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Abro los ojos y los vuelvo a cerrar rápidamente, frunciendo el ceño para intentar aliviar el dolor que me ha provocado toda esa luz entrando por la ventana. Sí, eso de dormir al lado de un ventanal enorme es genial, pero solo si te acuerdas de poner las cortinas antes de ir a dormir, y al parecer se me olvidó.

Me relajo, intentando volver a dormirme, pero entonces se hace presente un punzante dolor de cabeza. Genial, fantástico. Me doy la vuelta y entierro la cara en la almohada, pero lo único que consigo es casi asfixiarme.

Suelto un gruñido de frustración y abro los ojos, esta vez definitivamente. Me duele la cabeza. Hacía mucho que no me dolía la cabeza el día después de salir, porque ya había aprendido a controlarme —tengo veintisiete años, después de todo—, pero supongo que anoche me pasé un poco. Afortunadamente no me duele nada más.

Me levanto de la cama, completamente desnudo, y busco mi bata para taparme. Luke sigue durmiendo, también desnudo, así que intento no hacer demasiado ruido para evitar despertarlo.

Al final lo llamé. A Luke, el camarero que nos atendió a mí y a Janelle hace ya varios días. Fuimos a tomar unas copas ayer por la noche y bueno, aquí estamos, en mi apartamento.

La verdad es que, aunque pueda parecer lo contrario, nunca he sido de acostarme con gente a la que acabo de conocer. Lo habré hecho un par o tres de veces en mi vida, y ayer sentí que lo necesitaba. Necesitaba a alguien que no supiera nada de mí con quien pasar un buen rato. Y lo hicimos: tomamos copas, hablamos, y el sexo fue increíble. Incluso puede que, si a él le apetece, también haya algo de acción de buena mañana, aunque quien dice mañana dice mediodía porque son pasadas las doce.

Mi móvil empieza a vibrar y me paro unos segundos a intentar recordar dónde lo dejé anoche, hasta que veo mis pantalones en el suelo y identifico que la vibración viene de allí. Luke gruñe en la cama, tapándose la cabeza con una de las almohadas, y suelto una carcajada antes de ir a por el teléfono. Cuando consigo cogerlo veo que estoy recibiendo una petición de videollamada de Louis, así que me ato la bata al cuerpo y salgo de la habitación rápidamente para bajar las escaleras que dan al salón y contestar.

En cuanto presiono el botón verde lo primero que aparece en pantalla es la cara de un bebé de tez morena y algún que otro rizo que empieza a formarse en su cabeza. William pone una cara de sorpresa al verme que hace que estalle en carcajadas, y es entonces cuando escucho a mi hermano reírse por detrás de su hijo. Louis coge la cámara y se enfoca a él con Will encima.

—¿Qué tal? —me pregunta a modo de saludo—. ¿Acabas de despertarte?

—Sí —contesto—. Tuve una noche entretenida.

—¿Olivia? —pregunta.

—No.

—¿Marcus? —vuelve a probar.

—No —niego de nuevo.

—¿Te has buscado un ligue nuevo? ¿Es Janelle? —Levanta una ceja.

—Janelle es casi como una hermana —contesto—. Conocí a un camarero en un restaurante.

—Qué típico —se burla.

—Su polla no era tan típica —contesto, y le tapa rápidamente las orejas a su bebé.

—¡Tú! —me regaña—. Delante del niño no.

—Pero si tiene dos meses, hombre, ni que fuera a empezar a repetir palabras hoy mismo. —Ruedo los ojos.

—Como su primera palabra sea un insulto te culparé a ti —me advierte.

—Lo mejor que le puede pasar a este pequeñín es salir como yo —contesto con una media sonrisa, y Louis me mira con horror, pero se escucha la voz de Deena por ahí y su expresión se suaviza.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora