Capítulo 41.

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Capítulo 41

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Capítulo 41.

(Samanta). 

Ya que el Dragón hizo que yo llegara a un estremecedor orgasmo con el maravilloso sexo oral que me realizó, me dispuse a hacerle lo mismo. No era la primera vez que él me hacía disfrutar de su boca y sus dedos.

Sin embargo, deseaba ser yo la que en la ocasión lo hiciera perder el conocimiento de la misma manera que él lo logró conmigo. Era ridículo aceptar que hasta el amiguito que cargaba entre sus piernas se me hacía muy apetecible. Eso sin contar que su proporción de carne era igual de grande que su ego. Era un detalle que tenía que admitir.

Por eso no dudé en meterlo en mi boca en cuanto lo saqué de su pantalón. Probar su sabor era nuevo para mí, aunque no era la primera vez que lo hacía. Sin embargo, me sentía un poco intimidada ya que él parecía tener mucha más experiencia que yo por la forma de tratarme en cuanto a la intimidad que comenzábamos a experimentar juntos.

Necesitaba jugar con su placer, pero a la vez quería que él lo recordara. Por eso no dudé en usar la paleta de cereza que había sacado del bolsillo de su pantalón. Estaba inclinada y tan entregada en cada suave mordida en los alrededores de su pene mientras rozaba el espesor dulce de la paleta contra su glande. Luego abrí la boca con más diversión que nunca y chupé su longitud, logrando meter su proporción de carne un poco más de la mitad.

—Beba, qué rico mamas... —gimió el Dragón al masajear mis nalgas expuestas ante sus ojos azules.

Jugué con su pene al rozar la punta de mi lengua sobre el orificio de su glande a la vez que saboreaba la paleta de cerezas. Con mi mano desocupada comencé a masturbarlo mientras lo introducía en mi boca una y otra vez, logrando que se quejara de puro placer. Sus manos se aferraban a las sábanas de mi cama cuando lo hacía perder la cabeza de puro éxtasis.

—Chupa más, puñeta... —me pidió desesperado, pero más entregada me mostré ante la chupada que le realizaba acompañada de una masturbación que se tornó más rápida—. Qué bellaca eres, mi dragona... —palmeó mi nalga ya manoseada por su mano.

Su ataque de éxtasis me alentaba a continuar devolviéndole el placer que él me regaló. Con mis ojos entrecerrados, entre la mezcla del sabor de su excitación y el dulce de la paleta de cerezas, hice que lo disfrutara aún más.

Sam se removió con desespero, soltando bocanadas de aire y maldiciendo por lo bajo. Escucharlo a gusto y perdido entre cada chupada me hacía querer meter su pene hasta el fondo de mi garganta. Sin embargo, cuando sentí que elevó un poco su cuerpo y sujetó mis caderas, supe que su intención era ver lo que yo estaba haciendo en él.

—Ven acá, beba... —se levantó de la cama al sujetar mi brazo, cegado por el deseo—. Quiero ver cómo me haces venir —hizo que me arrodillara en el suelo mientras se apoyaba contra el borde de mi escritorio—. Chúpala rico, mi dragona mala... —me agarró el cabello con fuerza y cuando volví a meter su pene en mi boca, llegó hasta mi garganta gracias a la presión de su mano.

El Segundo Amor ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora