(+21) (Libro 1) ¿Por qué el amor se debería limitar cuando alguien te decepciona y te rompe el corazón? ¿Por qué cerrarse a amar de nuevo cuando sabes que la vida continúa?
Samanta no lo sabía, pero estaba a punto de descubrirlo al mudarse con su ma...
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Capítulo 57.
(Samanta).
Me encontraba en la cocina ayudando a mi madre a preparar la cena para la fiesta de cumpleaños del señor Ian Telles. Me sentía un poco nerviosa, ya que era la primera vez que trabajaba directamente con la familia de Sam. Terminaba de realizar los platos mientras mi mamá me dirigía y me ofrecía instrucciones de cada detalle. Ella parecía más ansiosa de lo normal, pero no podía culparla. Trabajar para la familia Chaidez Telles era de lo más intimidante.
—Mi niña, ¿ya estás lista? —me preguntó al sujetar una gran bandeja con varios platos listos para ser servidos.
—Eh... Sí, sí... —agarré otra bandeja—. Ya estoy. Hagámoslo... —aunque me mostré segura ante ella, en mi interior me moría de nervios. De tan solo pensar que el Dragón estaría en la mesa mientras yo hacía mi trabajo, causaba que mi corazón se acelerara brutalmente.
Mi madre asintió levemente y fue la primera en dirigirse hacia el gran comedor de la familia. La seguí con una expresión llena de timidez. Sin embargo, estaba decidida a hacer lo que me correspondía como empleada.
Cuando llegamos al gran comedor, en la mesa ya estaban casi todos: la señora Amelia Telles y su esposo Samuel Chaidez, el señor Ian Telles, los abuelos maternos y paternos de Sam, Rebeca y su marido, entre otros invitados íntimos de la familia. Sin embargo, me di cuenta de que el Dragón todavía no había llegado.
Mientras los presentes en la cena charlaban con total familiaridad, mi madre y yo comenzamos a servir la comida en silencio. Era difícil evitar escuchar cada conversación que mantenía la familia de Sam, puesto que hablaban de varios asuntos sin importarles que algunos empleados estuviésemos.
—Hermano, quiero presentarte formalmente a la hija de nuestra nueva empleada —la señora Amelia le informó muy emocionada—. Se llama Samanta y ella también estará trabajando para nuestra familia. Es una chica increíble. Además, le dicen "Sam", justo como a tu sobrino.
Ian Telles me saludó con un gesto de cabeza y me sonrió de manera amistosa. No pude evitar mostrarme sorprendida al ver el gran parecido que el Dragón tenía con él. Eran como dos gotas de agua. Si antes pensaba que era genuina la mezcla que Sam tenía con las características de sus padres, me retractaba al ver a su tío materno.
—¿Todo bien? —el señor Ian me preguntó con cierta curiosidad, gracias a mi repentina reacción que intenté disimular.
—Eh... Sí, por supuesto —asentí con rapidez y me dirigí hacia su área de la mesa para servirle su plato—. Es un gusto conocerlo, señor Telles.
—Ay, por favor... Dejemos los protocolos para después —me dijo de manera amistosa y al instante me cayó bien—. Con que me llames por mi nombre estará más que bien —me estrechó la mano y la agitó levemente—. Es un gusto conocerte, Samanta —sus ojos azules me observaba con suma familiaridad, como si me hubiese conocido antes.
