Capítulo 9.

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Capítulo 9

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Capítulo 9.

(Samanta).

Me miré en el espejo del armario de mi habitación y comprobé que mi vestido negro y corto de lentejuelas se ajustaba sobre mi cuerpo a la perfección, mucho más arriba de mis rodillas. Era descarado, pero me sentía cómoda con él.

Sonreí para mí misma y acomodé mi cabello castaño y sedoso sobre mis hombros. Di unos pasos hacia adelante y también comprobé que las sandalias estuviesen bien ajustadas sobre mis tobillos. Aunque no eran altas, se veían delicadas.

Mi madre entró a mi habitación y cruzó los brazos. Apretó los labios un poco al examinar mi vestimenta.

—Sam, hija, solo te pido que andes con cuidado. Sabes que las cosas en la calle no están muy buenas que digamos.

—Lo sé, mamita —fui hacia ella y posé un cariñoso beso sobre su frente—. Esto es idea de Liz —le sonreí y puse los ojos en blanco al encogerme de hombros—. Además, estaremos aquí mismo en la ciudad.

—Es por eso mismo que debo decirte que seas precavida. Somos nuevas aquí en esta ciudad y aún tenemos que familiarizarnos con la gente y con el ambiente.

Asentí mientras escuchaba su lado protector. Desde que ambas habíamos perdido a Alberto Soler —mi padre—, ella se había convertido en una madre mucho más protectora. Sin contar que yo era su única hija.

—Estaré bien, mamá. Lo prometo —toqué su hombro con delicadeza y procedí a maquillarme.

Me apliqué un poco de base y luego le di vida al color marrón claro de mis ojos al ponerme un poco de rímel y delineador. Decoré mis pálidos pómulos con un poco de rubor rosado y lo combiné con brillo labial. No era una experta en maquillaje, pero hacía lo que podía.

—Hoy debo trabajar para la señora Telles por un par de horas más —mi madre me fue informando de los acontecimientos de su trabajo—. Ella está más que encantada con mi servicio y quiere que la ayude con una decoración que está realizando en el despacho de la casa. Y adivina... —dio leves saltitos al mirarme a través del espejo de mi armario—. ¡Me pagará un poco más por las horas extras!

—¡Eso está muy bien, mamá! Oye, ¿crees qué yo podría preguntarle a la señora Telles si me puede ofrecer un trabajo en la mansión? —encogí mis hombros al echarme un poco de mi suave y único perfume—. Digo, como ya estamos bien alojadas, quizá acepte mis servicios y organice mis horarios de limpieza para que no conflijan con las horas de estudio.

—Me parece bien —mi madre asintió al respecto y colocó sus manos sobre mis hombros mientras continuaba mirándome a través del espejo de mi armario—. No me gusta que ya tengas que trabajar cuando estás estudiando, pero ya que será aquí mismo, yo misma hablaré con la señora Telles.

—¿De verdad? —me giré y la abracé con emoción. Tener un trabajo me haría sentir mejor ya que podría ayudarla—. ¡Gracias, mamita! —plasmé muchos besos en su mejilla—. ¡Así podré ayudarte con la mitad del trabajo en la mansión! ¡Es una propiedad enorme y seguramente necesitas qué te echen una mano!

El Segundo Amor ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora