Estocolmo

Capítulo 2 (Sebastián)

Salgo de la habitación, por dentro estoy furioso. ¡Una virgen! Si mi padre viviera seguramente no me la acabaría, casi puedo escucharlo:

Se debe elegir chicas con experiencia, evitar vírgenes, ya que es demasiado complicado, nosotros no trabajamos con vírgenes, ¡céntrate Sebastián! Hay mucho en juego.

¡Pero ahí voy!, justamente a hacer todo lo contrario, mi primer encargo desde que mi padre murió y lo echo a perder. Demonios, tengo mucho trabajo que hacer, aunque pensándolo bien, no le he dicho nada al cliente sobre que tengo a la chica, igual podría divertirme con ella un rato, asegurarme que tenga la experiencia y luego simplemente avisarle que ya tengo su mercancía y entregársela según lo acordado.

Camino de un lado a otro, pensando cómo empezar su entrenamiento. Es obvio que es muy inexperta, pero seguramente ya habrá dado una que otra mamada, eso hasta las chicas más mojigatas lo han hecho, primero que nada tengo que enseñarle a obedecerme un poco más, ya que es la base de todo, de lo contrario luego será un problema.

Pensar que un año atrás había decidido alejarme de este camino, tenía todo resuelto, no había cabos sueltos, contactos nuevos, contaba con una buena suma de dinero, solo bastaba con desaparecer un buen rato y habría podido comenzar de nuevo como un buen hombre. Pero a quien engaño, yo estaba demasiado lejos de ser un buen hombre.
Mi padre, ese bastardo, se había encargado de convertirme en una basura humana, un monstruo que necesitaba secuestrar y vender a chicas jóvenes , eso era lo que sabía hacer, para eso me entrenó y educó (si se le puede llamar educación). Era un miserable y, por lo mismo, a pesar de ya no tener su sombra sobre mí, su legado  seguía conmigo.

No importaba que tuviera otra forma de llevar una vida digna, siempre volvía a la mierda en la que me había iniciado.
Aunque en esta ocasión era diferente, esa chica me necesitaba, de no haber intervenido, hubiera terminado drogada y desnuda en la cama de cualquier imbécil, no habría otro destino para una alcohólica como ella.

Yo le estaba obsequiando algo distinto, un mundo diferente, es cierto que ya no tendrá derecho a decidir de nuevo, pero ¡qué diablos! De todas formas antes no lo tenía, el alcohol lo hacía por ella, yo solo había entrado en el momento justo en el que iba a hacer una estupidez.

Por supuesto tendré mi recompensa, jamás hago algo sin esperar nada a cambio, eso es parte del ser jodido que llevo dentro. Nada puede cambiar lo que realmente soy, la prueba justa descansaba desnuda en el sótano a la espera de mis planes.