Capítulo 24 (Sebastián)

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—Estás muy pensativo Sebastián, ¿tuviste problemas con algún paciente? —pregunta Diego, dejando de beber de su café.

Hace algunos días había aceptado una de sus tantas invitaciones a comer, había postergado demasiado la salida y no quería que resultara sospechoso o que se preocupara demás y en un intento de ayudar, descubriera algo que no debía.

Pero, aun así, con todo y mi cautela, Diego seguía teniendo un excelente ojo clínico, percibía que algo estaba ocurriendo en mi vida y como era natural quería saber la causa.

—Sí, tengo un caso un poco complicado, es una chica que está embarazada, alguien abuso de ella, quiere abortar, pero los padres no están de acuerdo, hoy acudieron todos a mi consulta y me han pedido mi opinión y por supuesto mi ayuda—me aclaro la garganta para continuar de hablar—, comprenderás que me han puesto en una situación difícil, ya que no realizo ese tipo de procedimientos. Todo el día he traído el caso en la mente.

Mientras le cuento, observo cada expresión en su rostro, tratando de adivinar qué piensa al respecto. En cuanto pronuncio la palabra "violación", su cuerpo se tensa, sé que odia todo lo relacionado con violencia, pero es bueno saber que tanto debería cuidarme de él.

—Amigo, sé que tienes una opinión respecto al aborto, la respeto, pero también debes tener en cuenta que lo que vivió esa chica es bastante traumático y aunado a eso quieren que cargue con la responsabilidad de ser madre de un niño que no busco concebir.

Entiendo que me estás contando todo esto porque buscas un consejo y yo te diría que la canalizaras junto con sus padres al departamento de psicología, si vuelven en busca de tu ayuda, canalízalos con otro médico, pero solo porque no estés de acuerdo con esa decisión no le quites la oportunidad de recibir ayuda.

Espero que hayan arrestado a ese tipo y si no, ojalá que lo encuentren pronto, sería un peligro menos en las calles —agrega en tono molesto.

—Tienes mucha razón, tomaré en cuenta lo que me dices, amigo.

Evito decirle algo sobre su último comentario, me quedaba muy claro que, si Diego se enteraba de lo que había hecho, no descansaría hasta arruinarlo todo.

—En el hospital hay un excelente equipo de trabajo en el área de salud mental, sé que mis compañeros podrán ayudar a esa familia, incluso puedo estar al pendiente del caso —dice entusiasmado.

—Te lo agradezco, pero no creo que sean del tipo de personas que toman bien la intervención de un psiquiatra, pero te aseguro que haré lo mejor para ellos, gracias por tu consejo.

Respondo ágilmente, no me convenía que indagara y se diera cuenta de que no existía tal paciente.

—De acuerdo Sebas, Gracias por la confianza de compartirme tu caso.

A veces su amabilidad me exasperaba.

—Gracias a ti amigo, siempre es bueno tener otra opinión profesional.

Él me sonríe, luego de eso ambos nos enfrascamos en una conversación sobre un partido de beisbol, que, aunque no me interesaba en lo absoluto, le daban a la tarde un aire de normalidad que me convenía que él notara.

Esta salida lo mantendría tranquilo, a partir de ahora pensaría que mi actual estrés y desmotivación por socializar, estaba relacionado por simples situaciones laborales.

Horas más tarde me encuentro estacionando el coche en la entrada de la casa. Son las seis de la tarde, está atardeciendo, se me ocurre que podía intentar sorprender un poco a Lucía, estás últimas semanas han sido muy incómodas.

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