Jude
—Oh —gimo cuando vuelve a tocarme.
Noto cómo se me eriza la piel, y sonrío antes de volver a gemir. Me muerdo el labio, incapaz de soportar el placer que me está dando. No soy capaz de describirlo. Cada vez que lo siento es mejor que la anterior.
—Jude, eres un perturbado —me dice Alex, y me echo a reír. Ella está aguantándose la risa para que no le tiemble el pulso, aunque ha parado por si acaso—. De verdad, nunca había escuchado a nadie gemir tanto mientras lo tatúan, y mira que hay gente que lo disfruta mucho. Suerte que te tatúo yo, porque si te lo hiciera otra persona, huiría.
—Agradece que no se me haya puesto dura —bromeo, y ella estalla en carcajadas.
—Menudo guarro —mumura, negando con la cabeza pero sin dejar de sonreír.
Alex termina de hacerme el tatuaje. Es uno simple y pequeño, así que solo hemos estado algo más de una hora. Es un dibujo que vi por ahí y me gustó: una televisión, de esas retro, con la pantalla rota.
—Es muy punk —comenta, observando su obra y asintiendo con la cabeza para sí misma—. Ahora solo te falta tatuarte un trozo de pizza, o algo así, y serás el chaval más punk de Londres.
—Eso es complicado —contesto, siguiendo su tono jocoso—. Hay mucha gente muy punk por aquí. Me falta teñirme el pelo de ocho colores distintos a la vez, ponérmelo en punta y llevar chupas de cuero con pinchos. Es prácticamente imposible ser la persona más punk de Londres.
—Ya, pero tú eres más un punk del siglo XXI... Puede que solo seas alternativo. En plan indie, como los de The 1975, o algo así. —Se rasca la barbilla, examinándome con curiosidad.
—No me importaría —respondo, encogiéndome de hombros.
Alex se lleva las manos a la cintura, examinando mi torso, donde acaba de terminar el tatuaje..
—Ha quedado muy bien —afirma con decisión.
—Qué modesta, ella —bromeo, y Alex sonríe mientras empieza a recoger todo el material que ha usado para tatuarme—. Entonces, ¿quieres ir a tomar algo cuando termines?
—He quedado con Axel para cenar —me explica, y hago un puchero, intentando darle lástima—. No me mires así, chantajista. Podemos quedar mañana.
—Podemos. —Asiento con la cabeza, y voy a decir algo más cuando unos suaves golpes en la puerta de la sala me interrumpen.
Alex termina de limpiar la máquina rápidamente y, cuando está a punto de ir hacia la puerta, los golpes se vuelven a repetir.
—¡Hola! —exclama una voz infantil—. ¿Puedo pasar?
Nos miramos, sonriendo, y Alex va a abrir. En cuanto lo hace, una cabeza con su cabellera rubia se asoma, y me mira con interés.
—Oh, no te lo había comentado —me dice Alex, adoptando una expresión seria y cruzándose de brazos, apoyada en la pared—. Hemos contratado a un crítico de tatuajes para que le dé el visto bueno a todo lo que hacemos.
—Interesante —respondo, luchando por parecer serio cuando veo a Noah entrar, mirándolo todo como si fuera un profesional—. Adelante, señor Smeed.
Al decir "señor Smeed" no puedo evitar pensar en el que ahora lleva ese título —por mucho que le pese—, el hermano mayor del niño rubio que examina mi torso. Ah, Nathaniel...
—¿Cuál es el tatuaje? —le pregunta a Alex en un susurro, y tengo que hacer el doble de esfuerzo por no empezar a reír.
—La televisión —le contesta ella, también susurrando, y cuando Noah vuelve a girarse hacia mí, Alex me sigue mirando con seriedad.
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Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]
Roman d'amourNate es atrevido, descarado e irremediablemente alocado. Tiene a hombres y mujeres comiendo de la palma de su mano, sabe cómo manipular a las personas. Pero con lo que no contaba es que encontraría a alguien aún peor que él.