Capítulo 40 - El fin.

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Narrador Omnisciente

-Tienen que tener todo listo para irse en menos de cuatro horas, saldremos a eso de las 2 de la tarde – les dice Olga, de las 5 chicas ella es la más calmada, por alguna razón, la presencia de su novio la ayuda a calmar sus nervios. El pobre chico casi se fue de espaldas cuando descubrió el oficio escondido de su novia, pero también supo separar todo y decir que la amaba más que cualquier tipo de adversidad, así que se iría con ella a donde fuese.

- ¿Por qué a esa hora? – pregunta Natalia, ella es inquisidora y no puede negar que teme, pero no por ella, sino por quienes la acompañan, entre ellas, su hermana de toda la vida, su novia y dos de las mejores amigas que podría haber conseguido jamás, pero lamentablemente, una nube negra amenaza todo lo que quería, también nublando el buen juicio que había tenido toda su vida.

-Porque es la hora en que las calles están abarrotadas de gente, es la única manera de reducir lo máximo posible la probabilidad de un ataque - les responde Juliana, quien se aferra como un niño a la mano de su novia. Ambas saben que ese pequeño contacto, es tan íntimo que puede sentir sus corazones latir juntos, es la única manera de sentirse en casa en estos momentos.

- ¿Creen que podamos escapar? – la voz de la pequeña Makis suena como si fuera de ultratumba, por primera vez, la gallardía que la caracterizaba desapareció, solo dejando expuesta a una niña asustada, dejando a la vista la niña que nunca pudo ser.

-Si no funciona, bueno, solo caeremos juntas y si lo logramos, pues lo haremos juntos, ya no podemos solucionar las cosas, simplemente no podemos, nos tiramos una soga al cuello sin saberlo – dice apenada Camila, pero cuando se da cuenta de cómo sonó lo que dijo, se corrige con apresuro – No es que me arrepienta, de hecho creo que fue lo mejor que me podía pasar, gracias a todos estos entuertos tengo a la mujer más hermosa que podría haber encontrado jamás.

-Dejen lo melosas para después – las corta Olga con voz monótona, tampoco esto es propio de ella, su manera de hablar siempre era más expresiva que la del resto – Tenemos 5 horas antes de salir, están los autos afuera listos, todos sabemos la ruta, solo debemos apegarnos al plan y rezar para que nada salga mal, ahora, si me disculpan, quiero descansar unos momentos antes de salir.

En ese momento, los presentes se miran, silenciosamente hacen el pacto de volver a encontrarse cuando deban salir, pero al mismo tiempo, saben que estas horas serán solo para estar con las personas que aman, con esas personas que los está haciendo valiente para enfrentarse a todo esto. Los primeros en irse son Olga y Santiago, ellos van directo a la habitación de la chica, quien está extremadamente seria.

- ¿Amor? – la chica escucha a su novio a sus espaldas, ella solo se da vueltas para esconder la cara en el pecho del chico, este de inmediato siente su camiseta mojarse, comprende que la mujer de su vida está llorando, comprende que su dulce chica tiene miedo.

-Solo abrázame por favor – dice ella con la voz ahogada en llanto, ella llora desconsolada porque presiente que las cosas no saldrán del todo bien, que hay un montón de factores que le pueden jugar en contra y de las miles de cosas que pueden salir mal, porque presiente, que el más mínimo detalle erróneo podría acabar con todo lo que ama.

-Amor, sé que tienes miedo, sé que algo pasa por tu cabeza y no lo quieres decir, pero aunque no lo hagas, yo estoy aquí para ti, sostendré tu mano por donde vayas, estaré contigo de todas las formasen las que pueda estar, estaré contigo en cada momento, ahora y siempre, solo déjame amarte preciosa, déjame ser tu apoyo – él va con la intención de besar su frente, pero ella toma sus mejillas para arrastrar los labios del chico contra los de ella, los labios de ambos jóvenes se mueven con paciencia, con entrega, como si con ese beso, ambos pudieran sellar y prometer en silencio que siempre estarían juntos, y en efecto, así era, ellos se prometían el uno al otro que estarían juntos, sin importar que fuera ahora o en otro mundo, solo, estarían el uno para el otro. Más tarde, cuando Santiago vio a Olga dormida en su pecho con total tranquilidad comprendió que su más grande miedo era perderla, no poder ver sus ojos al despertar, no sentir que ella lo abrazaba, que ella era para él y que él era de ella, ahí comprendió que arrancaría la cabeza de quien fuera que tocara a su amor.

Besos en Guerra - (Ventino) [Jumila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora