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Entro en el hospital Saint Thomas mientras hablo por teléfono, explicándole a Alex lo que ha ocurrido. Le pido que no se lo cuente a nadie, pero a ella se lo digo porque estaba preocupada y porque Axel también está envuelto. No sé hasta qué punto quiere Jude que se sepa esto porque me huelo que, si nunca mencionó que estaba enfermo, es porque quería mantenerlo en secreto.

—Ahora mismo voy —dice justo antes de colgar.

No puedo contactar con Axel porque ha desconectado su teléfono, y en la recepción no quieren decirme dónde está Jude, porque al parecer desde que apareció la nueva ley de protección de datos europea ya no pueden dar esa información. Me voy a buscar un café a la máquina y me siento en la sala de espera mientras sigo recibiendo mensajes relacionados con el comunicado que hemos emitido esta mañana.

Alex llega tres horas más tarde, cuando ya me he terminado el libro que me ha dejado Deena, porque ha venido directamente desde Hastings. Me levanto cuando la veo entrar y corre a abrazarme. Es la primera vez que hace algo así, pero no lo cuestiono, sino que lo agradezco porque me reconforta.

—Ah, y otro de parte de Deena —me dice antes de volver a abrazarme—. ¿Se sabe algo?

—No sé nada —dice—. Axel está con él, pero no sé dónde.

—Él está haciendo su internado aquí —me explica—. Se conoce bien el hospital. Jude estará bien con él.

Este también es el hospital donde ingresaron a Noah cuando tuvo el ataque de migraña, el mismo donde nos encontramos a ese enfermero que conocía a Jude, y de repente todo encaja en mi cabeza. Jude ya había estado ingresado aquí. De una forma casi instintiva, levanto la cabeza y miro alrededor para ver si encuentro al tal Paul, como si este hospital no fuera enorme y el hombre se pasara el día aquí.

Axel baja al cabo de media hora, con expresión de agotamiento pero sin pena, lo que me da algo de esperanza. Lleva el uniforme de interno, lo que debe significar que ha pedido hacer un turno para poder estar al lado de Jude.

—Jude está estable —nos explica—. En un rato lo trasladarán a la habitación. Sus constantes vitales han vuelto a la normalidad, y ahora mismo está durmiendo.

—Eso es bueno, ¿no? —pregunto al ver que no desprende ninguna alegría.

—Ha sufrido una insuficiencia renal aguda —contesta—. Ha perdido los dos riñones, y va a necesitar un trasplante.

Joder.

—Yo le doy uno de mis riñones —le digo, sin pensármelo ni un segundo—. Puedo vivir con un solo riñón, ¿no? Pues que se quede el otro.

—Yo también puedo darle uno —Alex se suma, y Axel suspira.

—No es tan fácil —dice, negando con la cabeza con suavidad—. Tendrán que haceros pruebas para ver si sois compatibles.

—Eso se hace con los grupos de sangre, ¿no? —inquiero, y Axel levanta una ceja—. Pues no tengo ni idea de cuál es el mío, pero me haré la prueba.

—Yo tampoco sé cuál es el mío —dice Alex—. Creo que A... o igual AB... espera, creo que era nosequé "más"...

—No tiene que ver con eso —responde Axel—. Será complicado encontrar un riñón compatible. Si el donante fuera un miembro de su familia, sería más fácil, pero...

—Si no nos damos prisa, ¿le puede pasar algo? —pregunto, preocupado.

—No. —Axel niega con la cabeza—. Le harán diálisis. Puede vivir haciéndose diálisis varias veces a la semana, pero lo óptimo sería encontrarle un riñón. No es forma de vida, tener que acudir al hospital tantas veces a la semana siendo tan joven. Por ahora tenemos que centrarnos en que se recupere porque, aunque esté estable, puede empeorar.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora