Carta para una señorita.

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Esta carta es para usted madame, permítame darme el placer de escribirle estas sinceras y gratas palabras.
Creo poder dirigirme a usted con todo el respeto posible que se merece, que no carezca de felicidad, pues, de nada ayuda vivir de gran depresión y voraz ansiedad insaciable e interminable. Me dirijo a usted señorita, para decirle respetuosamente lo felizmente que debe de ser siempre, no obstante, siempre habrán inconvenientes en el paso del camino. Pero no es cuestión de dejarnos llevar por tal cosa de la vida. Hay que siempre seguir adelante, me doy el atrevimiento de decirle sinceramente lo hermosa que se ve sonriendo. Lo feliz que se ve, y se siente bien, pues se ve llena de vida, se ve completa. Y, aunque nadie es perfecto, usted parece ser la perfección reencarnada en carne y hueso. Y si me deja decirle algo más, no crea que me propaso, ese no es mi más grande ni pequeño pensamiento, eso no viene al caso.
Usted señorita es algo lo cual la diferencia de las demás, y no sé tal cosa, pero su esencia la define diferente. Espero amablemente que siga así, pues no me crea un Don Juan, quiero dejarle en claro que estas palabras no van más allá de nada, que no piense que tienen segunda intención puesto que no es así. Decirle sinceramente y espero correctamente, dejarle en claro lo enamorado que me encuentro tan perdidamente de usted. Así pues, me encuentro en el final de la carta, solo le deseo buena vida y perdóneme si no me encuentro con el coraje necesario de darle esto a usted en persona, ha de pensar que soy un cobarde, y con todo el derecho. Pero aún no me encuentro con el valor preciso para decirle en persona mis más fervientes deseos.
Adiós, señorita.

Pd: Espero nos veamos pronto.

Atte: Un amor escondido.

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