Ellas.

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Ella y sus amigas se encuentran juntas sentadas en un pollo platicando sin parar debajo de la sombra de un árbol mientras el viento sopla brisa fresca.

White —¿No tienes algo que contar?

Rox —No, para nada. ¿Y tú? ¿No tienes nada que decir?

White —No, nada.

Rox —¿Segura?

White —Si, segura —responde con una sonrisa. Rox asiente con la cabeza pensativa—. ¿Por qué? —pregunta con su sonrisa en los labios y algo extrañada.

Rox —No, por nada.

White —Es la segunda vez que lo preguntas. Rox, ¿puedo preguntarte algo?

Rox —Claro.

White —Lamento si te voy a avergonzar pero necesito hacerlo.

Rox —Ya. Hazlo.

White —¿Estás enamorada de mí? —Rox se queda vacilante ante la pregunta.

Rox —¿Enamorada de ti? —pregunta ella de lo más calmo—. ¿Como un chico que se enamora de una chica? ¿Como las parejas? —se queda pensativa a tal extraña pero cercana pregunta—. No, no lo estoy. ¿Por qué piensas eso? ¿Acaso sin querer he demostrado algo erróneo que te hizo creer eso? ¿Lo he echo? -hace la última pregunta esta vez en plural, para sus amigas.

Jenny —No, que yo sepa no. La verdad me resulta un poco extraño esto —dice la amiga algo apenada.

Todas se miran, y se causa un silencio ensordecedor. No muy incómodo pero tampoco liviano. Rox esta neutra, sin demostrar nada, no es que esté ocultando algo. Aunque, en cierto modo, la verdad se ha demostrado ante todas silenciosamente bulliciosa, ocultandose y dejándose ver solo por quienes ven más allá con los ojos hasta llegar al alma. Una mentira verdadera. Tan intrépida y a la vez tímida.

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