Capítulo 53.

25.5K 2.1K 320
                                    

Prisoner - The Weeknd, Lana Del Rey ♪

♪ Prisoner - The Weeknd, Lana Del Rey ♪

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 53.

(Samanta).

—Sam, esas palabras son comprometedoras —le dije en un susurro y solté un suspiro lleno de deseo cuando sus labios se acercaron a los míos, rozándolos por momentos.

—Lo sé, ¿y? —me arrinconó contra las baldosas de la bañera—. Lo estoy diciendo en serio —sus ojos azules me miraron fijamente, con un deseo que era inapagable para ambos—. Puedo ser un tipo despreciable, como dices. Pero soy la persona más sincera del mundo.

—Sí, lo he notado... —enarqué las cejas, pero su nariz se posó sobre la mía.

—Entonces, acepta de buena manera lo que te he dicho —remarcó—. Porque mis palabras son ciertas y sinceras. Estoy muy interesado en ti, en que seas solo para mí.

—Lo pensaré... —le gruñí y sentí cómo las mejillas se me calentaron por el rubor y por el hecho de que su erección estaba rozando mi vientre—. Además, no estamos como que en una situación normal para hablar de algo tan serio como eso, Dragón.

—¿Solo por qué la sientes dura sobre tu ombliguito? —susurró en mi oído y sentí su sonrisa torcida sobre el lóbulo de mi oreja—.Te hablé en serio. Y yo no soy de hablar tan abierto con la gentuza.

—¿¡Me estás diciendo "gentuza", estúpido!? —le gruñí e hice que me mirara a los ojos.

—¡Ay, no! —rodó los ojos—. ¡Me refiero a que no soy una persona que le muestra los sentimientos a cualquiera! ¡Eso!

Ah... —me pasmé peor aun cuando sus ojos examinaron mis expresiones faciales. Su mirada azulada era tan hermosa que podía hacer que mis piernas temblaran de tan solo quedarme embelesada en esta.

—"Ah" es una de las cosas que gritarás justo ahora —de repente sus dedos se dirigieron hacia mi vagina y los rozó con suma malicia, mirándome a los ojos con una sonrisa de chico juguetón.

Una "O" se formó en mis labios cuando abrí la boca por la impresión y la sensación cosquillosa que comenzó a apoderarse de mi vientre.

Ah, sí... —gemí al morderme el labio inferior, pero eso solo causó que él continuara con sus caricias, explorando los pliegues de mi vagina.

—¿Más? —introdujo su dedo corazón y su sonrisa se posó sobre mi boca entreabierta—. Quiero tocarte y chingarte una y otra vez. Todas las veces que sean posible, Samy —mordió mi cuello con pasión, pero su dedo comenzó a entrar y salir con facilidad gracias a nuestro baño y la humedad de mi excitación.

—Sí... —gemí con gusto y sin ningún tipo de vergüenza—. Más... Más... —le pedí y me relamí los labios.

Sam me comió la boca a besos ardientes, gimiendo entre el vaivén de nuestro sensual beso. Su dedo pulgar acarició mi clítoris de arriba hacia abajo, mientras que su dedo corazón siguió entrando y saliendo con agilidad. Luego apartó su mano por momentos para tocar su erección, acariciándose e instintivamente volviendo a tocar mi vagina, tomándose su tiempo.

Cuando se inclinó, dejó un camino de besos sobre mis pechos y mi ombligo. No dudó en colocar sus carnosos labios sobre mi sexo para comenzar a chuparlo y lamerlo con intensidad, logrando que yo me arqueara contra las baldosas.

Sin embargo, con valentía, elevé una de mis piernas y la coloqué sobre su hombro, agarrando su revuelto cabello negro con decisión y disfrutando de su antojada lengua que lograba sacarme gemidos llenos de frustración y placer. Su boca descendía y ascendía sin ningún tipo de pudor y eso solo logró que mi cuerpo se tensara y que las piernas me temblaran peor aún.

El Dragón estaba siendo tan salvaje y espontáneo en el acto que lograba hacer que el clítoris me palpitara con insistencia, sin darle descanso. Revolví su cabello una y otra vez, arqueándome de un lado a otro con muchísima frustración por el placer que él me estaba causando.

