—Yo se lo diría —me aconseja Deena mientras termino de comerme el bocadillo que me he pedido en la cafetería del hospital—. En una relación lo mejor es no tener secretos, o tener el mínimo posible.
—Ya. —Suspiro, rascándome el cuello—. Es que no sé cómo se lo va a tomar. Es capaz de irse al cirujano y pedirle que le quiten el riñón. Su relación con su padre es malísima.
—Veamos: si tú fueras Jude, ¿querrías que te lo dijeran? —inquiere, y tengo que pensármelo un buen rato.
—Supongo que sí —contesto finalmente, y ella asiente con la cabeza.
—Las cosas que no le digas te irán quemando por dentro —me dice—. No tienen por qué ser cosas que tú le hayas hecho, ni secretos inconfesables, pero saber que estás ocultándole algo te hará sentir mal.
—No, si aún tendrás que cambiar de carrera y hacerte terapeuta de parejas —bromeo.
—Pues no me iría nada mal, pero es que la Veterinaria me gusta bastante —dice, divertida—. Ay, apenas me quedan unos meses para empezar el curso y ya estoy nerviosa.
—Pero si te irá genial. Y, si no, seguro que te aprueban por pesada, porque no pararás de hablarle a los profesores y querrán que te gradúes lo antes posible —la pincho, y sonrío con satisfacción cuando veo que frunce el ceño, indignada.
—¡Si eres tú el que siempre me llama! —se queja—. A partir de ahora te colgaré cuando llames, a ver quién es el pesado entonces.
Me echo a reír con ganas y Deena mantiene su mueca de enfado durante unos tres segundos más, pero luego estalla en carcajadas.
—En fin, que gracias por el consejo —digo cuando consigo dejar de reír—. Te haré caso, y todo. Ah, y pásame a Louis, si lo tienes por ahí, que de hecho llamaba para hablar con él pero te has puesto tú y me has distraído, como siempre.
—Vete a la mierda —responde con una sonrisa sarcástica, y luego se gira, mirando para todos lados—. ¡Louis!
—¡¿Qué?! —escucho que grita mi hermano de vuelta, y suena como si estuviera en el piso de arriba.
—¡Es Nate! —exclama Deena, y tengo que bajar el volumen en los auriculares porque me va a dejar sordo.
—¡¿Qué le ha pasado?! —pregunta Louis, y quiero reír cuando veo que suena preocupado.
—¡No, que está al teléfono! —responde Deena.
—¡Voy!
Deena se vuelve a girar hacia mí, y levanto una ceja.
—Tenéis una forma de comunicaros bastante peculiar —comento—. ¿Es siempre así? Porque voy a llamar a servicios sociales antes de que dejéis sordo a mi sobrino.
—El niño está fantásticamente, y no siempre gritamos —apunta—. Bueno, a veces sí, pero tampoco entraré en detalles.
Mi boca se abre en una "o" y levanto las cejas. ¿Deena Torres acaba de hacerme una broma sexual? Voy a recordar este día para siempre.
Estoy a punto de contestar cuando Louis aparece en la pantalla, con William abrazado a su cuello mientras él lo sujeta con un brazo, y coge el móvil.
—Louis, tu novia acaba de hacerme una broma guarra —le digo, emocionado, y rueda los ojos.
—Que no digas estas cosas delante del niño, pesado —se queja.
—Yo ya no sé cómo explicarte que, aunque sé que te gustaría, tu hijo todavía no entiende nada —contesto, exasperado.
—Eso ya lo veremos —refunfuña, y cuando veo que Deena le deja el teléfono y se va, me pongo serio.
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Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]
RomanceNate es atrevido, descarado e irremediablemente alocado. Tiene a hombres y mujeres comiendo de la palma de su mano, sabe cómo manipular a las personas. Pero con lo que no contaba es que encontraría a alguien aún peor que él.