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Salgo del metro corriendo lo más rápido que mis piernas me permiten. Me he quedado dormido; es la primera vez que me pasa, pero joder, llego una hora tarde. Milana me ha estado llamando, porque volvió de Londres hace un par de días y hoy habíamos quedado en la oficina. Joder.

Ayer me costó horrores quedarme dormido. No paraba de moverme en la cama y no había manera de conciliar el sueño. Por suerte, Nathalie estaba igual que yo, así que estuvimos hablando un buen rato en el salón.

Ella ya está mirando pisos a los que mudarse, aunque le he dicho que puede quedarse el tiempo que quiera, pero he tenido que convencerla de que volver a vivir en su antiguo barrio no es una buena idea. En el fondo la entiendo: verte obligado a irte del barrio en el que has nacido y vivido toda tu vida por culpa de un grupo de imbéciles intolerantes me jodería muchísimo. El problema es que no son solo imbéciles intolerantes; también son peligrosos. La paliza que le dieron era solo una advertencia, ese tipo de gente es capaz de cualquier cosa, aunque se trate de un miembro de su familia.

Conseguí quedarme dormido a las cinco, y tenía que levantarme a las siete pero ni siquiera he escuchado el despertador. Así que aquí estoy, corriendo por las calles de Los Ángeles como un loco.

Llego al trabajo a las nueve y cinco. Abro la puerta de mi despacho y casi pego un bote cuando veo a Milana sentada en mi sillón.

—Te he cubierto parte del trabajo que tenías esta mañana —me dice, mirándome con seriedad—. Que no vuelva a ocurrir, Nathaniel.

—Lo siento —me disculpo, derrotado.

Supongo que puede ver la cara de mierda que llevo, porque respira hondo y sonríe.

—¿Todo bien? —me pregunta.

—He dormido mal, pero en general todo bien —contesto—. ¿Cómo está Noah? ¿Alice?

—Están todos bien —me dice—. Podrías llamarlos de vez en cuando, que no es ilegal.

Suelto una carcajada y, cuando Milana se levanta, me siento en mi sillón.

—¿Alguna novedad? —le pregunto, refiriéndome al trabajo.

—Nada importante. —Se encoge de hombros— Pero tenemos que hablar de la gala de la fundación Hampton. Solo quedan dos semanas, ¿te han confirmado ya los que vendrán? Alice me dijo que sí irían, pero sin Noah. Lo dejarán con los padres de Liam.

—Sorprendente que ella quiera venir —contesto—, pero comprensible que no quiera llevar a Noah. Ir a este tipo de eventos siendo un niño es un puto aburrimiento.

—Tampoco quiero que sea acosado por paparazzis tan joven —concuerda ella—. Necesita una infancia tranquila, más de la que ha tenido hasta ahora.

Asiento con la cabeza, estando de acuerdo. No quiero que mi hermano pequeño tenga una infancia como la mía, la de Louis y la de Als. Fue una mierda bastante grande.

—Deena y Louis también vienen —digo—. Y... ¿crees que debería proponérselo a Alex?

Milana hace una mueca, claramente incómoda con esa idea. Ella tampoco sabía de la existencia de Alex hasta que lo descubrimos hace unos meses y, aunque mis hermanos y yo teníamos asumido que nuestro padre era un imbécil, Milana está bastante afectada. Supongo que debe sentir que no conocía a Ian tanto como se pensaba. Es algo por lo que todos hemos pasado, lo superará.

—No lo sé —contesta—. Has quedado para hablar con ella cuando viajemos a Londres, ¿verdad?

—Sí —asiento—. Del tema de la herencia. Supongo que se lo propondré entonces, dependiendo de cómo vaya la conversación. A lo mejor no quiere tener nada que ver con nosotros, ¿quién sabe?

Milana asiente y se va del despacho tras decirme que tiene asuntos de los que ocuparse. Yo estoy cansadísimo, pero me siento algo aliviado con la idea de volver a Londres en dos semanas. Solo serán unos días, y la mayoría de ellos estaré trabajando, pero poder pasar tiempo con mi familia lo compensa. E, inevitablemente, pienso en el chico rubio que tiene mis instintos sexuales disparados últimamente.

Hace tres días que Jude se fue, y esto ha vuelto a ser un aburrimiento. Tampoco es que hiciéramos mucho, pero su presencia y sus bromas lo hacían más llevadero, menos monótono.

Tres días, y no he podido sacarlo de mi cabeza. No es que me vea casado con él, en absoluto, pero joder, me pone mucho y sé que yo le pongo a él. Suena como algo muy fácil, al menos si no tienes en cuenta que está Smeed Industries y F&A por el medio. Relaciones laborales que pueden salir mal. Sé que podríamos follar sin problema, pero la cosa es que no conozco tanto a Jude como para poder predecir si, en caso de que las cosas no salieran bien, sabría mantener una relación puramente profesional de nuevo. Joder, ni siquiera sé si yo podría, así que paso de dolores de cabeza innecesarios.

Además, no quiero volverme una persona que tiene el sexo como prioridad y como motor que mueve su vida. No quiero ir por ahí follándome a la gente sin pensar en las consecuencias. En otras y más duras palabras, no quiero ser como mi padre.

El muy capullo dejó embarazada a una mujer en Texas y no quiso hacerse cargo; tuvo dos divorcios por su incapacidad de mantener el pene en sus pantalones —que oye, a mí esto de la monogamia ni me viene ni me va, pero si vas a follarte a más gente, al menos sé sincero con tu pareja—, y un hijo al que decidió enchufar a Alice —que la quiero mucho, pero en ese momento no era la Smeed más responsable— porque, aunque comprendo que tenía cáncer, me huele a que tampoco quería encargarse de él.

En resumen: que Ian Smeed era un monstruo, y no quiero ser como él. Antes me corto la polla.





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Hola holaaaa

Como habréis visto, este capítulo ha sido muuuy cortito, pero es porque el siguiente (que ya casi tengo terminado y no tardaré en subir) será largo e intenso. Tomaos este como una especie de introducción jajajaja

Nos leemos muy pronto,

Claire

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora