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El vaso del cuarto café que me he tomado esta mañana vibra por el repiqueteo de mis dedos. Me duele la cabeza y se me cierran los ojos solos, pero me obligo a mantenerme despierto.

—Puedes ir a dormir a mi piso —insiste Alex, que ya me lo ha ofrecido varias veces—. Axel y yo te iremos informando, pero tienes que descansar. De verdad, hombre, estás hecho un asco.

Suspiro y niego con la cabeza.

—Estaré bien —le aseguro, aunque no me lo creo ni yo.

—Una siesta en la habitación de Jude —cambia su sugerencia por una más factible.

Vuelvo a suspirar.

—Eso lo puedo hacer —digo.

Y lo intento, de verdad que lo intento, pero cuando me echo en el sofá de la habitación de Jude, vacía excepto por mí, no consigo conciliar el sueño. Es como si se hubiera ido muy lejos, aunque puede que los cafés hayan tenido algo que ver.

Jude lleva una hora en cirugía, y estoy tan nervioso que apenas puedo soportarlo. Conseguí superar el hábito de morderme las uñas hace años, pero ahora ha vuelto con intensidad, hasta el punto en que ya no me quedan uñas que morder, y he tenido que ponerme una tirita en una de ellas porque estaba empezando a sangrar.

Por si fuera poco, hace un par de horas ha salido un artículo en una revista a la que oficialmente ya odio, que me acusa de manipular a mi familia para que hagan lo que yo quiero basándose en el hecho de que he volado para estar con ellos en cuanto han salido los escándalos. Y normalmente me partiría de la risa con algo así, pero hoy me ha hecho enfadar. No tengo ganas de aguantar esto.

Tardo un rato, pero me termino sumiendo en un estado de sueño desagradable y para nada reparador, de esos en que no terminas de estar del todo dormido, y cuando consigo despertar, con dolor de espalda además del de cabeza, veo que han pasado dos horas más. Me levanto con pesadez y salgo al pasillo, donde casi me choco con un enfermero que va a toda velocidad pero que se para en seco al verme.

—Tú eres el que está con Jude —puntualiza, y solo entonces me doy cuenta de que es Paul, el enfermero al que nos encontramos cuando vinimos a ver a Noah, hace ya un tiempo.

—Tú eres Paul —contesto, y él asiente con la cabeza—. Soy Nate.

—Encantado. Oye, tengo algo de prisa, de hecho me han llamado para asistir en la operación de Jude. —Me ve la cara de pánico y niega con la cabeza—. No tiene por qué ser algo malo, no te preocupes.

Pero ya estoy preocupado, y ahora todavía más. Se despide rápidamente y recupera su ritmo frenético hasta desaparecer del pasillo. Empiezo a ir por su mismo camino, hacia la sala de espera, y cuando llego veo que no hay nadie.

—¿Ya te has despertado? —La voz de Alex me sobresalta y me giro hacia ella, que ríe—. Parece que no del todo.

—He dormido mal —murmuro, rascándome la nuca.

—Te he traído un sándwich —me dice, levantando un envoltorio de papel—. Es vegetal. Lo he comprado en un bar que quedaba cerca, no es de esos asquerosos de máquina.

—Gracias —contesto, cogiendo el sándwich que me ofrece—. ¿Tú has comido?

Alex asiente con la cabeza.

—Hace un rato.

—¿Se sabe algo más? —le pregunto mientras desenvuelvo el sándwich.

—No —suspira—. No nos han dicho nada. Axel se ha ido a descansar, pero volverá en un par de horas porque trabaja.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora