Capítulo 48.

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Capítulo 48

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Capítulo 48.

(Sam).

—¡Oh, Dios! ¡Sí, Ian! ¡Sí, por favor! —los bajos gemidos de la madre de Samanta llenos de frustración era lo que más escuchábamos, mientras que Ángel vigilaba el perímetro.

Héctor y yo estábamos al lado de la puerta del baño para empleados, dejando que la situación siguiera su curso. Era cierto que para mí continuaba siendo una locura lo que ocurría con el tío Ian y la madre de Samanta, pero lo más que me interesaba en el momento era recuperar la hierba.

—¡Ay, no pares! ¡Por Dios! ¡Extrañaba esto! —más gemidos por parte de la señora Villeda seguían escuchándose.

Con mi expresión neutral y con la espalda apoyada sobre la pared, le di otra calada a mi cigarro al intentar mantenerme paciente. Héctor enarcó las cejas al oír más ruidos sexuales y salvajes. Sin embargo, este no dudó en inhalar el humo de su vaporizador.

—Coño, Dragón...—Hector me comentó en un susurro, causando que yo rodara los ojos—. Creo que tu tío le está dando hasta por donde las vacas se ahogan.

—¡Héctor, no estoy para tus pendejadas en este momento! ¿¡No estás oyendo lo que está sucediendo!? —le susurré cuando lo miré con seriedad.

—Sí, claro —asintió un poco ruborizado y con los ojos engrandecidos—. Le están dando hasta por el pelo a tu futura suegra. ¿No la matará en el acto? Carajo...

—¡No, cabrón! —le gruñí—. ¡Nuestra reputación en cuanto a esto de la hierba está peligrando!

—Ya sé, ya sé... —Héctor se encogió de hombros al mantener la espalda apoyada sobre la pared, justamente en la misma posición que yo me encontraba—. Solo espero que después de recuperar la hierba hagamos algo bueno con ella...

Coloqué mi dedo índice sobre mis labios al notar que los ruidos sexuales fueron disminuyendo.

—¿Se habrán venido los dos? Espero que no nos hayan escuchado acá afuera. Por caballerosidad, espero que terminen el polvazo de la semana —Héctor seguía comentando sandeces por lo bajo.

—Héctor... —bajé un poco la cabeza y rocé mis dedos sobre mi frente al presionar los párpados.

—Está bien, perdona —sacudió sus manos levemente—. Es que todo esto me resulta divertido —se rio en un susurro—. Tomaré la situación en serio.

—Eso espero —lo asesiné con la mirada—. Ahora tenemos que estar pendientes. Saldrán en cualquier momento y entonces podremos recuperar la hierba.

Héctor asintió. Ángel —a una distancia bastante considerable—, nos hizo señas con las manos para que supiéramos que todo estaba despejado y que no había nadie por los alrededores. Al menos todo se mantenía bajo control.

El Segundo Amor ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora