Por primera vez en mi vida, duermo durante casi todo el trayecto en avión. Solo me despierto un par de veces cuando están sirviendo la comida, y apenas tardo unos segundos en volver a dormirme cuando he terminado de comer.
Llego a Londres, que me recibe con lluvia, y me bajo del avión como un zombi, todavía preso del sueño. Me espero, sentado y a riesgo de quedarme dormido, a que salgan las maletas. Tardan lo que parecen horas en salir, y cuando lo hacen estoy a punto de quedarme dormido, y lo habría hecho si no fuera porque una amable señora mayor me avisa.
—Los jóvenes de hoy en día trabajáis demasiado —me dice, seguramente fijándose en que voy en camisa y pantalones de pinza, ni siquiera me he cambiado la ropa que llevé ayer a trabajar, lo que ha sido un error enorme porque no destaca precisamente por lo cómoda que es—. Así no os dará tiempo a disfrutar de la vida.
Me quedo pensando en lo que me ha dicho durante todo el trayecto en tren, y las palabras que me dijo mi madre semanas atrás, pidiéndome que no permitiera que el trabajo me consumiera, también hacen acto de presencia. Como siempre, sé que tienen razón, pero no le veo una salida a mi situación, al menos no una que no implique desaparecer para irme a vivir a una isla perdida por el Pacífico.
Tengo que cambiarme de tren en Londres, donde aprovecho para comprarme una infusión y un plato de pasta lista para comer. Me fijo en que todavía tengo un cuarto de hora hasta tener que coger el siguiente tren, así que aprovecho para comprarme un libro de trama interesante para que me mantenga despierto. Janelle me manda una foto de George, al que dejé en su casa antes de irme —me presenté allí a la una de la mañana, pero por suerte Janelle es una noctámbula—, y sonrío antes de abrir la cámara para mandarle una foto mía, con mi café y el libro. Joder, tengo una cara horrible.
A las diez y media de la noche, me subo en un tren en dirección a Hastings. Me como la pasta, me bebo la infusión y vuelvo a quedarme dormido cuando apenas he leído diez páginas del libro, lo que me tira por los suelos cualquier posibilidad de dormir esta noche.
Louis me pasa a buscar cuando llego a la estación de Hastings, pasadas las doce.
—Menuda cara de muerto llevas —me dice mientras me abrocho el cinturón, después de haber dejado mi equipaje en el maletero.
—Sigo siendo el más guapo de los dos —bromeo, y Louis rueda los ojos.
—Qué pesado —murmura, y sonrío.
Louis ha insistido en venir a buscarme y yo no le veía la necesidad porque me gusta ir caminando a todos lados, pero cuando el coche empieza a circular por la pronunciada cuesta que hay antes de llegar a su casa, me doy cuenta de que no habría sido capaz de hacerla a pie, al menos no hoy.
Mientras conduce, mi hermano me cuenta que hoy había menos periodistas en la puerta de la casa, y me informa de que solo están Alice y Alex en casa —a parte de Deena y Will, claro está—. Al parecer, Jude y Axel se han ido esta mañana. Intento no pensar demasiado en eso, porque tenía alguna esperanza masoquista de poder ver al rubio hoy, pero en realidad es mejor así. Liam vendrá mañana, viernes, por la tarde con Noah, ya que planean quedarse a pasar el fin de semana. Creo que a todos nos vendría bien un poco de tranquilidad, aunque el asunto siga estando lejos de ser solucionado.
Entro en la casa, donde todos están durmiendo. Louis me ofrece algo para cenar, ya que mientras me esperaba le ha dado por ponerse a cocinar, pero declino su oferta. Sigo teniendo sueño, así que debo aprovecharlo mientras me dure.
Me toca quedarme en el sofá porque el resto de habitaciones están ocupadas, y me mantengo despierto hasta pasadas las cuatro de la mañana. En ese tiempo consigo terminar el libro que me he comprado apenas hace unas horas, y estoy a punto de ponerme a contestar mails cuando el sueño empieza a volver a mí.
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Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]
RomanceNate es atrevido, descarado e irremediablemente alocado. Tiene a hombres y mujeres comiendo de la palma de su mano, sabe cómo manipular a las personas. Pero con lo que no contaba es que encontraría a alguien aún peor que él.