Capítulo 32 (Sebastián)

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Mientras conduzco de camino a casa pienso en la trampa que le he puesto a Lucía, hasta ahora no ha defraudado mi confianza, seguramente pensará que logró engañarme al robar ese celular, aún no aprende que todo lo que gira en torno a nuestra vida está calculado.

Por supuesto que tomé medidas necesarias, el celular que tiene en su poder es el menos apto para captar señales de red, algo que de por sí es complicado en la casa en la que vivimos.

Hoy estuvo el día tranquilo, si algo hubiera pasado, si ella hubiera logrado comunicarse con alguien, a estas alturas ya lo sabría, lo que indica que no cometió la estupidez de traicionarme y ponernos en peligro, me complace confirmar que todo está bajo control.

Sé que es arriesgado tenerla tan incomunicada, pero por su seguridad vale la pena el riesgo, además he instalado cámaras en lugares estratégicos de la casa, hoy no he tenido tiempo de verlas, pero estoy por llegar a casa, no es necesario perder el tiempo echando un vistazo anticipado.

Mis pensamientos se pierden mientras presiono el botón que controla la puerta de la entrada, estoy entrando cuando un bulto llama mi atención, las luces del coche luchan contra la oscuridad que el atardecer trae consigo. Horrorizado compruebo que se trata de Lucía, salgo del coche dejándolo encendido, lo único que importa es saber que se encuentra con vida.

Está semiinconsciente y hay sangre en algunas partes de su cuerpo, enseguida la examino, tanto como el lugar lo permite, se queja por momentos, maldigo para mis adentros, estoy furioso y a la vez asustado, pero debo concentrarme.

No sé en qué diablos estaba pensando, es evidente que cayó de este maldito árbol que se cierne sobre nuestras cabezas. En su delirio me pide ayuda y por un momento también perdón, a mí y a la bebé que no sé si sobrevivirá. Eso merece sentir; culpa, por la irresponsabilidad que acaba de cometer y que amenaza con terminar con todo. Quiero decirle muchas cosas, pero al final solo sale de mi boca un: "¿Qué hiciste, Lucía?".

La tomo en brazos con sumo cuidado, para llevarla al coche, ella no se queja, oficialmente se encuentra inconsciente, ha perdido mucha sangre, debo actuar rápido, ignoro cuánto tiempo tiene aquí tirada, los minutos son cruciales, no sé si tendré que decidir a cuál de las dos salvar, sí es que nuestra hija aún vive. Sea cual sea el cuestionamiento, la decisión está clara en mi cabeza, aun así lucharé por conservarlas a las dos. Tomó mi celular y hago una llamada, luego

Aprieto el botón para cerrar las puertas que había dejado abiertas, hago una llamada, después de hablar unos minutos y dar indicaciones, conduzco a toda velocidad hacia la entrada, me bajo para abrir, luego vuelvo por Lucía, la llevo directamente a la sala que hacía poco había preparado, un área completamente esterilizada, que esperaba no tener que usar a menos que fuera estrictamente necesario. Para mi suerte ese día había llegado, antes de lo que esperaba.

Corto su ropa, preparo la anestesia, no puedo evitar pensar que este procedimiento no será sencillo, seguramente sea el más difícil de mi carrera. Hubiera preferido que tuviera un parto vaginal, pero dadas las circunstancias era imposible.

La operación dura más de lo necesario, pero en todo ese inter llegan los refuerzos que solicité; un viejo amigo y excelente pediatra y dos enfermeras, la cirugía se complica y tenemos que estabilizarla en varias ocasiones, pero la ayuda de todo mi equipo es de gran utilidad, son las 8:30 de la noche cuando nace nuestra bebé, es hermosa, al principio no llora y aunque me gustaría darle mi atención se la entregó al pediatra que se aleja junto con una de las enfermeras, mientras que la otra permanece atenta a mis necesidades, mientras me encargo de la última parte del proceso.

Finalmente, termino la sutura y monitoreo su estado de salud, solo cuando me siento satisfecho, voy con el pediatra que me informa que la bebé está delicada y se encuentra en la incubadora.

Horas después estoy solo, me he despedido y  recompensado ampliamente la ayuda recibida el día de hoy. No puedo dejar de sentirme intranquilo, compruebo el estado de ambas y al ver que todo está igual que en la última hora, salgo al jardín a investigar un poco el lugar donde sucedió todo.

Con una linterna examino el césped, para mi sorpresa me encuentro con el celular que permití que Lucía me robara, pero no me detengo busco más, mi instinto me dice que no es todo lo que encontraré, no me equivoco cuando descubro como a un lado del árbol entre las hojas caídas del arce, se encuentra una tarjeta que contiene el nombre y el número de Diego, rompo el papel en pedazos. ¡Maldita sea!

Todo esto no es solo culpa de Lucía, sino también de ese malnacido de Diego y pensar que me estaba sintiendo culpable por haberle dejado el celular a Lucía. Lo único seguro es que ella me falló, le falló a nuestra hija y no dejaría pasar la oportunidad de dejárselo saber.

Me sentía dolido por el descubrimiento que acababa de hacer, ahora más que nunca debía ponerle fin al vínculo entre Diego y Sofía, sé que solo la muerte podría poner la distancia requerida.

Sabía que debía hacer, solo era cuestión de esperar algunos días, los medios llegarían solos. No volvería a equivocarme, solo yo debía tener el control.

Vuelvo a la casa, primero veo a Lucía, como era de esperarse, luce más pálida que costumbre, sus signos vitales son estables, es una chica fuerte y a pesar de la idiotez que cometió, se recuperará, aunque la ame tanto, no pasaré por alto su falta, pero hasta que no esté recuperada le daré tregua,

Le beso la frente y me dirijo a ver a nuestra hija, apenas había podido verla con detalle, es una bebé preciosa, aunque es pronto para observar a quien se parece físicamente, en fuerza debe ser como yo, porque a sus cortas horas de nacida es toda una sobreviviente, aún no está estable, pero estoy seguro de que se recuperara, es mi otra chica valiente.

—Estarás bien, Valentina —le susurro, mientras traigo puesto un cubrebocas. Ella permanece dormida en aquella incubadora que será su nuevo hogar, al menos por un tiempo. "Valentina", no hay nombre más apropiado para una personita tan valiente, así la llamaremos, Lucía perdió el derecho a opinar sobre eso en el momento en que se atrevió a trepar por ese árbol.

Todo irá mejor, de igual forma pido al Dios que hacía mucho me había abandonado, su ayuda; no para mí, sino para ellas. Mientras maquino mi siguiente movimiento.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora