George ronronea en mi regazo mientras acaricio su cabeza distraídamente, mirando las noticias en la televisión. Pensaba que tardaría más en adaptarse a vivir en mi casa, pero parece que haya vivido aquí siempre. Ya ha hecho la casa suya y me ha intentado destrozar un sillón, las cortinas del salón y dos sillas, pero he sido rápido y le he comprado un rascador y una camita que ya está casi hecha trizas.
De repente salta al suelo y se va caminando con tranquilidad hacia su rascador. Sonrío y estoy a punto de desviar de nuevo la atención a la pantalla cuando veo que toma un giro sutil pero claro, empezando a dirigirse a una de las sillas.
—Tú —lo llamo y se gira hacia mí dando un salto, asustado. Lo señalo con el dedo índice—. Ni se te ocurra.
George se queda quieto unos segundos, mirándome fijamente, y finalmente maúlla y vuelve al sofá para sentarse a mi lado. Le doy un par de caricias en la cabeza y cojo mi móvil para revisar mis redes sociales. Entro en Instagram, a mi cuenta que ha sido confirmada hace poco y me dedico a mirar mis publicaciones antiguas. Suspiro al ver las de cuando estuvimos en Indonesia, hace apenas un mes, las de Nepal de hace cinco meses, las de Sudáfrica, hace ya un año...
Lo echo de menos. Echo de menos viajar, ir a mi aire, estar con mis amigos y vivir de lo que me gusta. No diré que odio trabajar en Smeed Industries, pero no es lo que tenía planeado para mi futuro, en absoluto.
He tenido tan poco tiempo en este último mes que ni siquiera he podido editar los vídeos y fotografías de Indonesia. Ahora podría ser un buen momento para hacerlo: es domingo, no tengo trabajo ni a nadie molestándome.
Termino pasándome muchas horas editando vídeos, y disfruto cada segundo. Casi me olvido de comer, si no fuera porque George viene a quejarse de que no le queda comida. Tras darle de comer, miro la hora en mi móvil y veo que son las cuatro de la tarde y llevo seis horas editando sin parar. Además, también tengo un mensaje de Olivia.
Liv: Me aburro. ¿Quieres hacer algo?
Sonrío, y contesto al mensaje.
Dos horas más tarde estoy desnudo en la cama de Olivia, algo cansado físicamente pero sintiéndome en calma. Ella se fuma un cigarro mientras le enseño fotos de George.
—Ay, es monísimo —dice con ternura—. Podrías haberlo traído.
—Es muy joven para saber lo que es el sexo —bromeo, y Liv se echa a reír.
Me acaricia la cara y me mira.
—¿Estás bien? —me pregunta—. Has estado muy ausente últimamente.
—Sí. —Asiento.— Estresado, pero bien.
—Oh, yo sé de algo que va muy bien para el estrés. —Sonríe, mordiéndose el labio, y se incorpora en la cama para ponerse encima de mí.
Me pongo un preservativo rápidamente y pronto ella ya se está moviendo, conmigo dentro, entre gemidos y besos descoordinados. Es la segunda vez que lo hacemos esta tarde, así que tardo bastante más en correrme. Liv llega al orgasmo poco antes que yo, y cuando terminamos, se queda echada encima de mí.
—¿Y tú? —le pregunto—. ¿Cómo estás?
Liv suspira.
—Ahora mismo genial —dice, levantando las cejas, y río—. Pero, en general... bueno, he estado mejor.
—¿Es por el trabajo? —le pregunto.
Si trabajar como modelo de por sí ya es estresante —y lo sé por Janelle, que ha hecho de modelo ocasionalmente, y por Nathalie—, no me quiero ni imaginar cómo debe serlo cuando llevas el título de "modelo de tallas grandes". Esa industria está llena de imbéciles que creen tener la verdad universal sobre cómo es un cuerpo bonito, y normalmente para ellos suele ser uno tan delgado que es enfermizo. Olivia nunca les ha prestado demasiada atención, pero recibir comentarios de odio, tanto de esta gente como de anónimos en las redes sociales, a diario debe desanimar a cualquiera.
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Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]
RomanceNate es atrevido, descarado e irremediablemente alocado. Tiene a hombres y mujeres comiendo de la palma de su mano, sabe cómo manipular a las personas. Pero con lo que no contaba es que encontraría a alguien aún peor que él.