Carta de despedida.

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De: Cal.

Para: Blake.

"Sé que te metí en esto. Y quizás en parte lo lamento, pues, probablemente haya influido en ti de algún modo no tan bueno. Pero sólo quería que alguien estuviese conmigo por los momentos hasta llegar a mi final planeado. Me disculpo por ello. Pero aparte de eso, te agradezco el haber estado conmigo, tu compañía. Al final comenzaba a sentirme bien y algo mejor, pero eso no podía ser un intermedio entre mi plan y yo. Es algo que tengo que cumplir. Te dije que te dejaría algo, algo con significado para mí, para que esto esté contigo, ya es de propiedad tuya, solamente te pido el favor de no deprimirte más por mí. No lo hagas, al menos trata de no hacerlo seguido si no lo puedes evitar. Bien Blake, te dejo mis cosas, también a mí gato, sé que cuidarás de el pequeño animal blanco. Sé que lo harás. Te dejo la mayoría de mis pertenencias, y por último, ésta carta. Sé que te encantan, tú me lo dijiste. Así que, sé que el contenido de está no es muy hermoso ni agradable, pues, es una despedida, ¿a quién le gustan las despedidas? Pero creo que es mejor que el que no lo hagan ¿no crees? En fin mi querida "Bek" (como te solía llamar), gracias por haber estado conmigo, espero que éste gesto no arruine lo que tanto te gusta ni te dejé un sabor amargo si algún día recibes de nuevo una carta.
Me despido Blake, adiós, y espero, de verdad espero, que te vaya bien en la vida y que mejores y mejore todo el contorno de tu alrededor. Espero que logres estar bien y ser feliz."

Es la segunda vez que leo esta carta. Que increíble. ¿Podía cambiar esto aunque pareciese estar a merced de mis manos? No, realmente creo que no. Una vez lo intenté, pero fallé ¿debía hacerlo de nuevo? Supongo que si, pero sólo lo hice dos veces, tal vez después me rendí. Y ahora esto atormenta mi mente y alma. Podía haberme alejado de él y no volverle a hablar, pero no lo hice, tal vez no quería pues también me sentía tan sola como él en éste mundo. Y no quería dejarlo ahogar en ese mar tan profundo de soledad. Y aunque ya se liberó de éste mundo, no sé cómo le irá en dónde sea que se encuentre. Espero, aún por lo que hizo, que no le vaya mal. Siento que de verdad lo llegué a querer.

Miro al animal blanco que yace al frente de mí mirándome con sus ojos azules. Me encanta éste gato, y aún más, posiblemente por el significado que ha quedado detrás de éste. Lo veo y cada vez que lo hago mi corazón se rompe en mil pedazos, mi alma me desgarra desde adentro pidiendo algo de ayuda por lo ahogada que se encuentra, trata de subir hacia la salida por mi boca, sus uñas se clavan en mi carne, pero no puedo, mi boca está cerrada, no puede salir, no aún. White ronronea mientras se acerca a mí, sé que no soy su verdadero dueño, y posiblemente le duela el no encontrarlo más. Pero aquí estoy yo, y supongo que es mejor algo que nada, aunque a veces se sienta como una tonta conformidad.

-Hola -digo con cierta sonrisa saludando al gato que tiene toda su atención en mí. Creo que se me hace algo imposible calmarme y no ponerme en tal estado. Pues, ya no tengo a nadie con quien charlar, tal vez si, pero supongo que es entendible, todos alguna vez nos sentimos así aún teniendo a alguien, pero eso es porque en vez de ése alguien, queremos a otra persona en su lugar, pero simplemente no se puede, no se dá y nunca se dará. Mi madre no sabe bien a fondo sobre el asunto de éste tema, y no creo que lo haga. Sólo mi amiga lo sabe, pero a como dije, no logra tanto en acompañarme.
Me encuentro sola en la casa, y por tal motivo, quizás, me siento más sola que nunca, pero me alegra en alguna parte de mi ser tener a White, tenerlo mejora mis días, pero empeora mis recuerdos. Mi alma me habla desde el fondo, creo que ya mi interior está rasgado, está roto, herido, mi alma tiene uñas filosas, esas son las causantes de que mi interior esté sangrando, pero creo que yo soy la causante de que mi alma me lastime si la tengo atrapada en mí sin salida, ella sólo hace lo posible por liberarse, aunque eso terminé dañandome.

Le sigo hablando al gato que me mira, y me voy desahogando, al mismo tiempo en que me siento como una estúpida niña sentimental hablándole al gato que fue de alguien más pensando que éste me escucha y me logra entender. Posiblemente tal vez si me entiende, pero no de la manera en la que uno cree.

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