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—La camisa azul —me indica Nathalie—. Esa te queda genial.

—¿Ahora vas a soltarme un rollo sobre que combina con el color de mis ojos? —le pregunto, levantando una ceja, mientras me quito la camisa que me estaba probando—. Estoy por ponerme una camisa hawaiana.

—Nate, vas al Empire —me dice—. No puedes ir en camisa hawaiana, te van a echar.

—Seguro que Jude sí lo hace y lo dejan entrar —murmuro, concentrado en desabrochar los botones de la camisa azul.

—Nathaniel, me he perdido —me dice—. ¿Quién es Jude?

—Uno de los de F&A, lo han mandado para las reuniones con inversores —contesto—. Ha venido al trabajo en camisa hawaiana y estoy indignado, ¡yo también quiero vestir como me dé la gana!

—Pues hazlo. —Nath se encoge de hombros.— ¿Quién te lo impide?

Me quedo parado unos segundos, dándome cuenta de que tiene razón, y me rasco la nuca.

—Pues es verdad.

Existe la posibilidad de que Milana me mate o de que mis trabajadores me tomen aún menos en serio, pero puedo llevar algo que me guste y que tampoco llame mucho la atención. Algo informal, pero no tanto.

—Igualmente, para ir al Empire arréglate —me pide mientras me termino de poner la camisa—. Camisa azul y los pantalones negros.

Asiento con la cabeza, concediéndoselo, y me acerco para pasar un brazo por sus hombros.

—¿Estás bien? —le pregunto—. ¿Qué tal con ese abogado?

—Bien, el caso va bien —contesta con una pequeña sonrisa.

Sus primos están en prisión provisional por ahora y, aunque todavía no hay fecha de juicio, no tardará en celebrarse. Ella está muy nerviosa, y es normal teniendo en cuenta que las personas que se sentarán en el banquillo no son solo gente que la ha maltratado durante años, sino que además son parte de su familia.

Me sabe mal dejarla en casa y salir pero, como ella misma ha dicho, no servirá de nada que me quede con ella. Ella no puede salir porque su pie sigue mal, y las marcas en su cara todavía no han desaparecido.

—No bebas mucho —me dice con una sonrisa—. Y a ver qué pasa con ese tal Jude.

—¿Qué va a pasar? —Levanto una ceja.

Ella solo mantiene su sonrisa de satisfacción y suelto una carcajada antes de salir por la puerta.

Llego a la puerta del Empire cinco minutos más tarde de lo acordado y ya están ahí Janelle, Marta y Trisha, la mejor amiga de la primera. De Jude no hay ni rastro pero, aunque lo conozcamos de hace poco, ya sabemos que la puntualidad no es lo suyo. También le he dicho a Marcus que venga, y de él sí me sorprende que llegue tarde. Vive obsesionado con la puntualidad, el hombre. Él se justifica diciendo que, al ser abogado, la puntualidad es importante porque los juicios empiezan esté él o no, pero yo creo que es obsesión pura y dura.

—Lo siento —se disculpa en cuanto llega, poco más tarde que yo—. Día complicado en el despacho.

Deja un beso en mi mejilla y se va a saludar a las chicas. Es entonces cuando aparece Jude, que al parecer ha decidido dejar el taxi de lado y venir caminando, y no lleva camisa hawaiana, se ha arreglado para la ocasión. Bueno, arreglado es decir mucho, pero lleva una camisa blanca y unos pantalones negros que le quedan muy bien, y lo sabe por la sonrisa de seguridad que lleva.

—Ya ha llegado ojitos bonitos, podemos entrar —dice Janelle, guiñándole un ojo a Jude, quien sonríe, divertido.

Le presentamos a Marcus y Trisha, y para mi sorpresa no muestra ningún interés en el primero. Queda un poco cliché pensar que todos los hombres gays o bi se fijan entre ellos, y no es eso, sino que Marcus es atractivo como pocos lo son. Alto, esbelto, cabello rubio oscuro y hombros anchos. En fin, que podría ser modelo perfectamente, pero eligió trabajar mil horas al día siendo abogado porque, según él, es su vocación.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora