurguMi nombre es Estaban Radle, aparentemente soy un chico normal; sin embargo, hay algo diferente en mí, hay algo especial en mi genérica. Yo, junto con un grupo de chicos más, somos parte de una raza extinta conocida como, Los Silver Element. Es algo...