Solo éramos él, yo, el sonido del agua cayendo, y la música de fondo. Sin embargo, en lo único que podía concentrarme en el momento era en el vaivén de su lengua, que comenzó a torturar mi clítoris, quedándose justo ahí, estimulándolo con determinación.

Ay, Dragón... Mmm... —gimoteé con sumo gusto y moví mi entrepierna en círculos al hiperventilar con desesperación.

De repente, apartó mi pierna de su hombro y se elevó. Besó mi boca con voracidad e introdujo su dedo corazón, moviéndolo con más rapidez. Nuestras lenguas comenzaron a jugar y no dudé en dirigir mi mano hasta su pene, acariciándolo con decisión mientras él se comía mis gemidos.

—Tócame, Samy... —jadeó por lo bajo cuando comencé a masturbarlo—. Tócame como quieras, beba. Quiero que lo mío sea tuyo —me besó con más pasión, pero ambos perdimos la poca cordura que intentábamos mantener.

Apoyé mis manos sobre sus hombros y dejé que besara mi barbilla con pasión, él moviendo su entrepierna contra la mía. Luego sus besos descendieron hacia mis pechos, donde se tomó su tiempo para morderlos y chuparlos con brusquedad. Sin embargo, su rudeza no me molestaba en lo absoluto, pues el deseo tan fuerte que sentía por tenerlo era mutuo.

—Sam... —lo llamé entre gemidos, pero él continuaba jugando con mis pezones—. Dragón...

—Habla...

—Quiero que estés adentro de mí otra vez... —revolví su cabello aun más, muerta de deseo—. Por favor...

Fue lo único que él necesitó escuchar para colocar mis piernas a cada lado de su cintura y elevarme contra las baldosas resbaladizas, penetrándome con rudeza y gusto, ambos gruñendo y gimiendo como dos salvajes hambrientos. Una ola de cosquillas interminables invadió mi vagina y mi vientre, haciéndome gemir con más insistencia entre cada subida y bajada que realizaba contra mi cuerpo.

Los ecos de los gemidos se mezclaron con el sonido del choque de nuestros cuerpos en el acto del coito. Cada subida y bajada era más fuerte, más ruda y placentera. Podía sentir cómo sus dientes tiraban de uno de mis pezones, torturándolo una y otra vez, sin dejar de embestirme con brusquedad. Su fuerza sexual era cada vez más adictiva, por lo que me hizo voltear los ojos del gusto, gracias al orgasmo violento que se aproximaba muy dentro de mí.

—Me voy a venir, Samy... —me avisó—. Contigo, beba... Ah... —sus penetraciones eran más violentas, causando que una espiral se apoderara de mi vientre y comenzara a ver todo borroso.

Cuando mi orgasmo llegó, mi cuerpo comenzó a temblar al liberar la tensión del acto. El Dragón salió de mi interior con rapidez y me agarró el cabello con determinación, haciendo que me arrodillara entre sus piernas para recibir su semen. De repente, él se agachó y me dio un beso en los labios para luego morderlos. Lo siguiente que hizo fue recomponer su postura y masturbarse con agilidad sobre mi mejilla y mi boca.

—Abre la boquita, beba... —me pidió con la voz entrecortada—. Yo sé que te gusta mucho que me venga en tu boca —no tuvo que terminar de pedírmelo cuando ya tenía mis labios sobre su glande, jugando con el roce y desesperándolo aun más para que se derramara sobre mí.

Cuando probé un poco de su semen y el resto cayó sobre mis pechos, él mismo me puso en pie y acarició mis mejillas con ternura. Luego me desplazó hacia el chorro de agua y me limpió con paciencia y delicadeza, sin apartar sus ojos azules de los míos.

—Te quiero, Samy —espetó sin pelos en la lengua, siendo demasiado sincero—. El Dragón te quiere de verdad. Y te lo estoy diciendo ahora que estoy completamente consciente, fea.

—A veces puedes ser muy tierno, Sam Chaidez —apoyé mis brazos sobre sus hombros y los dos nos besamos bajo el chorro de agua, mientras que el tema Prisoner de The Weeknd y Lana Del Rey culminaba en un bajo sonido de fondo.

El Segundo Amor ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora