Capítulo 38 - Puedo vivir sin ti, pero no quiero.

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Natalia Prov:

No esperaba que ella llegara y me secuestrara, no esperaba que simplemente me metiera en un lugar que ni siquiera sé, tampoco esperaba que me declarara su amor, el problema es que no sabía si era sincera conmigo, tenía miedo de que solo fuera otro juego, tenía miedo de que ella lograra arrebatarme la poca dignidad que me quedaba, en ese momento también pensaba en Juli, en el daño que le pudiera hacer Camila Esguerra y en lo vulnerable que somos separadas.

-Natalia respóndeme, por favor, yo te amo, te amo como nunca he amado a nadie, no quiero perderte y sé que me equivoqué, sé que no hice las cosas bien, lo único que he hecho bien en mi vida ha sido amarte y aun así lo arruiné, por favor déjame enmendar los errores – sus labios rozan los míos, siento que sus manos sueltan mis ataduras, puedo apartarla y salir corriendo, puedo solo salir y liberarme de esto para siempre, pero no lo hago, no quiero, mis manos van a acariciar su cintura con suma delicadeza, con amor, espero estar haciendo lo correcto.

-Te amo – le digo subiendo mis manos a su nuca, la atraigo con suma delicadeza hacia mí, capturando sus labios en un delicado beso, un beso que ya no tiene rencor, que ya no tiene nada de rencor, solo es un beso esperanzado porque todo funcione, sus labios se mueven con delicadeza sobre los míos, casi con temor a que esto fuera un sueño, mi mano afianza el agarre de su cintura, dejándola completamente pegada a mí, como puedo nos volteo, quedando esta vez yo sobre ella, situación que aprovecha Makis, pues sus pequeñas manos traviesas vagan por mi espalda hasta que llegan a mi trasero, aprieta con fuerza mis nalgas logrando que me separe sorprendida de ella. Es cierto, lo habíamos hecho, muchas veces, pero ella solía ser más tímida y no me tocaba de esa manera hasta que estábamos bien sumidas en el acto.

-De verdad extrañe tu bonito trasero – me dice con una sonrisa hermosa, una sonrisa tan linda que me hace olvidar la escoria que somos, a toda la gente que matamos, la abrupta separación que tuvimos.

- ¿Podrías dejar en paz mi lindo trasero? – le digo sonriéndole, pueden decir que soy débil, pero la verdad es que ya no puedo seguir ocultando lo mucho que la amo, lo mucho que la extraño y lo mucho que espero que quiero que esto sea real.

-No puedo, fue mucho tiempo sin él – sus labios viajan a mis mejillas dándome suaves besos, no puedo evitar reír, sus dedos juegan con un rebelde mechón que escapa a mi rostro - ¿Esto significa que lo intentaremos? ¿Qué me perdonas?

-Solo te pido que no me hagas daño, solo reparémonos mutuamente, eso quiero, que ambas nos reparemos – le digo mirándola con ternura, ella sonríe achinando sus ojitos, esa sonrisa que amo, pero de repente se borra y me mira con seriedad.

- ¿Vives con Juliana? – no entiendo esa pregunta, siempre he vivido con ella, es mi única familia.

-Si, como siempre, somos como hermanas – le digo arrugando la nariz a modo de desaprobación, no entiendo esa actitud, quizás es por el beso que nos dimos para espantarlas, que claramente no funcionó.

-No, no y no, te juro que si veo algo raro la mato – me dice enojada, no entiendo nada, ella no es así.

- ¿Qué raro puedes ver? Es como mi hermana – le digo arrodillándome en la cama, ella sigue recostada, se medió incorpora, sigue mirándome con celos, quizás.

-Hermana mis tetas, ya la vi besándose y manoseándose tres veces, si vas a volver con ella, volverás con algo que grite en grande que eres mía – ella se arrodilla frente a mí, toma mi nuca y estrella sus labios contra mi cuello, donde la siento succionar con fuerza haciendo que suelte un gemido, después de separarse ella da una suave lamida en la zona, sonriendo satisfecha por la gran marca roja que quedó en mi cuello – Y ni se te ocurra cubrirlo.

Besos en Guerra - (Ventino) [Jumila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora