¡Hola! Antes de nada, quiero disculparme por llevar tiempo sin actualizar. Ya he explicado los motivos en mi Instagram, pero os lo explico por aquí. Básicamente, estoy terminando la corrección de la versión definitiva de Esperando a Louis, que saldrá en papel este año, así que he estado ocupada. Además, el día 30 dejo mi trabajo (en el que llevo un año a jornada completa), y me dedicaré al 100% a escribir. A partir de ahora espero poder actualizar más seguido, y confío en no tardar demasiado en terminar esta novela, ¡a la que le quedan solo 7 capítulos!
Sin más, os dejo con el capítulo de hoy ;)
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El tiempo parece ralentizarse cuando estás esperando. Es algo que ya sabía, pero tener conocimiento de ello no hace que mi poca paciencia tolere mejor esta situación.
Mi mirada está clavada con fuerza en las agujas del reloj que cuelga de la pared, y que emite un sonido sutil pero cada vez más insoportable.
Amelia Fitzroy está sentada delante de mí, y me mira de vez en cuando. No parece molesta ni enfadada conmigo por el simple hecho de que su hijo y yo hayamos estado "juntos" —al contrario de su marido, que ni siquiera se ha dignado a aparecer—; parece que le dé curiosidad. Y, aunque no sea algo necesariamente malo, solo hace que sumarse a mis nervios. Es una mujer de apariencia afable: estatura media tirando a baja, el cabello rubio —teñido, aunque sospecho que alguna vez fue de un rubio tan natural y brillante como el de su hijo— y unos ojos marrones que, aunque parezcan tranquilos, están llenos de misterio.
Estamos en la tercera planta, delante de la habitación de Jude, esperando a que nos den los resultados de las pruebas de compatibilidad que Axel, Alex y yo nos hemos hecho hace un rato para poder donarle un riñón a Jude. Probablemente queden muchas horas para que salgan los resultados, pero no me veo capaz de irme del hospital. No quiero que pase algo y yo no esté aquí, y eso que ni siquiera sé si Jude querrá verme cuando despierte porque, pese a lo que me dijo cuando estaba al borde del desmayo, no debo olvidar que la última vez que estuvimos juntos terminó mal.
Nuestra mayor esperanza era Amelia, pero resulta que solo tiene un riñón, porque perdió el otro en un accidente, hace años. No nos ha dado más detalles, lo que me ha llevado a sospechar que ella quizás tenga la misma enfermedad que su hijo, pero Axel ya me ha dicho que, a parte de ser una enfermedad rara, no es genética. Así que supongo que, simplemente, no quiere entrar en detalles sobre su vida, lo que cuadra perfectamente con su forma de ser, aunque la conozca más bien poco.
Estoy nervioso, pero me tranquiliza estar aquí, en esta planta, porque sé que es mucho menos probable que aparezcan periodistas o personas intentando sacar fotos. Y no es por mí, porque mi vida ha sido pública tantas veces que, aunque me he vuelto más precavido, cada vez me importa menos. Es por Jude. No creo que le haga gracia que todo el mundo sepa que está enfermo. No quiero que su historia se convierta en la comidilla semanal de los medios.
Jude... Sigue sin despertar. Llevamos muchas horas aquí y no ha despertado, lo que provoca que no pare de comerme la cabeza con si se habrá complicado su situación, si ya no está estable, si le podría estar pasando algo sin que nos demos cuenta...
—Ha despertado —dice Axel, saliendo de la habitación e intentando reprimir una sonrisa—. Me ha dicho cosas muy raras, porque todavía está algo anestesiado, pero en cuanto lo vea el médico yo creo que os dejará entrar.
Suelto tal suspiro de alivio que es como si toda la ansiedad se vaciara de mi pecho momentáneamente. Axel me mira con una sonrisa y voy a decirle algo cuando mi móvil empieza a sonar. Frunzo el ceño y veo que se trata de la persona a la que contraté para que investigara las fuentes de las noticias que han estado saliendo estos días sobre mi familia, así que me excuso del resto con un gesto de mi mano, me levanto y acepto la llamada mientras camino hacia las escaleras.
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Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]
RomanceNate es atrevido, descarado e irremediablemente alocado. Tiene a hombres y mujeres comiendo de la palma de su mano, sabe cómo manipular a las personas. Pero con lo que no contaba es que encontraría a alguien aún peor que él.