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La reunión termina con un estrechamiento de manos formal y con la promesa de que F&A y Smeed Industries son ahora empresas socias. Le doy la mano a Roger Fitzroy, que me mira con una sonrisa bastante bien fingida, luego a Leonard Albarn, a Danielle Bennett —que según mi información está de baja por maternidad, pero debe haber querido venir hoy— y a Jude.

Este último me la estrecha con una sonrisa triunfal en el rostro. Debo reconocer que estoy sorprendido; cuando investigué sobre la empresa, figuraba un Julian Fitzroy, hijo del presidente, que yo descarté rápidamente como el típico hijo enchufado que no sirve para eso pero está ahí por obligación —como yo, más o menos—. Pero me he llevado una sorpresa: Jude ha estado hablando durante toda la reunión, aportando ideas muy buenas y siendo básicamente encantador. Incluso creo que Marta está enamorada de él, empresarialmente hablando.

—¿Has visto cuando ha dicho lo de las inversiones en tecnología? —me pregunta, entusiasmada, cuando subimos al taxi para volver al hotel—. ¡Ni se nos había ocurrido! Y es una idea brillante.

—Lo es —admito con una sonrisa, mirando por la ventana cómo Jude sale del edificio con Danielle Bennett, riendo por algo que ella le está diciendo.

El taxi arranca y recuesto la cabeza en el asiento, sintiendo todo el peso del cansancio caer sobre mí. Cierro los ojos.

Despierto a las diez de la noche en la cama de mi hotel. Echar una cabezada no me ha ido nada mal, pero ahora temo que no pueda volver a dormirme.

Me incorporo con pesadez, frotándome los ojos con una mano. La luz de la calle entra por la ventana y hace una sombra curiosa en el suelo. Me la quedo mirando unos segundos antes de coger el móvil de la mesilla de noche. Tengo varios mensajes, entre ellos uno de Louis preguntándome a qué hora iré a Hastings mañana y otro de Marta bastante más curioso.

"El señor Fitzroy y la señora Bennett están en el bar. ¿Le apetece bajar?"

Levanto una ceja, dudando entre si con " señor Fitzroy" se refiere a Roger o Jude. Honestamente, espero que sea el segundo. No por nada en especial, simplemente no me apetece demasiado tomar algo con un señor de cincuenta años mientras hablamos de negocios.

Cuando llego al bar del hotel, decorado con mobiliario victoriano y muchas luces de colores cálidos, me encuentro a Marta sentada en una de las mesas con Jude y Danielle, bebiendo de una copa de vino y riendo. Las dos mujeres están de espaldas a mí, y cuando Jude me ve una media sonrisa se dibuja en su rostro.

Y es el tipo de media sonrisa que dice "te quiero arrancar la ropa".

No es por sonar prepotente, pero sé cuando a alguien le pongo. Normalmente la gente se esfuerza en ocultarlo, pero Jude parece no estar preocupado en absoluto porque yo lo sepa. De hecho, parece que le guste. Y a mí me gusta que le guste.

—Pero bueno, si es el joven Smeed —dice Danielle a modo de saludo, y sonrío porque me gusta que me trate con este tono jocoso, me pone de los nervios que todos me traten de usted. Excepto Marta, a la que ya le he dicho mil veces que me puede llamar Nate y se niega, así que no me queda más que aceptarlo.

Me siento al lado de Jude, ya que parece que es el sillón que me han reservado.

—Siento no haber venido antes —me disculpo más por cortesía que por cualquier otra cosa—. Estaba hecho polvo.

No me apetece hablar formalmente mientras tomo algo, y Danielle tampoco parece tener ganas de andarse con formalismos, así que creo que estará bien.

—No pasa nada, hombre, lo importante es que has venido —me contesta ella—. ¿Qué quieres tomar?

—Creo que apostaré por un daiquiri —respondo—. Ahora vuelvo.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora